En su reciente visita a la ciudad, José Manuel Caballero
Serrano, vicepresidente segundo del Gobierno de Castilla-La Mancha, atendió
a La Voz de Tomelloso para hablar de diversos temas de interés, las
relaciones institucionales, el hospital, el canon del agua, el tren, el
biometano y la desafección política. Caballero defiende la gestión de la Junta,
“Tomelloso no ha sido ni será marginado por el Gobierno regional”.
—¿Hay falta de entendimiento entre el Ejecutivo regional
y el Ayuntamiento de Tomelloso?
—No por parte del Gobierno regional, además, no ha habido
ningún desplante ni actitud de marginación hacia Tomelloso. Desde el primer
momento dijimos que trabajaríamos con todos los alcaldes elegidos en mayo de
2023, con independencia de su color político. De hecho, todo lo que el
Ayuntamiento nos ha planteado se ha atendido. No hay ni un solo asunto que
se haya rechazado por razones políticas. Y lo digo con claridad, Tomelloso
no ha tenido nunca por parte de la Junta una actitud que pueda interpretarse
como castigo o desprecio.
El caso más claro es el de la cooperativa Virgen de las
Viñas. Tenía un problema urbanístico serio, que venía de años atrás, y hemos
cedido 70.000 metros cuadrados —siete hectáreas— al Ayuntamiento para
resolverlo. Eso es compromiso. Sin embargo, el alcalde parece empeñado en
buscar confrontación. Tengo la sensación de que se siente inseguro y
necesita un enemigo político para reforzar su posición. Pero esa estrategia no
beneficia a Tomelloso.
—Otra reclamación recurrente es la situación del hospital…
—Hoy el hospital de Tomelloso tiene más servicios, más
profesionales y más presupuesto que en 2015, cuando gobernaba Cospedal.
Entonces sí hubo un abandono evidente, y nos costó años revertirlo. Desde que
Emiliano García-Page asumió la presidencia, se ha hecho una apuesta firme por
fortalecer la sanidad pública en toda la región y, por supuesto, en Tomelloso.
—Pero hay usuarios que notan falta de impulso o
especialidades sin cubrir…
—Comprendo esa inquietud. Pero hay que tener en cuenta que la provincia de Ciudad Real tiene seis hospitales para medio millón de habitantes, algo único en España. Funcionamos como una red sanitaria integrada, eso permite que los recursos se complementen y que ningún hospital quede aislado. Tomelloso forma parte de ese sistema y sigue siendo una prioridad para el Gobierno regional.
—El canon medioambiental del agua ha generado mucha
polémica. ¿Por qué se ha implantado ahora?
—Porque es una obligación derivada de una
directiva europea, y todas las comunidades autónomas deben aplicarla. No es
un impuesto nuevo inventado por la Junta, sino una herramienta para garantizar
la sostenibilidad del ciclo del agua. En Galicia, por ejemplo, se aplica desde
hace años, y allí lo puso en marcha un gobierno del Partido Popular.
—Sin embargo, los ciudadanos ven que la factura del agua
ha subido.
—Lo entiendo, pero hay que decir toda la verdad. El canon
apenas supone dos euros al mes y hay exenciones para familias numerosas,
vulnerables o con consumos bajos. Lo que pasa es que algunos ayuntamientos
del PP han aprovechado para subir el recibo y culpar a la Junta, y eso no
es ni honesto ni leal. Además, el veinticinco por ciento de lo recaudado se
devuelve a los municipios y el resto se invierte en obras hidráulicas. Lo
que cobramos con una mano, lo invertimos con la otra.
—En Tomelloso se acaba de plantear un proyecto de planta
de biometano, ¿cuál es su opinión al respecto?
—El biometano es una energía renovable que puede ser
positiva para la economía local y para el medio ambiente. Pero el problema aquí
no es el fondo, sino la forma en que se ha gestionado. No ha habido
transparencia, ni claridad, ni explicaciones. No se sabe con certeza dónde se
ubicará, qué permisos hay ni cómo se ha tramitado. El alcalde ha actuado con
torpeza y ocultismo, y eso genera desconfianza.
—¿Cómo se debía haber actuado, según usted?
