Tomelloso

Paco Rosado, el periodista que mejor contó la transición en Tomelloso y la región

Análisis del trabajo de un hombre que dejó un interesante y valioso legado en el mundo de la información con Cuadernos Manchegos

Carlos Moreno | Miércoles, 10 de Septiembre del 2025
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“Admiro a los periodistas profesionales, esos periodistas  que ven en su periódico algo así como una parte de su vida, puesto que en ellos van vertiendo, dándole forma, el fruto de su inteligencia; que ponen a su servicio todas sus energías y como las ven reflejadas en cada página, en cada columna, en  cada línea, pareciéndoles todo poco, como lo parece cuando se trata de lo nuestro, quisieron volcar en una cuartilla, en una crónica, en una iniciativa todo el contenido del cerebro, todas las palpitaciones del corazón…”

Fragmento del artículo de Isaac Antonino Vicente, “De nuestro tiempo. La prensa regional” aparecido en el nº19 de Vida Manchega de Ciudad Real el 8 de agosto de 1912.

En la foto principal que acompaña este reportaje se puede ver al periodista, Paco Rosado, en la primera fila de un abarrotado Salón de Plenos del Ayuntamiento de Tomelloso. Con americana azul marino, camisa blanca y corbata,  sostiene sobre sus piernas uno de los voluminosos grabadores de la época  y unos papeles, mientras que con su mano derecha agarra un bolígrafo. Su mirada refleja la expectación y emoción del momento histórico que se avecina: la constitución del primer Ayuntamiento democrático de Tomelloso tras la dictadura. En ese puzle de caras, muchas son conocidas,  la gran mayoría comparten el interés y la curiosidad del periodista.

Paco Rosado (Tomelloso, 1945) fue, sin duda, el periodista que mejor contó el periodo de la transición en Tomelloso. La cabecera que dirigió durante más de cuatro décadas, Cuadernos Manchegos, vio la luz en 1976, en el contexto de un tardofranquismo que agonizaba y  un ambiente en el que ya se intuía el advenimiento de las libertades. Su ágil pluma sumó para la culminación de un proceso imparable e irreversible que condujo a la democracia.  “Un tiempo que se va y al que muchos se querrán aferrar mostrando una impertinencia desmedida. Pero un tiempo en fin, que ni se puede parar ni violentar, y al que es necesario aportar toda la sabiduría y energía que la noble unión entre generaciones puede conseguir. Un hoy que raya con el mañana, y un mañana que abandonará al hoy. Una generación que entra en pacífico puerto y otra que desea elevar anclas. Un miedo y una esperanza. Así, se quiera o no”, escribía en junio de 1975 en un artículo titulado “Tiempo de cambios”.

Los recuerdos de su entorno más cercano 

Su entorno más cercano, el familiar, aporta curiosos  datos sobre la trayectoria profesional de un hombre que antes de recalar en el gremio de la infomación trabajó en Madrid como perito industrial en las míticas empresas Standard Eléctrica y Pegaso. Sus hermanas  Sagrario, María Eugenia y Marga  cuentan que en Pegaso ejerció de enlace sindical, pero se quedó fuera por un despido colectivo que se produjo tras una huelga. Le propusieron volver después, sin embargo llevaba tiempo incubando la idea de montar un medio de comunicación y ya no volvería a trabajar en la capital.  “Cuando regresó a Tomelloso enseguida se planteó lo del periódico.  Antes vivió aquella intensa etapa del Juven Club, una asociación de jóvenes que partió de la Parroquia de La Asunción, con el apoyo de los sacerdotes Don Tomás, Don Leopoldo y Don Esaú, y que promovió numerosas actividades culturales. Gabriel Carrión, que fue un gran amigo suyo, y él se impusieron la tarea de ofrecer iniciativas culturales a los jóvenes, darles una salida e incluso proporcionarles formación”, explican.

