Por Julián Díaz-Cano Prieto (Concejal de agricultura y ganadería del Ayto. de La Solana
En el corazón del Campo de Montiel, donde la historia y la tierra se confunden, la agricultura agoniza entre el silencio político y la indiferencia social. Mientras los pueblos se vacían y las cosechas se secan, los agricultores —verdaderos guardianes del territorio— siguen trabajando con la misma dignidad que quienes fundaron esta tierra. Pero su paciencia tiene un límite: el campo está pidiendo justicia.
El relevo generacional: una promesa que no llega
El futuro
del campo se marchita con sus mayores. En la provincia de Ciudad Real, más del 60%
de los municipios han perdido población en los últimos veinte años (INE,
2024). La edad media de los agricultores supera ya los 55 años (MAPA, Informe
sobre Estructura Agraria 2023), y apenas un 6% de los titulares de
explotaciones agrarias son menores de 35 años (Fundación Cajamar, El
Futuro del Mundo Rural, 2022).
Las
políticas públicas, lejos de frenar esta sangría, parecen diseñadas para poner
trabas. Las ayudas europeas para jóvenes agricultores llegan con burocracia
excesiva, las becas formativas se diluyen entre trámites, y el acceso a la
tierra o al crédito sigue siendo una odisea. Las instituciones no pueden seguir
mirando hacia otro lado mientras la savia nueva del campo se ve obligada a
marcharse.
“El campo no pide limosnas, pide respeto y justicia”, recuerda Manuel Pimentel en La venganza del campo (2023).
El agua: un recurso en disputa
En una
región donde la lluvia se ha vuelto un lujo, el agua se ha convertido en el
nuevo oro. El Plan Hidrológico del Guadiana (2022–2027) clasifica al
Campo de Montiel como “zona de especial estrés hídrico”. Los acuíferos están al
límite y las restricciones se han vuelto una rutina que amenaza la viabilidad
de cultivos esenciales como la vid, el olivar o los cereales.
Según el Instituto
Geológico y Minero de España (IGME, 2023), la recarga natural de los
acuíferos manchegos ha caído un 30% en la última década. Sin embargo,
las ayudas a la modernización de regadíos llegan tarde o nunca, y muchas veces
benefician más a grandes explotaciones que al pequeño agricultor.
El resultado: desesperanza. Sin agua no hay producción, y sin producción no hay vida rural.
Las instituciones: el peso del abandono
Las promesas
institucionales son muchas; los hechos, pocos. La Comisión Europea
advirtió en 2023 que España podría perder hasta un 30% de sus explotaciones
familiares en la próxima década si no se adoptan medidas urgentes. Pese a
ello, los agricultores del Campo de Montiel siguen esperando respuestas
concretas.
Los planes
de desarrollo rural y las ayudas de la PAC se anuncian con titulares
rimbombantes, pero en el terreno real apenas se traducen en mejoras. Los
agricultores necesitan infraestructura, fiscalidad justa, conectividad
digital, vivienda y conciliación, no más discursos.
El sociólogo
Eduardo Moyano Estrada (CSIC) lo resume sin rodeos:
“No hay política agraria sin política territorial. Y el territorio rural se ha convertido en un espacio de olvido institucional.”
Más que economía: una cuestión de identidad
La
agricultura no es solo un sector productivo; es una forma de vida, una cultura
y un patrimonio. Sin agricultores, no hay alimentos; sin alimentos, no hay
sociedad. Pero esta verdad elemental parece haber sido olvidada por quienes
legislan desde los despachos urbanos.
En Francia o Italia, el agricultor es símbolo de orgullo nacional; en España, muchas veces es retratado como un vestigio del pasado. Es hora de cambiar esa narrativa. La agricultura es soberanía alimentaria, equilibrio ecológico y justicia social.
Conclusión: el futuro se siembra con acción, no con
discursos
El Campo de
Montiel no puede esperar más.
Necesita una política hídrica sostenible, una fiscalidad agraria equitativa,
programas reales para jóvenes agricultores y una defensa cultural del trabajo
rural.
Los
agricultores no piden privilegios; piden condiciones dignas para seguir
produciendo lo que sostiene a todo un país. Y tienen derecho a ser escuchados.
Como
escribió Miguel Delibes en El disputado voto del señor Cayo:
“El problema
no es que el campo se muera, sino que lo están dejando morir.”
Si el poder
político no actúa, el futuro rural será una sombra en los mapas.
Porque sin agricultores no hay campo, sin campo no hay vida.
Fuentes consultadas:
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Lunes, 20 de Octubre del 2025
Martes, 21 de Octubre del 2025
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