El proyecto de instalación de una planta de biometano en
Tomelloso ha abierto un amplio debate público. La Voz de
Tomelloso ha conversado con Ángel Fernández Mohedano, catedrático de
Ingeniería Química en la Universidad Autónoma de Madrid, y con Vicente
Galván López, químico y consultor independiente especializado en economía
circular y gestión de residuos. Ambos coinciden en que se trata de
una tecnología madura, segura y beneficiosa para el medio ambiente
y la economía local.
—¿Qué es exactamente una planta de biometano?
Ángel Fernández: Es una instalación industrial
que transforma residuos agroindustriales —vinazas, restos de cultivo o
estiércoles— en un gas que contiene en torno al 65% de metano. Se
trata de un biogás de origen biológico que, tras un proceso de
purificación, se convierte en biometano apto para su inyección en la
red o para otros usos energéticos.
Vicente Galván: La gran diferencia con las antiguas
plantas de biogás es que ahora se purifica el gas para eliminar el
CO₂ y otros componentes, lo que lo convierte en un combustible limpio y
renovable. Es una tecnología ampliamente implantada en países como Alemania,
Holanda o Dinamarca. En España llegamos tarde, pero el
proceso es perfectamente conocido y regulado.
—Uno de los argumentos críticos apunta a la falta de
residuos suficientes. ¿Está garantizado el suministro?
Galván: Totalmente. En Tomelloso hay unas
tres veces más residuos de los que requerirá la planta. Proceden sobre todo
del sector vitivinícola —vinazas y aguas de limpieza— y de
estiércoles locales. No sería lógico que una empresa invirtiera millones
sin asegurarse primero de esa disponibilidad.
—Se habla de un importante aumento del tráfico de
vehículos pesados…
Fernández: Esos camiones ya existen y circulan hoy
llevando residuos de un punto a otro. No habrá un aumento significativo
del tráfico pesado, y es importante remarcar que no atravesarán el casco
urbano.
—¿Qué beneficios traerá la planta para Tomelloso?
Galván: La gestión correcta de residuos que
hoy se vierten sin control, reducción de malos olores, disminución de emisiones
de gases de efecto invernadero, ingresos fiscales y creación de
empleo. Las vinazas ya huelen ahora; la diferencia es que la planta
las tratará y evitará esas molestias.
Fernández: Lo mismo ocurre con el estiércol.
Hoy fermenta al aire libre, emitiendo metano y amoníaco. Con la planta,
todo se controlará y se obtendrá un digestato que sirve como fertilizante
orgánico rico en nitrógeno, fósforo y potasio, sustituyendo abonos
minerales fabricados con combustible fósil.
—Se ha dicho que el digestato puede ser problemático.
¿Qué hay de cierto?
Fernández: Eso no es correcto. Tras la
digestión, se obtiene una fracción sólida y líquida estabilizada, libre de
patógenos y con los nutrientes concentrados. Su aplicación agrícola está
regulada por la Directiva de Nitratos, con límites claros. Todo estará analizado
y documentado, lo cual aporta seguridad y eficiencia a los agricultores.
—Algunas voces temen posibles efectos en la salud o
contaminación del aire.
Galván: En Europa hay más de 1.700 plantas de
biometano funcionando sin incidentes. Si provocaran enfermedades o
contaminación, no existirían en países tan exigentes como Alemania o Holanda.
Las zonas de trabajo están cerradas, con aire purificado y control de
olores.
Fernández: Ninguno de los compuestos emitidos es
cancerígeno. Son preocupaciones infundadas, rebatibles con datos y visitas
a instalaciones reales.
—¿Existe riesgo de filtraciones al acuífero?
Fernández: Al contrario. El Plan de
Biometanización de Castilla-La Mancha reconoce que el acuífero ya está
contaminado por vertidos incontrolados. Estas plantas, al controlar
procesos y cumplir la normativa, serán una medida correctora.
Galván: El control analítico del digestato y
la aplicación regulada de nitrógeno harán que los niveles de nitratos
en el acuífero tiendan a reducirse.
—Otro argumento crítico es el tamaño de la planta…
Galván: En Europa hay plantas de todos los tamaños,
y esta no es especialmente grande. Si estuviese sobredimensionada, no
sería rentable.
Fernández: Instalar varias plantas pequeñas
multiplicaría el coste y la inquietud ciudadana. La proximidad a los
residuos es fundamental para la viabilidad del proyecto.
—¿Qué papel tienen estas plantas en el contexto
energético nacional?
Galván: La Unión Europea exige reducir la
dependencia del gas externo, de Rusia y los países árabes principalmente.
España tiene la obligación de generar gas propio y el biometano es la vía
directa.
Fernández: No se trata de montar una “fábrica de
gas”, sino una depuradora biológica que trata residuos y genera
energía renovable. Es, en definitiva, economía circular.
—Se acusa a la empresa promotora de ser especuladora.
¿Qué opinan?
Fernández: Nosotros no estamos aquí para calificar
moralmente a nadie. No es nuestra función. Podemos explicar cómo funciona la
tecnología y qué implicaciones ambientales tiene. Lo demás pertenece al
ámbito político y administrativo.
Galván: Nosotros aportamos datos técnicos. Si la
empresa incumple algo, para eso está la administración. Lo que sabemos
es que el proyecto cumple las normativas, como ocurre en cientos de plantas
similares en Europa.
—¿Qué dirían a quienes aún desconfían?
Galván: Que se informen. El Plan de
Biometanización de Castilla-La Mancha está disponible y explica con
claridad qué son estas instalaciones y qué garantías ofrecen.
Fernández: Castilla-La Mancha es una de las regiones
donde más oposición hay, quizás por falta de información técnica
rigurosa. Por eso son importantes espacios de divulgación como este.
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Lunes, 17 de Noviembre del 2025
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