Tomelloso

«El voluntariado me ha dado vida; estoy feliz de haberme dedicado a los demás»

Adoración Mendoza, 90 años, recibe el I Premio Voluntariado de Plena Inclusión Castilla-La Mancha por más de 16 años de compromiso altruista en Tomelloso

Francisco Navarro | Lunes, 22 de Septiembre del 2025
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A sus 90 años, Adoración Mendoza es un ejemplo de vitalidad y generosidad. Plena Inclusión Castilla-La Mancha acaba de concederle su I Premio Voluntariado, reconociendo a la voluntaria más longeva de la región y de España, con una trayectoria entregada a entidades como AFAS —la Asociación de Familiares y Amigos de las Personas con Discapacidad—, Cruz Roja, la Asociación Española Contra el Cáncer o ARBA, el colectivo que promueve la recuperación del bosque autóctono. Convaleciente en casa tras una neumonía, atiende a La Voz de Tomelloso por teléfono. Su voz transmite gratitud, alegría y una firme convicción: ayudar a los demás la ha hecho feliz.

—Adoración, ¿cómo recibió la noticia de este reconocimiento?

—Estoy muy agradecida. Soy la voluntaria activa más mayor de Castilla-La Mancha y quizá de España. No sé si lo merezco más o menos, pero me siento muy orgullosa. Estoy muy agradecida a Plena Inclusión, al pueblo de Tomelloso y a toda la región, porque se han volcado conmigo. Y yo lo único que pienso es que mientras tenga un soplo de vida, si puedo hacer algo por alguien, lo voy a hacer.

—¿Dónde ha desarrollado su labor de voluntariado?

—He estado en Cruz Roja, en la Asociación Contra el Cáncer, en ARBA y sobre todo en AFAS. He preferido estar donde hacía más falta. Y en Cruz Roja o en el cáncer siempre han faltado manos. Y en AFAS ni te cuento. Allí, por muchos que seamos, siempre hacen falta más, porque los chicos necesitan atención, salir, compartir actividades… y eso requiere mucha dedicación.

—¿Qué tareas realiza actualmente?

—Antes hacía más cosas, pero ahora me centro sobre todo en acompañar. Los domingos voy a por los chicos de la vivienda de Garcilaso, los llevo a misa, luego tomamos una caña en el bar —que les encanta porque se sienten como uno más—, y después los llevo de vuelta a casa. También, los miércoles, con mi compañera María José, sacamos a tres o cuatro chicas a dar un paseo, a merendar, a celebrar los cumpleaños. Para ellas y ellos es una fiesta, se sienten felices, y nosotras también disfrutamos mucho. A veces les hacemos un pequeño obsequio y lo celebramos como se merecen.

—Y ahora está malita, ¿no?

—Hace poco cogí un catarro fuerte, que acabó en neumonía, porque estuve con ellos en un espectáculo de los 80 en la feria. Pasé frío y me puse mala, pero ¿qué iba a hacer? Yo estaba con ellos, estaban disfrutando y yo disfrutando con ellos, y eso para mí vale más que nada.

—Dice que el voluntariado le da vida…

—Sí, es lo que me mantiene. Creo que sigo tan activa con 90 años gracias a ello. Estoy deseando que llegue el día en que tengo que salir con ellos. Los quiero mucho, ellos me quieren a mí, y son tan cariñosos que es imposible no quererlos. Me siento útil, feliz, acompañada.

—¿Cuándo decidió entregarse al voluntariado?

—Fue al quedarme viuda. No tengo hijos, y me quedé sola. Sabía que no podía encerrarme en casa, como hacen algunas personas. Yo no valgo para quedarme sola mirando las paredes. Entonces me hablaron del voluntariado y pensé: “Voy a probar. Si no valgo, lo dejo, pero si me gusta, sigo”. Y mira, me gustó tanto que cada vez me fui metiendo más, más y más. He compartido experiencias muy bonitas. Y hasta hoy.

—En estos años también ha vivido experiencias únicas a nivel personal…

—Sí, la verdad es que sí. A los 90 monté en globo, que era un sueño que tenía desde hacía tiempo, y lo disfruté muchísimo. También hice un crucero con mis amigas, gracias a mis compañeros que se juntaron para regalarme el viaje. Fue precioso, no lo olvidaré nunca. Y lo último, el Camino de Santiago. Iba en silla Joelette, porque ya no puedo hacerlo andando, me fatigo mucho, pero lo viví con muchísima ilusión. Mis compañeros tiraban de la silla, ellos hicieron el esfuerzo y yo lo pasé fenomenal. Ya no me queda ningún sueño por cumplir, porque los he realizado todos.

—Plena Inclusión le considera un ejemplo para la juventud. ¿Qué les diría a los más jóvenes?

Que lo intenten, que prueben. El voluntariado es una experiencia grandísima. No todo el mundo vale, porque hay personas que lo han intentado y lo dejan, pero quien vale y le gusta, ya no lo puede dejar. A los jóvenes les digo que no tengan miedo, que prueben, porque te llena por dentro. Y yo estaré allí para animarlos siempre que haga falta.

—¿Cómo lleva la edad y la soledad?

—Estoy muy bien, gracias a Dios. Tengo mucha vitalidad y muchas ganas de vivir. No me quiero morir. Soy muy positiva. Hay gente que se queda sola y se encierra en su casa, pero yo no sirvo para eso. Prefiero salir, acompañar y disfrutar de la vida. Es cierto que ya me cuesta más hacer algunas cosas, porque tengo artrosis y me fatigo antes, pero sigo resolviendo mi vida poco a poco. Voy al centro de día, hago mis cosas y me mantengo activa. Soy muy positiva, siempre lo he sido. Quiero salir, quiero hacer cosas, quiero seguir disfrutando de la vida.

Adoración Mendoza es un soplo de optimismo. En cada palabra deja claro que su secreto está en vivir para los demás. Como ella misma resume: “Mientras tenga vida, seguiré siendo voluntaria”.

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