“No es cierto que la gente deja de perseguir sus sueños porque envejecen, envejecen porque dejan de perseguir sus sueños”.
Gabriel García Márquez
En los últimos meses se repite en mi consulta la pregunta ¿Cuándo se jubila doctora?, pregunta que mayoritariamente hacen las personas que llevan más tiempo en mi cupo médico, algunas más de 15 años, que han conocido a mi familia y a mi misma por ser todos de Tomelloso y por todo ello saben que mucho tiempo no puede quedar para ello. Entiendo su interés, ya que hemos compartido una larga trayectoria juntos. Sin embargo, mi respuesta suele ser imprecisa, esto no se debe a que no quiera decirlo, sino mas bien a que realmente no lo sé, dependerá de factores y circunstancias no totalmente dependientes de mí voluntad.
Hace ya muchos años, decidí dedicarme a ejercer la medicina en el nivel de mayor accesibilidad y proximidad al paciente, el de mayor cercanía, que sin duda es la atención primaria. Fue una decisión meditada y elegida entre otras muchas posibilidades que se me brindaban. En mi opinión las decisiones importantes de la vida se toman desde la ilusión de un futuro mejor, el reto del cambio, del progreso y sin duda de la entrega al servicio de una comunidad.
Durante este largo viaje, han sido muchas las experiencias vividas, los nuevos retos con los que he convivido, las formaciones académicas por las que he pasado (MIR, Másteres en Cuidados Paliativos, Bioética, Gestión Sanitaria, Salud Publica… etc.), la convivencia con compañeros en distintos lugares (Ciudad Real, Madrid, Pedro Muñoz, Tomelloso) y sobre todo lo aprendido de la escucha y el servicio a los miles de pacientes a los que he atendido con mayor o menor acierto (los agradecimientos y errores nunca se olvidan). Durante esta carrea en el tiempo, han sido varias las veces que se me ha ofrecido ocupar puestos de responsabilidad en la gestión sanitaria y siempre los he rechazado, aun no se realmente porque, pero sin duda, sí recuerdo lo que se movía en mi interior ante cada oferta, ¿dónde voy a estar mejor que atendiendo a mis pacientes? pues sigo convencida que es para lo que realmente me he estado preparando siempre.
Y llegados hasta aquí, os podéis estar preguntando porque hago este escrito, el motivo es compartir una reflexión: en algún momento, no muy lejano, pondré fin a mi carrera profesional. Siempre he intentado mantener la ilusión y el compromiso con la mejora de la atención primaria, aunque reconozco que, en los últimos años, especialmente tras la pandemia, esa ilusión se ha visto afectada. Se dice, y es verdad, que la Atención Primaria está pasando por una de sus mayores crisis, que no hay médicos suficientes para cubrir las necesidades que se demandan, que las esperas para ser atendidos son cada vez más largas, que el tiempo que se dedica al paciente en las consultas es cada vez menor y que la empatía con la se les asiste deja mucho que desear, en resumen, la satisfacción con la atención recibida es cada vez menor.
Es el momento de preguntarnos: sabiendo de dónde venimos y el que camino que hemos recorrido, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué espera de nosotros la sociedad actual?, ¿cuáles son las demandas de atención que percibimos y a cuáles estamos dando respuesta? Y finalmente, ¿que estamos haciendo realmente?
Es sabido del incremento significativo de la población, de los usuarios de los servicios sanitarios, de la multiculturalidad social, del incremento de la población en situación de recursos socioeconómicos y culturales deficitarios. Pero también del incremento de los motivos de consulta banales desde el criterio médico, probablemente relacionado con el tipo de sociedad actual movida por un culto cada vez mayor a la imagen, una sociedad que aspira al estado perfecto de salud a través, entre otras cosas, de convertir los servicios sanitarios en objeto de consumo (a veces a la carta), una sociedad cada vez más informada a través de las fuentes de información no médicas, una sociedad que ha incrementado sus expectativas en la respuesta que los servicios de salud pueden dar a sus demandas. Una sociedad que cada vez exige una atención inmediata ante situaciones médicas que admiten demora. Y todo ello convive con la necesidad de atender problemas graves que requieren una respuesta ágil y prioritaria.
Sin duda, ni los políticos ni los gestores lo tienen fácil, pero el tiempo de adecuar los servicios a las necesidades actuales ha llegado, es una prioridad. La Atención primaria como parte integrante y fundamental de un nuevo modelo sanitario, nacía a finales de los años 70, en España fue clave la llegada de la democracia y la aprobación de la Ley General de Sanidad en 1986, las siguientes leyes sobre derechos de los pacientes, las trasferencias de los servicios sanitarios a las CCAA, las nuevas inversiones, la adecuación tecnológica al progreso continuo tanto en diagnósticos como tratamientos, el incremento de efectivos sanitarios… Todo ello ha sido así, pero hay que reconocer que aquel modelo de atención primaria se ha quedado obsoleto, incapaz de dar respuesta a las demandadas actuales y por ello se manifiesta insuficiente. Ha llegado el tiempo de emprender nuevas reformas, se necesita retomar la ilusión que llevó a miles de profesiones a apostar por hacer las cosas de otra manera, acordes con los tiempos que vivimos y desde la maravillosa experiencia que hemos acumulado.
Pues bien, aún hoy mantengo la ilusión que cuando llegue el momento de mi jubilación, pueda hacerlo con la satisfacción de ver que se están haciendo los cambios necesarios para superar la difícil situación actual y fortalecer la Atención primaria de Salud. Ese será, sin duda, el mejor cierre para mi carrera profesional.
Aurelia González Martínez
Médico de Familia
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