—Si el proyecto es serio, el alcalde debería haber
llamado a la jefa de la oposición, haberse sentado con ella y dar todas las
explicaciones con luz y taquígrafos. Así es como se gobierna. Pero no se
puede llevar una moción al pleno de un día para otro sin dar datos ni
justificar la decisión. Algo que podía haber sido una oportunidad se ha
convertido en una chapuza política.
—El tren es una reivindicación histórica de Tomelloso.
¿Qué postura tiene el Gobierno regional?
—Estamos de acuerdo en que Tomelloso necesita una
conexión ferroviaria moderna y eficiente. He mantenido reuniones en Madrid
con responsables del Ministerio de Transportes y les he trasladado que esta
demanda debe ser atendida. Hay población suficiente en el entorno, hay
demanda y técnicamente es posible. Por tanto, el proyecto merece ser
estudiado con rigor.
Pero también debo recordar que ya hubo una oportunidad de
tener conexión de alta velocidad durante el gobierno de José María Barreda y
con José Luis Rodríguez Zapatero en España. Se ofreció una solución para
conectar Tomelloso con la Alta Velocidad, pero el entonces alcalde del Partido
Popular rechazó esa opción. Fue un error político grave, fruto de la
soberbia y del cálculo electoral.
—Entonces, ¿se perdió una oportunidad rechazando esa propuesta?
—Sin duda. Si se hubiera aceptado aquella propuesta, hoy
Tomelloso tendría conexión ferroviaria. Pero se optó por la confrontación.
Carlos Cotillas utilizó esa estrategia durante años y le funcionó
electoralmente. Ahora parece que el actual alcalde intenta copiar esa fórmula,
pero segundas partes nunca fueron buenas. La gente ya no compra ese
discurso del enfrentamiento permanente.
—Otra de las quejas de Tomelloso es la de no tener
políticos en puestos importantes a nivel regional…
—Tomelloso es hoy la envidia de la región. Tiene representación en las Cortes, una delegada provincial en un puesto clave y una directora general en Bruselas. Fran, Inmaculada y Nazareth están ejerciendo con fuerza, capacidad y liderazgo. Nazareth Rodrigo, en particular, aporta una “diplomacia tomellosera” en la proyección europea de Castilla-La Mancha que hay que reconocer.
—¿Cómo vive esta etapa de desempeño del cargo de vicepresidente
segundo?
—Estoy muy a gusto y con la confianza del
presidente. Esto me permite tener una visión más amplia de la realidad
regional, algo que no se aprecia igual desde la Diputación. Me siento
respaldado y con capacidad de decisión, y aunque mire a toda Castilla-La
Mancha, sigo muy atento a la provincia de Ciudad Real.
—Usted tiene una larga trayectoria pública. ¿Qué cree que
hay que hacer para recuperar la confianza de la gente en la política?
—Lo más importante es cumplir la palabra dada. Y si
no puedes hacerlo, explicarlo con claridad. No pasa nada por reconocer que te
has equivocado o que las circunstancias han cambiado. Lo que no se puede es
prometer una cosa y hacer la contraria, como si no pasara nada. Además, la
honestidad personal y la coherencia son esenciales. Un político no debe
tocar un euro que no le corresponda, pero tampoco debe traicionar la confianza
de la gente con falsedades o giros oportunistas.
—¿Le parece que los jóvenes perciben la política como
algo alejado y sucio?
—Desgraciadamente, sí. Muchos jóvenes ven la política
como un espectáculo de insultos y crispación. Se ha perdido el respeto.
Cuando se insulta al presidente del Gobierno y se convierte en una broma o en
una camiseta, algo estamos haciendo mal. Y en eso el PSOE y el PP tenemos
una responsabilidad compartida. Debemos volver a una política de respeto,
de escucha y de sentido común.
—¿Y Castilla-La Mancha es una excepción en ese sentido?
—Me atrevo a decir que sí. Aquí la política se hace con
moderación y diálogo. El presidente García-Page es un ejemplo de
equilibrio, de sentido común y de defensa firme de los intereses de nuestra
tierra sin recurrir al insulto. En Castilla-La Mancha intentamos alejarnos
del ruido y la crispación que se vive en Madrid, y centrarnos en lo que
importa: cumplir, gestionar y resolver los problemas de la gente. Creo que ese
es el camino correcto y que los ciudadanos lo valoran.
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Martes, 4 de Noviembre del 2025
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