El poeta y creador
tomellosero Dionisio Cañas acaba de regresar de Milán, donde tres jóvenes
directores de orquesta interpretaron una pieza musical de José Manuel López
López inspirada en uno de sus poemas. Apenas con tiempo de deshacer la maleta,
este viernes presenta en el Auditorio López Torres “El secreto de Macaria”, un
documental que bucea en la historia silenciada de una mujer de Tomelloso que en
1941 se marchó con sus cinco hijos a pie hasta Valencia. Una narración en la
que confluyen la memoria histórica, la emoción íntima y el enigma de aquello
que nunca se contó.
—Acaba de regresar de
Milán, ¿no es así?
—Fui específicamente para
una actividad muy especial: un taller de jóvenes directores de música
contemporánea. Allí se interpretó una pieza del compositor José Manuel López
López, Premio Nacional de Música, con el que llevo colaborando quince años. La
obra está basada en mi poema Homing, que escribí después de las
impactantes imágenes del niño Aylan y de mi viaje la isla de Lesbos, en plena
crisis de refugiados sirios. El poema habla del exilio forzado, del desarraigo,
y también de la emigración de los pájaros como metáfora. Que tres jóvenes
directores —una polaca, un japonés y un italiano— la dirigieran en Milán, junto
a una cantante francesa maravillosa, fue emocionante. Me conmovió ver cómo ese
texto que surgió de una experiencia personal y dolorosa sigue encontrando
resonancia en nuevas generaciones de músicos y públicos.
—Y este viernes
estrena en Tomelloso El secreto de Macaria. ¿Quién fue ella?
—Macaria Cañas fue una
mujer que en 1941 tomó una decisión increíblemente valiente: coger a sus cinco
hijos pequeños y marcharse andando desde Tomelloso hasta El Romaní, un pueblo
de Valencia. No sabemos aún si fue por motivos políticos, económicos o familiares.
Ese es el gran misterio. Lo que sí está claro es que su historia conecta con la
de miles de tomelloseros que, tras la Guerra Civil, se trasladaron a la
Comunidad Valenciana buscando un futuro mejor. Es, en cierto modo, una
microhistoria que refleja un movimiento colectivo.
—¿Qué le atrajo de su
figura?
—Primero, la valentía.
Imagínese lo que significaba en 1941 salir de Tomelloso con cinco hijos, sin
más recursos que las piernas, y caminar cinco o seis días hasta llegar a
Valencia. Eso ya bastaría para recordarla. Pero además, me tocó en lo personal.
Me recordó a mi madre, a mis propios desplazamientos familiares —de Asturias a
Jaén, de Jaén a Francia—, y a tantas historias de exilio y desarraigo. Y luego
está lo más intrigante, Macaria y sus
hijos nunca contaron nada. Jamás. Ni por qué se marcharon, ni qué vivieron en
el camino, ni cómo afrontaron la llegada a Valencia. Ese silencio me parece tan
poderoso como cualquier relato.
—¿Es ese silencio es
el núcleo del documental?
—Sí, absolutamente. Yo no
quería hacer un documental político ni un panfleto. Quería crear algo más
poético y abierto, que invitara a los espectadores a preguntarse, ¿qué le pasó
a esta mujer? ¿Qué secretos llevaba consigo? El guion fue cambiando porque
cuanto más investigábamos, más aparecían contradicciones y huecos. Y ahí está
lo interesante, en esos vacíos de memoria, en lo que nunca se dijo.
—¿Cómo ha sido ese
proceso de investigación?
—Una aventura, y a veces
una sorpresa tras otra. Por ejemplo, descubrí que Macaria tuvo tres hijos que
murieron antes de la marcha, y que uno de ellos, una niña de ocho meses, era un
secreto guardado incluso dentro de la propia familia. Nadie lo sabía. También
me encontré con el hecho insólito de que, siendo parte de una familia tan
ligada a la fotografía —su padre fue un gran aficionado que incluso fabricó su
propia cámara—, no exista ni una sola imagen de ella de joven. Es como si
hubiera decidido borrarse del relato visual. Eso le da al documental un aire de
enigma.
