Yo sigo la vieja usanza
de saludar a la gente
sencilla y afablemente
como antigua bienandanza,
por mantener un buen trato
y un amistad duradera,
de una correcta manera
y no por pasar el rato.
Al hacerlo estoy pensando
que ejecuto un mandamiento,
pues es un acercamiento
a los que son de mi bando;
a los que quiero expresar
cuál es mi mayor deseo,
que de otro modo no veo,
podérselo explicitar;
por ello tengo cuidado,
en no saltarme esta norma
y mi alma se conforma
cuando ese paso ya he dado.
Al mismo tiempo el que escucha
que hacia él va mi saludo
baja hasta el suelo su escudo
y no se apresta a la lucha
sino al buen entendimiento,
al gozar por amigarse,
al permitir fusionarse
de nuevo y de un modo atento.
Por eso, día tras día,
he de cumplir ese reto
de saludar a porfía.
Así lo haré, lo prometo.
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Lunes, 22 de Septiembre del 2025