No es tarea sencilla decidir quién merece ser el Personaje
del Año. En la redacción de La Voz siempre es motivo de debate, hay muchos
tomelloseros y tomelloseras que brillan en distintos ámbitos, dentro y fuera de
nuestra tierra… pero teníamos que elegir a uno. Y el escogido ha sido José
Almarcha.
El guitarrista tomellosero ha tenido un año de auténtico
vértigo, ha publicado otro disco, “Nuevo Paseo”; ha actuado en escenarios de
España, Reino Unido y otros países; y, sobre todo, ha consolidado un lenguaje
musical propio, una forma de entender el flamenco que es reconocible desde
el primer acorde. Su trayectoria ya no es una promesa, sino una confirmación.
Almarcha es hoy una de las voces más personales y respetadas del flamenco
instrumental actual.
—Presentó “Nuevo paseo” en la Sala Galileo, ¿cómo fue?
—Una noche muy especial, de las que no se olvidan. La
sala se llenó hasta la bandera y tuve la suerte de contar con artistas que
admiro profundamente. Vinieron Javier Ruibal, Carmen Linares, Gema
Caballero, Lucía Ruibal y Juan Debel. Todos ellos participaron en un
concierto que, para mí, fue mágico. Había emoción, nervios, alegría... y la
sensación de estar dando un paso importante en mi carrera. Fue un estreno de
disco que me llevo conmigo para siempre.
El guitarrista, nos explica, recuerda aquella noche con una
mezcla de nostalgia y gratitud. No era solo la presentación de un disco, sino
la consolidación de un sonido. “Nuevo Paseo” es un álbum en el que el flamenco
dialoga con otras músicas, sin perder su esencia. Y eso, en palabras de
Almarcha, “no es nada fácil de conseguir”.
“He tocado en medio mundo, pero cuando vengo a Tomelloso,
toco diferente”
—En enero regresa a Tomelloso, al Teatro Marcelo Grande,
con su banda completa. ¿Qué significa para usted tocar en casa?
—Cuando voy al pueblo, toco diferente. Me siento en
casa, arropado, querido. En Tomelloso siempre se me ha tratado muy bien. Tengo
la sensación de que la gente me respeta, me sigue, y eso me da mucha fuerza. Aquí
no tengo miedo de mostrar lo que hago. Vengo sin filtros, sin miedo, a
pecho descubierto. Es una sensación muy bonita.
Y es que el 31 de enero, Almarcha ofrecerá un concierto muy
especial. Subirá al escenario con toda su banda, incluyendo a músicos de
enorme calidad como André JahJah (piano), Víctor Guadiana (violín y
eléctrica), Guillermo (batería), Chuso (bajo) y las coristas Marta
Ramos, Margo Fernández y Auris Salazar. Además, contará con la bailarina Lucía
Ruibal y Cristina Correas, dos artistas invitadas que aportarán su
toque de frescura y emoción.
—Cristina es una joven cantaora con un talento enorme, explica. Ya no es una promesa, es una realidad. Tiene una voz preciosa y una manera de estar en el escenario que enamora.
“Estoy abriendo un camino propio”
José Almarcha habla despacio y con las ideas claras. No
necesita impostar grandeza: la transmite con naturalidad. Su discurso es el de
un músico que ha encontrado su sitio sin dejar de buscar.
—Su música se ha descrito como flamenco contemporáneo con
alma de jazz y corazón de rock. ¿Se siente identificado con esa definición?
—En parte sí, aunque yo lo veo más como una manera de
dialogar entre mundos. No se trata de poner a una batería a tocar por bulerías
o de forzar la mezcla. Para mí, lo importante es que cada músico siga siendo
quien es. Si tengo un pianista de jazz, como André JahJah, quiero que toque
jazz desde su lenguaje, pero sobre mi música. Yo sigo tocando flamenco, pero
dejo que el resto aporte su color. Y ahí, en esa mezcla natural, surge algo
nuevo y honesto.
Esa búsqueda, dice, es lo que da sentido a su trabajo.
—No me interesa hacer fusiones por hacerlas. Me
interesa encontrar un lenguaje propio. Creo que el flamenco tiene todavía mucho
por decir y que puede convivir con otras músicas sin perder su alma. Lo
importante es que el resultado siga siendo flamenco, que siga emocionando.
“Con Javier Ruibal y Carmen Linares viví un sueño”
Entre los muchos logros de este año, hay uno que brilla con
luz especial: la colaboración de Carmen Linares y Javier Ruibal
en el tema Baladilla de los tres ríos, inspirado en un poema de Lorca.
—¿Cómo fue trabajar con ellos?