El Juven Club promovería una gran actividad cultural logrando que personas tan relevantes como Senillosa, Jordi Sole Tura y otras visitaran Tomelloso, además de impulsar actuaciones musicales, como la de Los Bravos,  una semana de teatro independiente, un certamen literatura y enriquecedores debates políticos, entre los que destaca una mesa de regionalismo  o la presentación de la revista en la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid acompañada de otro interesante foro de debate sobre el proyecto de la Universidad regional. Precisamente esta actividad del Juven Club la elogiaba el entonces alcalde, Miguel Palacios Valero. “En Tomelloso estamos de enhorabuena porque nuestros jóvenes sienten inquietud por lograr su elevación y perfeccionamiento  por cauces limpios. Una buena muestra es el grupo del Juven Club que, precisamente en febrero va a celebrar su V Certamen Literario y a finales de marzo, la II Semana de Teatro. Deseo, fervientemente, muchos aciertos en ésta y las otras actividades señaladas, de forma especial a sus máximos dirigentes don Francisco Rosado López y don Faustino Serrano Ortiz”.

Cuadernos Manchegos tuvo su precedente en la cabecera Cuadernos de Alborada que nació al cobijo de la Agrupación Hispana de Escritores y que desembocaría poco después en Cuadernos de Castilla-La Mancha. Lo de Cuadernos venía inspirado por la famosa revista cultural “Cuadernos para el diálogo” de tendencia democristiana que dirigió Joaquín Ruiz-Giménez en los sesenta y setenta y que difundió un pensamiento de tinte progresista.  Paco Rosado inició su andadura  en 1975 con una revista que alternó periodicidades mensuales, semanales y quincenales, apareciendo en distintos formatos de tamaño y con aquel característico cambio de color de las letras de la cabecera. Incluso llegó a lanzar una operación de suscripción de acciones para sacar a la calle un periódico de ámbito regional, el gran anhelo de Paco Rosado, que no fructificaría y del que solo llegaría a sacar el primer número con la cabecera “El papel castellano-manchego”.

Sus hermanas recuerdan la pasión con la que se implicaba en el periódico. “Era su vida, se entregaba en cuerpo y alma. Los problemas económicos por los que pasaba en ocasiones, no lo desanimaban y seguía adelante”.  Rafael Quesada, que fue concejal de IU, recuerda una curiosa conversación . “Yo tenía un doble relación con Paco, por un lado, en mi condición de concejal y por otro, como cuñado suyo. Y desde el principio me dijo que no esperara trato de favor. Yo le respondí que tampoco lo quería. Era una prueba de la rigurosidad con la que desempeñaba su trabajo”.

Mantuvo buena amistad con José Bono, Manolo Marín, Miguel Ángel Martínez, Javier Martín del Burgo, Francisco Granados y otros destacados políticos  de la región. “Es cierto que su línea editorial tiraba hacia la izquierda moderada, pero mantuvo relaciones cordiales con dirigentes de otros partidos  como Clemente Cuesta que fue alcalde por UCD, Blas Camacho,  Ramón González, también los primeros años con Carlos Cotillas, aunque más tarde aparecieron discrepancias que acabaron siendo  insalvables”, apunta Quesada. 

De igual modo, tendió lazos con grandes de la cultura en Tomelloso como Dionisio Cañas,   Félix Grande, Eladio Cabañero y Francisco García Pavón, el creador  de las historias de Plinio, que acabarían llegando a la televisión. Rosado admiraba a Pavon del que decía, pocos días antes de  la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad que le había otorgado el Ayuntamiento,  “representa el enamoramiento continuo hacia su pueblo, al que ha regresado siempre que sus ocupaciones se lo han permitido a beber en las fuentes de la tierra que le vio nacer, ensimismándose con sus historias y dichos, mientras pateaba las rectas calles o a la sombra de las moreras –después chopos, del Casino de San Fernando”.

