Javier Ruiz (Ciudad Real, 1974), periodista, director
provincial de Onda Cero y colaborador habitual en varios medios, ha sido
galardonado con el Premio de Periodismo en la XXIV edición del Certamen
Cultural Virgen de las Viñas por su trabajo “La Tierra Santa de Tomelloso”,
publicado en El Español de Castilla-La Mancha el pasado 4 de agosto.
Conversamos con él en una entrevista cercana, llena de amor por La Mancha,
por Tomelloso y por el oficio de narrar la vida con verdad y humor.
—Javier, enhorabuena por el premio. ¿Qué ha supuesto para
ti este reconocimiento?
—Una ilusión enorme, sinceramente. No lo esperaba, y
te lo digo sin falsa modestia. Nunca he sido muy amigo de los concursos, me da
cierto pudor presentarme. Pero varios amigos me insistieron: “tienes que
hacerlo, tienes que mandar ese artículo”. Y al final dije: “venga, vamos a
probar”. Y mira, la primera vez que lo hago… ¡pum!, sale. Fue una alegría
tremenda.
—¿Y por qué “La Tierra Santa de Tomelloso”?
—Porque Tomelloso me llamó. No sabría decirte de otra
manera. Yo he trabajado en toda la Mancha: Valdepeñas, Ciudad Real, Alcázar,
Toledo… y sin embargo, Tomelloso tiene algo diferente, algo que te atrae
como una luz al final de la llanura. Lo digo en el artículo: es como Ítaca, un
sitio al que uno llega casi sin darse cuenta, pero del que ya no se quiere ir.
—¿Qué te encontraste cuando llegaste?
—Una tierra de gente trabajadora, con una energía increíble.
Tomelloso ha llegado donde está con pocas ayudas y mucho músculo propio.
Esa capacidad de esfuerzo, de crear riqueza desde cero, me parece admirable.
Pero, además, hay una inteligencia emocional colectiva que no se ve en
muchos sitios. Lo decía Pavón —que para mí es un genio absoluto—: los
tomelloseros han sabido reírse incluso de la dureza de su vida.
—Has hablado muchas veces del humor tomellosero. ¿Qué
tiene de especial?
—Tiene lo que tiene Cádiz, fíjate. El humor como revés de
la pena. Aquí se ha sufrido, se ha trabajado muchísimo, se han cavado
cuevas porque no había más remedio, y aun así se ha salido a flote con una
sonrisa. Eso es de una inteligencia tremenda. Yo siempre digo que donde no hay
humor, no hay vida posible. Y en Tomelloso hay vida, y mucha.
—En el artículo también hablas de identidad, de un “tomelloserismo”
muy propio.
—Sí, porque Tomelloso tiene una identidad muy marcada,
pero a la vez acogedora. No es un “nosotros sí y vosotros no”. Es más
bien: “si vienes con respeto y cariño, ya eres de los nuestros”. Eso me gusta
mucho. Hay pueblos donde el orgullo se convierte en barrera; aquí es una puerta
abierta. El tomelloserismo se comparte, se contagia.
—Tú conoces bien el periodismo local. ¿Qué papel crees
que juega hoy?
—Fundamental. Es mucho más difícil que el nacional,
pero también más importante. Aquí conoces a la gente de la que hablas, sabes
cómo viven, cómo piensan. Las distancias son cortas y las presiones grandes,
pero precisamente por eso el periodismo local mantiene viva a la comunidad.
Somos los notarios de lo que pasa. Si no lo contamos nosotros, ¿quién lo va a
contar?
—¿Y cómo se combina eso con tu labor en Onda Cero
nacional?
—Con naturalidad. A veces me dicen: “Ya estás otra vez
hablando de Alcázar, de Tomelloso o de La Mancha”. Y yo contesto: “Claro, ¿y
qué pasa?”. Madrid está lleno de manchegos, y la Mancha está llena de
historias universales. Que se hable un poco más de nosotros no hace daño a
nadie.
—¿Te sigue inspirando el Quijote?
—Siempre. El Quijote es un libro de humor, amor y
crueldad, como la vida misma. Y tiene una enseñanza sencilla: viva usted la
vida como quiera, aunque se equivoque. Cree su personaje y créaselo. En el
momento en que deja de hacerlo, muere. Don Quijote muere cuando deja de ser Don
Quijote. Es una metáfora perfecta de la existencia.
—En tus respuestas se nota mucho amor por el oficio…
—Sí, porque escribir es un acto de amor. Amor por la
verdad, por las palabras y por la gente. Yo escribo por necesidad, por
supervivencia. Y si encima lo que escribes conecta con alguien, si alguien se
ve reflejado en tus palabras, entonces ya vale la pena.
—¿Te consideras un afortunado?
—Sin duda. Cada uno cultiva sus dones. Yo no sé hacer una o
con un canuto, pero sé escribir lo que siento. Si con eso consigo que alguien
mire su tierra con otros ojos, ya me doy por satisfecho.
—Y ahora, con el premio, ¿te sientes un poco más
tomellosero?
—Sí, claro. Me siento adoptado. Tomelloso tiene esa
capacidad: te hace sentir de aquí sin pedirte papeles. Y eso, créeme, no
pasa en muchos sitios.
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Domingo, 19 de Octubre del 2025
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