Opinión

Historia del Club de Golf: Nuestro primer torneo

Jesús A. Moya Serrano | Jueves, 13 de Noviembre del 2025
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Corría septiembre de 1990, cuando llevábamos 3 meses practicando el Golf en la Vereda, cuando nos dijeron que en El Bonillo había un campo rústico de Golf y desde hacía un par de años por las fiestas del Cristo, celebraban un torneo. Indagamos a ver si podíamos ir a jugar y nos dirigieron al presidente del Club, no recuerdo su nombre, pero era el propietario del Bar “Chirales”, tras unas preguntas nos dijo que nos llamaría si había hueco para jugar y pasados unos días lo hizo. Nos dijo que había muchos inscritos y que teníamos que hacer una ronda de clasificación el sábado previo para ver si pasábamos a jugar el domingo a competir por el torneo, nos apuntamos muy ilusionados por participar en nuestro primer torneo del Golf.

Creo fue el sábado 14 de septiembre, cuando por la tarde tres de nosotros fuimos con más ilusión que juego a el Bonillo, ya comentamos la anécdota con el pastor y su filosofía sobre el juego, conforme llegaba la hora pactada de comienzo iban llegando jugadores locales y cuando estuvimos todos los participantes organizaron los tres partidos que se jugaron esa tarde, un partido de jugadores locales, otro el nuestro con un jugador local para que nos fuese diciendo donde estaban los hoyos. El  tercer partido de lo más curioso, el pasado año 1989, el torneo lo gano un Sr. de Manzanares y en nuestros pueblos y sobre todo hace años, eso de que ganase un “forastero” no gustaba, así que le hicieron pasar la previa pero para la ocasión le colocaron unos compañeros de partido un tanto especiales, los hermanos “Macana”, apodo local (el apodo venía de una serie de dibujos animados “Los Autos Locos” uno de los coches el Rokomovil nº 1, lo conducían dos hermanos, recomiendo ver alguna imagen), ambos de tez morena, bajitos, con pelo lacio, melena larga, se presentaron a jugar con indumentaria poco habitual en el Golf, pantalones cortos Adidas de tres rayas, camisa de tirantes de baloncesto roja con ribetes blancos y una bolsa de palos muy curiosa, un saco de candeal blanco con las típicas bandas azules de unos 30 cm de boca, cuyas asideras para llevarlo al hombro era una cinta de las que se utilizaban para las persianas enrollables, en su interior apenas medio juego de palos, no necesitaban mas según sus palabras. Al campeón del año anterior lo saludamos al inicio, pero se debió ir aburrido, el antídoto local debió ser muy efectivo, no paso el corte.

Comenzamos el partido y el jugador local nos iba indicando como se jugaba el campo; hoyo 1, primera indicación se debe dar a la bola lo mas fuerte posible porque según sus palabras los segundos tiros a green debían ser por bajo, golpe de aproximación a bandera rodado, lo entendimos a la primera si el segundo golpe botaba la bola en lo que se llamaba green se podía ir muy lejos porque aquello estaba duro como una piedra. Los greenes eran de tierra roja compactada con un poco de arena, como llevaba semanas sin llover aquello era una verdadera piedra. Hoyo 2, el hoyo estaba pegado a la carretera, entre el green y la carreta de asfalto, estaba la cuneta que la habían cubierto con arena a modo de bunker, si venia un coche no se podía tirar no querían ninguna desgracia, si la bola votaba en green fuerte, la bola cruzaba la carretera y era fuera de límites, todo un reto.

Llegamos al hoyo 4 un par tres, no muy largo, desde el tee vimos algo que brillaba en el centro, y nos dijo el jugador local que eran unos discos de “vertedera” (piezas redondas cóncavas de metal de alrededor de 80Cm de diámetro) que estaban tapando el agujero de una prospección para un pozo de agua, lo habían hecho unas semanas antes y toda la tierra que sacaron la compactaron alrededor, supongo que los que fueron a hacer el pozo se tomaron la bandera como el sitio donde hacer más grande el agujero. Hecho el pozo, lo taparon y colocaron la bandera unos metros más allá de agujero del pozo, el jugador local nos advirtió que si la bola votaba en los discos saldría muy lejos, así que debíamos tener cuidado… (como si con tres meses jugando pudiésemos controlar dirección y distancia). Transcurrió rápido el juego pues solo había 7 hoyos, dos de ellos se jugaban dos veces desde distintos tees de salida.

Al terminar nos fuimos al hoyo 19, el Bar Chirales; donde merendamos estupendamente y nos dijeron que habíamos pasado el corte para volver al día siguiente al juagar la final, yo creo que nos vieron tan malos que no peligraba el triunfo de un jugador local, además somos gente sociable y nos hicimos socios del club, a ellos les venia bien porque su Ayuntamiento estaba presionando a la Diputación de Albacete para conseguir dinero para el pozo y construir el campo de Golf, cosa que consiguieron pasados unos años con la ayuda de la Federación Española de Golf en los pinares propiedad del Ayuntamiento.

Del resultado ni me acuerdo quedaríamos de los últimos, pero si recuerdo la experiencia que vista a lo largo del tiempo resulta entrañable. Cuando homologamos nuestro campo de la vereda, nuestros torneos en invierno empezaban con unas brasas para desayunar antes de jugar, chorizo y salchichas para comenzar con fuerza la mañana.

Uno años después (Diciembre de 1995) hicimos un clinic, cuando nadie hacia estas cosas, lo impartió Antonio Garrido y su hijo Ignacio, jugadores profesionales, se nos pasó por la cabeza esta posibilidad y fue una coincidencia en un Club de Madrid encontrarnos con este hombre, Antonio Garrido, le abordamos y le explicamos si estaba dispuesto ha hacer una clase practica en nuestro pueblo, le pedimos precio, pero le dijimos que si su pretensión era demasiado alta lo máximo que le podíamos dar era lo que recogiéramos, me acuerdo perfectamente cuales fueron sus palabras, “no te voy a dar precio, yo veo antes donde jugáis y lo que queréis hacer y os digo lo que os cobro”. Y así fue un domingo se vino a Tomelloso le mostramos el lugar donde jugábamos y quienes éramos los miembros del club y su respuesta fue ” yo vengo aquí gratis y me voy a traer a mi familia para que vean esto”. Y así ocurrió la familia Garrido al completo vino y nos hizo una demostración en la vereda, jugo un par de hoyos con nosotros y después nos fuimos a pinilla a comer una caldereta de cordero de la cual todavía se acuerda la familia, de nuestro club y de su campo, os aseguro que se acuerda toda la familia Garrido de este día.

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