De su pasión por la cultura, da buena prueba un artículo en su columna “De buena fe” que titulaba irónicamente “Gracias” y en el que el periodista lamentaba con cierto dolor, sarcasmo  y buena pluma que la Central Eléctrica de Tomelloso impidiera que la Semana de Teatro se celebrase en el Teatro Principal y tuviera que trasladarse al Instituto Técnico de Formación Profesional. Rosado argumentaba que no podía erigirse en adalid de la Ley un ente que andaba lejos de prestar el suministro eléctrico a los vecinos en las condiciones que las propias leyes establecían. “Prometemos, desde estas humildes páginas, ser tan legalistas, tan intransigentes como ellos han sido, ofreciéndoles a nuestros vecinos la verdad desnuda, tal y como exige esa ley que a nosotros nos ha sido aplicada. Mientras tanto, le damos las “gracias” a la Central Eléctrica, unas gracias entre comillas y con un hasta pronto, que será, si Dios quiere, limpio y legal. Porque la Ley o es para todos o no nos conformamos”.

Unas libertades que no vinieron por arte de magia 

Faustino Serrano compartió con Rosado la época del Juven Club “que fue apasionante y difícil al mismo tiempo”, recuerda. “Él había venido de Madrid y con esa manera bohemia que tenía de ver la vida se implicó mucho en aquel proyecto. El Juven Club partió de Cáritas, su primer presidente fue Olegario Ruiz,  pero luego, ya con Rosado como presidente y yo ejerciendo de secretario, lo independizamos con nuevos estatutos y proyectos. Se desarrolló una actividad cultural fuerte que chocaba mucho con el sistema. De hecho los Tribunales de Orden Público me citaron en dos ocasiones para declarar. Allí había algún policía, tristemente famoso, por lo  siniestro que era. Por fortuna, teníamos a personas de prestigio, que aunque no compartían nuestro ideario, nos respetaban mucho, como Francisco Granados o Ismael López de Sancho, que nos echaban una mano en momentos de dificultades o cuando organizábamos algún festival de música o teatro. Teníamos también la gran suerte de contar con Francisco Prada que era un intelectual  muy preparado”.

“Era una lucha difícil, pero bonita en aquella casa antigua, propiedad de la Iglesia, que había junto al mercado y donde también se daba clase de manera altruista, -sigue recordando Serrano-. Con el paso de los años, parece que fue fácil, pero nada más lejos de la realidad.  La democracia no llegó por arte de magia. Es cierto que había un segmento de la juventud que se acomodó a lo que había, pero otros decidimos que había que pelear para cambiar el estado de cosas y pasamos momentos complicados; nosotros y también nuestras familias. Pero esa ilusión nos hacía superarnos y hasta logramos que se representara en Tomelloso una obra de Bertolt Brecht que era un autor prohibido”.

Las redacciones de un periódico con vocación local, provincial y regional 

La primera redacción de Cuadernos Manchegos estuvo ubicada en la calle Francisco Carretero, conocida por tantos tomelloseros  como del Infierno, en un vetusto edificio que luego fue reformado y que hoy ocupan los Juzgados 1 y 2. Curiosamente, allí coincidió con otro referente de la prensa local, Pablo Ortiz Perona. Más adelante  Cuadernos Manchegos se trasladaría a un local de la calle San Antón y finalmente instaló la redacción en el domicilio de la familia en la calle Mayor. Allí le tocó adaptarse a la revolución digital de los medios de comunicación. En la primera época, esa que coincidió con los últimos años del franquismo, la transición y el inicio de la democracia, tuvo como redactores y colaboradores a Faustino Serrano,  con el que siempre mantuvo una fluida relación, José Ramón Rodrigo,  Francisco Pedraza, José María Arcos, Ana García Rojo, Margarita García,  Francisco Prada, Enrique Reviriego, Álvaro Candelas, Félix Yáñez, Ángel Luis López Barrios y Tomás Casero, entre otros. De la fotografía se ocupaba el propio Paco y, al mismo tiempo, le suministraban material gráfico fotógrafos como Calama, Javier Torres, Reales o Valenzuela. En algunos números aparecían páginas de Comics que firmaba Angelus.

Cuadernos Manchegos mantendría también sede en Valdepeñas durante algún tiempo y corresponsalías en los pueblos más importantes de la provincia. Cuando la revista se movió en un ámbito regional, que fue siempre la aspiración de Rosado, contó con colaboradores en todas las capitales de provincia. La actualidad política era tema preferente, pero con una cuidada atención a la vida sindical, que conocía bien de su etapa en Madrid, la cultura, el deporte, la economía, la agricultura o las fiestas y tradiciones. Con la terminación del año publicaba algunos especiales con completos resúmenes de lo que había sido todo el año.

