Con una sonrisa de oreja a oreja y con la ilusión
intacta de la cercana Navidad, abandonábamos anoche la iglesia de la Asunción
tras el soberbio Concierto de Navidad de la Coral y la Orquesta del
Conservatorio de Tomelloso. Dirigidos músicos y cantantes por Mariely
Blanco, el recital tuvo en el “Gloria” de Vivaldi su parte central
—así se tituló el concierto—, completado con piezas eminentemente navideñas.
El público, que abarrotó el templo, premió a intérpretes y directora con
una larga, sonora y merecida ovación. Entre los asistentes, la teniente
de alcalde Eloísa Perales y la concejala de Cultura, Inés Losa, que
disfrutaron del recital.
La belleza como alimento del espíritu
El alma necesita alimento y reacciona, sin remedio, ante la belleza.
Y esta, la belleza, obra milagros. Sin ir más lejos, un servidor no es
nadie los domingos por la tarde: la abulia se apodera de uno y el día
languidece en el sofá. Pero este domingo, en cuanto la directora de la coral hizo
vibrar el diapasón, la sangre volvió a circular por las venas y a llevar a
cada célula, además del imprescindible oxígeno, las impagables sensaciones
de un gran concierto. Puede sonar exagerado, pero no lo es. Y no fue solo
este cronista quien lo sintió.
Un inicio que envolvió el templo
Con Haendel, “Benedicat vobis”, y con los
miembros del coro llegando desde distintos lugares del templo, cantando hasta
el altar, comenzaba el recital. Pilar González, que condujo el acto,
recitó un poema inédito de Natividad Cepeda, compuesto ex profeso
para la ocasión. Continuó el concierto con “Gaudete”, de las canciones
pías del siglo XVI —y, en verdad, que nos alegramos—. Siguió el cántico
navideño “Oh holy night”, de Adolphe Adam, con José Hernández
Párraga como solista. La primera parte concluyó con la “Sinfonía Mesías”,
basada en la cantata de Haendel, interpretada por la Orquesta del
Conservatorio.
El corazón del concierto: Vivaldi
Con la exuberante, alegre y conocida apertura del “Gloria”
RV 589 de Vivaldi comenzaba la segunda parte. Durante los doce
movimientos —media hora— que componen este hito de la música religiosa
coral, presentado en forma de motete, la obra se desplegó para orquesta,
coro y solistas. Anoche, las solistas fueron componentes de la Coral del
Conservatorio de Tomelloso. No dio tregua Mariely Blanco: músicos y
cantantes contagiaron el optimismo de Vivaldi y, cuando la directora
bajó la mano, el público prorrumpió en una ovación que habló por todos.
El valor de lo cercano
Y todo esto, llevado a cabo por cantantes aficionados,
personas que roban tiempo a su descanso para hacernos más felices. Una
señora del público lo resumía con acierto: “No somos conscientes en
Tomelloso de lo que tenemos”.
Un broche de emoción y gratitud
ras el “Gloria” llegó el “Aleluya” del Mesías
de Haendel. Nazareth Rodrigo, concejala y directora general de Asuntos
Europeos, se unió a la coral. Con esa pieza podría haber terminado el concierto
—¡vaya broche!—, pero hubo tiempo para los agradecimientos: al Ayuntamiento,
a la parroquia de la Asunción y a Natividad Cepeda. La escritora,
agasajada por la Coral, confesó no tener palabras; señaló que era la primera
vez que escribía un villancico y lo puso a disposición de la formación.
La directora reiteró los agradecimientos, felicitó al
coro, a los músicos y a los solistas, y deseó la Feliz Navidad al
respetable. Blanco animó al público a acompañar las dos propinas: “Adeste
fideles”, afortunadamente en latín, y “Noche de Paz”.
Como decimos, nos fuimos felices, henchidos de
espíritu navideño y con la certeza de que, cuando la música es verdad, Tomelloso
suena mejor.
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Lunes, 22 de Diciembre del 2025
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