Hace justo 49 años los procuradores de las Cortes españolas, aprobaban la "Ley de Reforma Política" que con tanta valentía, tesón e inteligencia impulsó Adolfo Suárez. Se iniciaba así una importante transformación del sistema de representación política al consagrar la soberanía popular y crear unas instituciones que sustituirán a las de la llamada "democracia orgánica". Se abría el camino a la democracia plena.
Si echamos una mirada atrás, en este medio siglo los avances de nuestro país en todos los órdenes han sido indiscutibles por mucho que se intenten desvirtuar desde posturas apocalípticas, escasamente comprensibles. Gobernada por ejecutivos de centro, izquierda moderada y derecha moderada, España ha dado un salto cuantitativo y cualitativo para colocarse entre los países más avanzados del mundo.
Es mucho lo realizado, y de quedarnos con algo, elegiría cuatro vectores. Se ha avanzado sustancialmente en unos derechos que consagró la Constitución del 78, aquella carta magna elaborada desde distintas sensibilidades políticas que ha sido válida y duradera para marcar unas reglas de convivencia; por otro lado, fue casi revolucionario el hecho de extender la educación universitaria a amplias capas de la población, gracias a las políticas de becas y al propio incremento del nivel de vida de los ciudadanos.
Como tercer vector, destaca la atención a los grupos más vulnerables de la población: discapacitados, mayores, mujeres, personas con pocos recursos….y, por último, España aprovechó bien el trampolín de la entrada en Europa. El de la UE, con sus márgenes de mejora, es el proyecto transnacional más consolidado y potente de todo el planeta. Y a ello añadiría el hecho autonómico por lo que supuso de acercar instituciones a los ciudadanos y que poblaciones, como por ejemplo Tomelloso, dispusieran de muchos más servicios, recursos e infraestructuras.
Y viene bien recordar todo esto en unos momentos en que la política sufre descrédito, hasta escarnio diría yo, salpicada por casos de corrupción, el desaliento en las capas jóvenes de la población y algunas imperfecciones en el sistema que exasperan, con razón, a los ciudadanos
Un destacado dirigente político aseguró que la política no acaba nunca; gran verdad porque siempre aparecen en el camino problemas, nuevos retos y necesidades. Con los jóvenes hay muchas asignaturas pendientes, como la vivienda o el acceso al empleo como las más acuciantes, también con los agricultores en un mundo global y competitivo que plantea muchos desafíos; la inmigración que debe tratarse con la sensibilidad que merecen personas que tienen derecho a buscar un futuro; mejoras urgentes en sanidad y los retos que plantean el cambio climático o las nuevas tecnologías, entre otros muchos. La nueva tarea que hay por delante la tendrá que encarar la política, necesaria e imprescindible siempre. En la española, visto lo realizado en medio siglo, podremos esperar siempre lo mejor.
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