“La historia de los pueblos es algo que más una sucesión de autocomplacencias o un desfile de fracasos.  El andar por los acontecimientos  de todo un año es pasar de la sonrisa a la insatisfacción  según se va sucediendo las líneas que vuelven a dar vida a las noticias de ayer”. 

Un extenso abanico de inquietudes periodísticas 

En aquellos años de la transición, Paco Rosado, apostó ya por un periodismo libre, sin ataduras, que fuera el altavoz de los problemas y aspiraciones de los ciudadanos y que resultara equilibrado a la hora de reflejar las distintas corrientes políticas. Pero la empresa no debió resultar fácil como se deduce en este pasaje de uno de los brillantes editoriales que escribía. “En cuanto a la línea a seguir, también está clara; la información solo puede ser liberal. Los que desde ambos bandos nos acusan de partidistas, cuando cada cual salga a la luz quedarán desenmascarados ante esa opinión a la que quieren confundir. Nuestras páginas, bien demostrado está quedando, están abiertas a todos con los únicos condicionantes de la honestidad y el respeto”.

El proceso autonómico fue otro de sus grandes caballos de batalla. Así en uno de los números se hacía eco del denominado “Documento de Mota del Cuervo” elaborado por presidentes de Corporaciones de las cinco provincias que, a la vez, eran procuradores en las Cortes. Un documento que elevaron al presidente del Gobierno y que apostaba la descentralización y el autogobierno de las regiones como una fórmula más eficaz para resolver problemas y alcanzar las legítimas aspiraciones de los ciudadanos. 

Justo después de las elecciones de 1977, las primeras que se convocaban tras la dictadura,  el director de Cuadernos Manchegos  daba por buenos unos resultados que habían optado por la moderación con el triunfo de UCD y una gran resultado para el PSOE que fue la segunda fuerza política. Rosado extrapolaba los datos al ámbito regional y abogaba por la unidad señalando que “Unión de Centro Democrático y el PSOE de nuestra región cargan sobre sus espaldas con la difícil, y a la vez maravillosa tarea,  de sacar del subdesarrollo a esta tierra. Treinta y tres escaños en las Cortes Constituyentes no es mala tajada si se piensa desde ahora mismo hacer una sola voz de ese puñado de gargantas manchegas. Ha llegado la hora de las realizaciones y atrás deben quedar los enfrentamientos electorales”.

Se interesó por un aspecto clave en cualquier sociedad avanzada, el de la educación, como fuerza transformadora e igualadora que había que cuidar al máximo. “No cabe duda de que una de las condiciones máximas para que se dé la igualdad de oportunidades, de cara a la consecución de una sociedad mucho más justa, es conseguir una educación igualitaria y moderna, poniendo al alcance de los más jóvenes los medios necesarios para que su formación sea igual en cada uno de los centros de nuestra geografía nacional. Sin embargo, este objetivo de las sociedades democráticas, está muy lejos de ser realidad en nuestra comarca”, lamentaba un periodista que estuvo también muy atento a las primeros movimientos que acabarían conformando la Universidad en la región.

Esa preocupación por la educación le llevó a denunciar en un gran titular “La selectividad otro servicio que se nos va”, que aparecía por el cambio de ubicación de los tribunales que se trasladaban de Tomelloso a Alcázar y que suponía otro agravio comparativo en los servicios de la primera con respecto a los de la segunda. Y esta preocupación por la pérdida de un servicio, fue una de las muchas que expuso el periodista en repetidas ocasiones, para poner de relieve el sonrojante desfase entre el número de habitantes y grado de desarrollo de la tercera población de la provincia y octava de la región con respecto a los pocos y limitados servicios que podía ofrecer a los ciudadanos. “Desgraciadamente no está sola,  sino acompañada de las deficiencias en la sanidad y en la falta de compensaciones en los transportes públicos por la definitiva desaparición del ferrocarril”.   Lo que Rosado denunciaba hace más de treinta años, sigue plenamente vigente. Y al hilo de esto, se rebeló ante esa resignación o extraña pasividad de la población ante servicios que casi siempre pillaban vuelta a la ciudad. “Se nos llevaron el instituto de segunda enseñanza a Valdepeñas y Tomelloso se aguantó. Otro día desaparece el enlace ferroviario Cinco Casas-Tomelloso, dejándonos totalmente aislados…y Tomelloso se aguantó nuevamente”.