—¿Ha contado con la
colaboración de su familia?
—Sí, y de una forma muy
generosa. Todo empezó gracias a Carmen Magraner, que está vinculada a la
familia y fue quien me contactó. A partir de ahí conocí a nietos y bisnietos de
Macaria, que aceptaron ser entrevistados en Valencia y también vinieron algunos
a Tomelloso. Cada uno tenía su versión, porque lo que contaban sus padres no
siempre coincidía, y eso hizo más interesante todavía la investigación. Una de
las bisnietas, además, se volcó con nosotros y nos ayudó a precisar fechas y
datos que eran fundamentales. Al final, el documental también es un homenaje a
esa familia que ha mantenido vivo, de una u otra manera, el recuerdo de
Macaria.
—Y a su lado ha estado
Clara López Cantos...
—Clara ha sido mi mano
derecha y más. Es una gran especialista en documentales, con experiencia en
trabajos de memoria histórica. Se ha encargado del montaje, de la realización,
de parte de la fotografía… y sobre todo me ha ayudado a darle forma al material
cuando el guion parecía escaparse en distintas direcciones. También hemos
contado con jóvenes talentos como Iona Coman, que es de Argamasilla de Alba, o
Sergio Moreno, con su compañía Dreamore, y con José Luis Patón en la edición y
mezcla de sonido. Todo ello lo hemos hecho sin ayudas, autofinanciado por mí,
como un trabajo colectivo y sin ánimo de lucro.
—En el documental
también suenan voces muy reconocidas.
—Sí, y ha sido un regalo.
Karmento nos cedió una canción preciosa, sin pedir nada a cambio, que aporta la
voz de La Mancha en toda su fuerza. También Miquel Gil nos dio una pieza que
cierra el documental con un tono muy especial. Y la poeta tomellosera Ágata
Navalón compuso un poema inédito y realizó una performance en la que representa
a la Macaria joven que nunca conocimos. Creo que esa suma de voces, de músicas
y de gestos poéticos, le da al documental una dimensión muy particular.
—¿Está satisfecho con
el resultado?
—Le diría que estoy
insatisfecho, pero en el buen sentido. Eso nos pasa a todos los creadores, siempre
pensamos que se puede mejorar. Para mí este estreno tiene un encanto muy
especial porque el público va a ver una versión única, que no será la
definitiva. Estoy convencido de que aparecerán más datos, quizá alguna
fotografía de la juventud de Macaria, y eso dará pie a nuevas versiones del
documental. Pero este viernes el público verá algo irrepetible.
—¿Dónde más se podrá
ver el documental?
—Ya hay interés en que se
proyecte en El Romaní, el pueblo al que ella llegó, donde incluso le hicieron
un homenaje el 8 de marzo del año pasado. También en un espacio cultural de
Valencia, en Canarias… Y mi idea es que, una vez cumplido ese recorrido inicial,
se pueda subir a Vimeo de manera gratuita. Me gustaría que los Institutos
Cervantes del mundo lo difundieran, porque creo que habla de un tema universal:
la memoria, el exilio, el silencio de las familias.
—La pregunta final:
¿qué tiene de secreto Macaria?
—El secreto es lo que no se dijo. Nunca contó por qué se fue, ni qué pasó en el camino, ni por qué no se reunió nunca con su marido, que estaba en Valencia desde 1938, tan a solo 70 kilómetros. Nunca volvió a Tomelloso, ni siquiera de visita. Se vistió de negro tras enviudar —tuvo la noticia del fallecimiento de su marido por carta— y vivió en silencio. Sus hijos también guardaron ese silencio. Ese misterio, ese vacío, es el verdadero secreto de Macaria. Y creo que ahí está la fuerza de su historia, en todo lo que calló.
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Jueves, 11 de Septiembre del 2025
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