Hace menos de un mes entraba, de manera inesperada, un nuevo
elemento en la política local, la posible instalación de una planta de
biometano en el término municipal de Tomelloso. El equipo de gobierno, con el
alcalde a la cabeza, está manteniendo rondas de contactos con distintos
agentes, sobre todo con los generadores de residuos susceptibles de ser transformados
en gas, para informarles de la futura industria de biometanización. La planta
estaría a 15 kilómetros del casco urbano y, a pesar de que la coalición que
gobierna el Ayuntamiento considera beneficiosa su instalación —se abastecería casi
principalmente de vinazas y residuos procedentes de la agroindustria local—, el
Consistorio aún no ha firmado nada.
Para el Partido Socialista local, a pesar de que el PSOE de
Castilla-La Mancha apuesta por el biometano, la futura industria (“macroplanta”
la llaman los socialistas) no va a ser “limpia”. Tránsito de camiones con
residuos de otros lugares, llegada de purines y estiércoles, señala el PSOE,
dado que Tomelloso no genera los suficientes desechos. Además, acusan al equipo
de gobierno de “oscurantismo”.
Acaba de entrar otro actor en la controversia sobre la futura
refinería de biogás, la plataforma ‘Stop Biometano Tomelloso’, que claramente
está en contra de la instalación de la planta y que ha convocado una reunión el
15 de noviembre para informar a la población “sobre los riesgos ambientales y
sociales” de la instalación.
Grosso modo y sin profundizar, ni valorar las propuestas
—algo que prometemos hacer cuando tengamos todos los elementos de juicio—,
estas son las posiciones más visibles sobre el biometano en Tomelloso.
Todo esto, en un mundo perfecto, sería normal. A partir de
ahí, se generaría un debate, necesario y sosegado, sobre los pros y contras de
la futura industria. Con altura de miras, nuestros representantes consistoriales
y sociales deberían aportar sus valoraciones, respaldadas, lógicamente, por los
correspondientes informes técnicos. Un debate, a nuestro juico, alejado de la
vorágine (del ruido) político.
Un asunto tan importante (o al menos, así lo consideramos) no
puede ser motivo para una (nueva) e irreductible polarización. Las posiciones inamovibles
campan a sus anchas por las redes, las descalificaciones, juicios de valor,
palabras gruesas, copan los comentarios a las noticias que compartimos en
Facebook sobre la planta. Los perfiles falsos boicotean cualquier posibilidad
de disputa civilizada.
Parafraseando al gran Antonio Resines en el anuncio de una
compañía telefónica, hay que quitarle al debate sobre el biometano todo el “brilli-brilli”,
lo accesorio, la batalla partidista, el ruido y centrarnos en los que importa,
¿es bueno para Tomelloso?
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