Paco Rosado se mostraba relativamente optimista con las posibilidades  de que Tomelloso albergara la sede del Consejo Regulador de Denominación de Origen La Mancha. Un acuerdo plenario solicitaba la ubicación del órgano en la ciudad, más concretamente en lo que entonces era el Centro de Capacitación y Experimentación Vitivínicola, actual IVICAM, donde se realizaron inversiones de consideración para dotarlo de los mejores medios de formación y experimentación. El periodista recordaba entonces que el término de Tomelloso acogía 18.500 hectáreas de viñedo, a las que se sumaban otras 24.670 de propietarios de la ciudad en otros términos. “No cabe, pues, la menor duda que el sitio ideal para un mejor funcionamiento del centro es el reseñado, tanto por la dotación de instalaciones, como por encontrarse en una zona de claras connotaciones e incluso dependencia muy particular de la vid. En tal sentido, intentar desde su actual ubicación que la solicitud no prospere, solo tendría raíces políticas muy alejadas, en esta ocasión, de lo quela lógica aconseja”. Apelaba a la unidad de los pueblos de la comarca para conseguirlo, pero….ya se sabe lo que pasaría después con este servicio que también se esfumaría de Tomelloso. 

Tomó el pulso al mundo agrario en una época en la que el campo se movilizó con contundencia en varias ocasiones. La “guerra de Tomelloso”, llegó a titular en referencia a una de las manifestaciones más tensas que se recuerda con los agricultores cortando las carreteras  y protagonizando duros enfrentamientos con la fuerzas del orden. “Existe  un silencio impresionante que hace pensar a los hombres del campo que aquí, lo que es cambiar, no ha cambiado nada; sensación peligrosa que no se debería mantener más tiempo, porque al olvidar el campo se está manteniendo la clasificación de ciudadanos de segunda para un importante núcleo de la población, que es la despensa de España, mientras no se demuestre lo contrario, que no se va a demostrar”, alertaba Rosado en un artículo titulado El campo olvidado.

En aquellos años de incipiente democracia, la consolidación de la vida sindical era otro de los retos pendientes. Rosado contaba el ambiente enrarecido que se vivía en Tomelloso por el “acoso y derribo” a un líder sindical que denunciaba las injustas condiciones laborales e incumplimientos económicos hacia unos trabajadores en una empresa. El periodista calificó esas actitudes de “caciquiles” y dejó clara su postura en uno de los editoriales en el que volvía a demostrar su compromiso con la democracia en la ciudad en la que vivía. “Tanto en el sector sindical como empresarial, la independencia de ambos, sin cuyo libre entendimiento es imposible el progreso, tiene que ser observada con la más exquisita prudencia, tal y como ocurre en las naciones a las que nos hemos unido por medio de lazos económicos y políticos. Ni este país, con respecto a Europa; ni este pueblo, con respecto a España pueden ser el hazmerreir del momento histórico que nos ha tocado vivir”.

Otros reportajes sobre el agua, la situación del ambulatorio, el ocaso de un carnaval que casi se extinguió en aquellos años, el proyecto europeo, la depuradora, las fiestas tradicionales, el devenir de deportistas pioneros en Tomelloso como Ángel Calabria o Antonio Serna, o noticias de esas ferias en la que el periodista guardaba la costumbre de acudir a la Fiesta de las Letras con un traje claro fueron marcando el día a día de Paco Rosado con sus Cuadernos Manchegos.

