mientras la luna mira 

entre el oro verde de tus ramas.

El tiempo pasa

en un ir y venir de gente

Tu presencia da cobijo y brújula.

Tú que dominas

caminos y veredas

a oriente, a campo abierto

tú viejo olivo, de verde ceniciento

de lustrosa y lanceolada hoja.

Tus raíces se alimentan

de la oquedad del pueblo.

Tronco centenario,

retorcidos nudos de la historia

de donde nacen robles hijos

que amamantan

 el ulular de tus lanzas,

y el maduro fruto de aceite virgen.

II

Imperioso cobollo,

harapos de verde esperanza, 

cuaje, verdeo de promesa

líquido virgen, puro.

De tus costeras viejas

brotan espiguillas blancas

pestugas de baja estopa,

senos que se preñan de verde

raigones de nuestro pueblo,

canario que fertilizas  augurios

de una cosecha de alma.

III

Y llegará tu primavera

y el cuaje blanquecino

inundará tu copa 

de cavilaciones próximas

del manijero en la cosecha

de una oliva “doblá”

de un fruto preto

que espera prensa y aove

en el envero del tiempo

tras el abinar del campesino.

A ti Olivo presente,

mi viejo olivo de historias,

mi guía y mi sombra,

par ti va esta oda.