Aquí están los sitios de costumbre

el casino y el café de Manolo,

la posada para gente forastera

y el ayuntamiento, tan blanco, tan de señorío.

Y como ha cambiado nuestra plaza

llena de ruido y de risas,

no hay blusa ni boina,

mucha gente de fuera

que viene a buscarse el pan

y encuentra en este foro

un lugar de encuentro, de vida.

Los carros están callados y vacíos,

ya no salen por el camino del Campo

ya no está la Rocío

con su deje y su buñuelo

La honra se quedó en el deseo,

la muerte ya no se estila

y la sangre de familia

solo es de gente rica.

Las sabinas andan sueltas

de libertad y de ropaje,

muestran las vecindades

haga calor u oraje,

son versos libres de este tiempos,

su historia es un tatuaje,

su nombre es mujer.

Abandono la guerrera

el revólver y la gorra,

dejo la recochura en la esquina

las costumbres en la alacena

los pálpitos en la cocina.

Es tiempo de tomar el fresco

de liar un caldo de gallina

y ver como vive nuestra gente

como resuelve, como adivina

las trampas del Quaque

los raptos de sabinas,

como sueñan despiertos

en reinados de Witiza.