Maestro de la crónica política

Se desenvolvía Paco Rosado como pocos en las aguas de la crónica política. Fue contando los avatares de los partidos por dentro, especialmente del PSOE del que haría geniales radiografías. Aquellos artículos en los que se refería al "grupo de la marisquería", a tensas asambleas, crisis, discrepancias,  choques entre corrientes o tensos debates de pleno fueron marcando el estilo del periodista. En un momento en que las opciones centristas eran mayoría en casi todas las instituciones, Rosado era consciente de la importancia del ascenso  de un partido de izquierda moderada para que la joven democracia española se fuera consolidando. “La ejecutiva que ha salido de entre la permanente crisis socialista en Tomelloso, marca un nuevo rumbo por las personas que la componen, y por el programa esbozado por su nuevo secretario general. La preparación de unos o la tolerancia de los más debe dar final a los enfrentamientos permanentes de la familia socialista que, de una forma u otra, se trasladará a la sociedad, desencantándola con el escándalo de los que deben dar ejemplo”, apuntaba en un artículo que titulaba “Nuevos aires en el socialismo de Tomelloso”.

En una entrevista a un procurador de las Cortes, Jesús Esperabé de Arteaga, todavía sin llegar la democracia, el periodista formula una  pregunta  en la que Rosado demuestra la garra y oficio en el periodismo político, así como sus buenas fuentes de documentación. Era claro y notorio que, desde su posición de informador, Rosado también empujaba  para el cambio. Es mucho más interesante la pregunta que la respuesta que fue un lacónico, no. "Se habla de una “ruptura pactada” – como alternativa a la reforma- con las instancias e instituciones públicas y personalidades aperturistas dentro del régimen ¿Le han propuesto algún tipo de contacto –directo o indirecto-para esa ruptura pactada?" 

Paco Rosado tuvo muy claro en aquellos complejos años de la transición que la mejor manera de apuntalar la democracia era desde posturas moderadas, ya fueran de izquierda o derecha, como deja claro en este pasaje de un artículo en el que, a la vez, expone las dificultades que suponía el ejercicio del periodismo, aún más en el ámbito local, en aquellos decisivos años. “Los extremos van a seguir tratando de que este órgano independiente no llegue a triunfar, porque de otra forma les será muy difícil hacer posible la política de la confusión y el miedo, por eso para algunos, los unos y los otros estamos descalificados por comunistas o fascistas, según sea el lado del que viene la acusación. Cuántas ganas hay en esta casa de que la libertad llegue y todos tengamos que jugar con las cartas boca arriba”. 

Por otro lado, en el periódico aparecieron encuestas, casi siempre de contenido político, que le daban un aire moderno, participativo y abierto.

Adioses y reapariciones 

Cuadernos Manchegos fue caminando con algunas desapariciones y reapariciones en su trayectoria. No resultaba sencillo mantener un periódico en unos años en los que la economía estaba lejos de despegar, y en consecuencia, conseguir publicidad, la fuente de ingresos esencial de un medio de comunicación, era tarea peliaguda. Con motivo de unas de las reapariciones de la revista, Rosado, escribía con un original estilo metáforico sobre las idas y venidas de su periódico: “Como el Guadiana, amante de la libertad, apareció en defensa del sistema democrático cuando este realizaba sus primeras elecciones, hijo del anterior Cuadernos de la Mancha que vivió los últimos años de la dictadura hablando de la nueva sociedad que pedía voz y voto. Como el Guadiana ha desaparecido en varias ocasiones para volver a reaparecer con nuevos bríos, sacudiéndose los golpes de la incomprensión y el egoísmo”.

Una voz respetada  

Responsables políticos que convivieron con Paco Rosado recuerdan al periodista y valoran la labor que realizó. Luis Moreno, que fue concejal del PP con Ramón González y Carlos Cotillas, asegura que “era un periodista incisivo, con una línea editorial claramente de izquierdas, pero que respetaba a políticos de otras ideologías. Criticaba gestiones sin entrar nunca en el terreno de lo personal, esa era una línea roja que nunca se saltaba, de ahí que Rosado fuera bastante respetado”.  Moreno valora el gran conocimiento que tenía de la política de aquellos años. “Conocía muy bien la política, el mundo de los Ayuntamientos, era un excelente cronista político, social y cultural, una fuente de  muy valiosa para cualquier investigador o historiador que quisiera conocer el Tomelloso de esos años. Conocía la ciudad como pocos”.

Agustín Alberca, que fue concejal de IU, opina también sobre la figura de Paco Rosado, señalando que “dejando al margen el sesgo político, Paco Rosado escribía bien, con mucha cabeza y era una voz muy respetada. La gente le hacía caso”. Por su parte, Faustino Serrano destaca una redacción que “era brillante, muy suya, jamás copió a nadie”. 

El politólogo, José Alberto Crespo,  en un artículo publicado en Lanza pocos días después de la muerte del periodista, titulado “En memoria de Paco Rosado, escritor y tomellosero”  resaltaba que “Cuadernos traía las noticias de una comarca y una región que empezaba, que quería saltar de la pobreza y el olvido, junto con algunas otras que en esa época de la post-transición surgieron con fervor en la comarca moral —que no jurídica— de Tomelloso”. Crespo expresaba su admiración por un periodista que “era una biblioteca viva del comportamiento político de nuestra tierra, conocía como nadie la trayectoria de los alcaldes y alcaldables de la tierra, por no decir de la clase política toledana, y además sabía contarlo, escribirlo y publicarlo”.

Alejandro Moya, redactor de largo recorrido en una etapa más reciente de Cuadernos Manchegos también elogia esa brillantez de Paco Rosado para contar lo que ocurría. “Escribía francamente bien e hilaba muy fino en el terreno de la opinión. Era puntilloso y mordaz en ocasiones, pero siempre con argumentos y unas reflexiones muy bien fundamentadas y estructuradas. En columnas, editoriales o en cualquier artículo de opinión, Paco demostraba siempre lo buen escritor que era”. Por su parte, Isidro Sánchez, doctor en Historia por la UCLM y reconocido experto en la historia de la prensa de la provincia y región lo define en uno de sus libros como “un periodista de raza y principios, autodidacta, escritor y empresario con un claro y valiente compromiso democrático, que hizo visible  ya en los años postreros del franquismo. Fue una referencia social y cultural en Tomelloso”.   

El 9 de julio de 2017, con 72 años de edad, murió Paco Rosado.   “Familiares, amigos, políticos y compañeros dan el último adiós a Paco Rosado” tituló Francisco Navarro en su crónica del Lanza sobre el adiós a un hombre al que  calificó como “un periodista de raza”. Contaba que, en representación del Gobierno regional, asistió al sepelio, Carmen Teresa Olmedo. “Francisco Rosado ha sido y será siempre un referente en el mundo del periodismo con una cabecera, Cuadernos Manchegos, que fue un ejemplo en el periodismo local, provincial y regional”, declaró la entonces delegada de la Junta de Castilla-La Mancha en Ciudad Real. 

Este reportaje finaliza regresando al entorno cercano del periodista. Lamentan sus hermanas que no prestara demasiada atención a su propia salud. “Se dejó demasiado. Le mandaron pruebas  y no quiso hacérselas, quizá por el miedo o respeto que le imponían los médicos. Uno de ellos nos llegó a decir que se podría haber salvado, que el cáncer que tenía era perfectamente  tratable y recuperable, pero no pudo ser”. Hasta en un trance tan complicado como el de la salud fue Paco Rosado un ser humano peculiar, algo bohemio, de espíritu libre, algo anárquico, inconfundible, de afinado sentido del humor, reivindicativo, gran amante de Tomelloso, pero ante todo un periodista que dejó la huella de un trabajo de autor y que sirvió de fiable referencia a los que llegaron después. Unas  líneas de su formidable escritura y clarividente pensamiento encajan al dedillo para rematar este final. “La búsqueda de la verdad es un juego de errores y aciertos, y solo equivocándose se puede acertar. Porque hay en nuestra sociedad suficiente tendencia a la no realización del camino para que nosotros empleemos la zancadilla a los que luchan por hacerlo”.


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