—Fue un sueño, de verdad. Cuando se me ocurrió la
idea, pensé en ellos porque los dos están muy ligados a la poesía y a Lorca. Lo
que no imaginaba es que me dirían que sí tan rápido. Javier fue el primero
en aceptar, con una generosidad enorme. Luego hablé con Carmen, y también
se entusiasmó. De hecho, era la primera vez que grababan juntos, y para mí fue
un privilegio ser el motivo de ese encuentro. Es algo que guardaré siempre como
un tesoro.
El guitarrista habla con una mezcla de respeto y emoción
contenida. La admiración por sus referentes se nota en cada palabra.
—Tener en un disco mío a dos buques insignia de la música
española es algo que aún me cuesta asimilar.
En tiempos de plataformas digitales, lanzar un disco es casi
un acto de fe. Pero Almarcha lo tiene claro, “el formato físico puede que
esté en declive, pero el arte de hacer un álbum sigue siendo esencial.”
—¿Cómo está funcionando “Nuevo Paseo”?
—Bien, dentro de lo que cabe. Hoy los discos se
venden poco, eso es una realidad. Pero en los conciertos todavía hay
románticos que se lo llevan firmado, aunque muchos no tengan ni aparato
para escucharlo. Es bonito, porque significa que quieren tener algo físico, un
recuerdo del momento. Además, los medios especializados y la gente de mi pueblo
se han volcado mucho. He recibido críticas muy buenas, y eso anima a seguir.
“Estoy contento con el camino que he tomado”
—¿Qué le motiva ahora?
—Estoy haciendo lo que quiero hacer. Mi música nace
de dentro, sin pensar en modas ni tendencias. Y eso, en un mundo tan inmediato
como el de hoy, me parece importante. Vivimos una época en la que todos
parecemos fotocopias unos de otros, y yo quiero ir un poco a contracorriente. Creo
que he encontrado una línea reconocible, un sonido que la gente identifica
conmigo. Eso me da paz.
Esa autenticidad le ha llevado a recorrer medio mundo con su
guitarra. Este año ha pasado por festivales en Cádiz, Chiclana, Villafranca
de los Caballeros, El Puerto de Santa María y el Reino Unido, donde ofreció
una gira de doce conciertos.
—Allí toco mucho en salas de jazz, comenta. Y la
gente lo ha recibido de maravilla. A veces pienso que el flamenco se entiende
mejor fuera que dentro, porque lo escuchan sin prejuicios.
—¿Cómo ve la evolución actual del flamenco, con
propuestas más experimentales?
—La veo muy bien. El flamenco siempre ha sido una
música viva, que cambia, que absorbe. En los 70 y 80, Paco de Lucía, Manolo
Sanlúcar o Enrique Morente abrieron puertas con el jazz, la música
sinfónica o el rock. Ahora vivimos algo parecido, pero con otras herramientas. Rosalía,
por ejemplo, ha hecho un trabajo muy interesante, ha abierto una puerta a
nuevas generaciones. Todo lo que sume, todo lo que haga crecer al flamenco, me
parece positivo.
El guitarrista considera que estamos en un momento de
transición:
—Ahora se están abriendo caminos nuevos. Dentro de 20 o 30 años veremos qué queda, qué se filtra, qué se convierte en parte del ADN del flamenco. Pero eso forma parte de la evolución natural del arte.
—¿Y qué espera del 2026?
—Seguir trabajando, seguir creando. Tengo ya cuatro o
cinco temas nuevos y quiero profundizar en esta línea que abrí con “Nuevo Paseo”.
Me gustaría grabar algo nuevo hacia finales de año o principios de 2027, algo
más maduro, más interiorizado. Creo que aún me queda una vuelta de tuerca
que darle al concepto.
Antes de despedirnos, le preguntamos si, después de tanto
viaje, sigue sintiéndose el mismo chico de Tomelloso que empezó a tocar la
guitarra con ilusión.
—Sí, claro. Al final, todo parte de ahí. De ese niño
que soñaba con vivir de la música y que ahora puede hacerlo. Llevo a
Tomelloso conmigo, siempre. Y cuando subo al escenario y miro al público,
me acuerdo de mi tierra, de mi gente. Eso no se olvida.
El toque de un tomellosero universal
José Almarcha representa una manera de entender la música y
la vida: con humildad, trabajo y amor por las raíces. Ha demostrado que se
puede ser moderno sin perder autenticidad, flamenco sin repetir
fórmulas y local con vocación universal. Su guitarra suena en medio
mundo, pero su corazón sigue latiendo al compás de Tomelloso.
Por todo eso —por su arte, su entrega y su humanidad—, José
Almarcha es el Personaje del Año 2025 de La Voz.
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Miércoles, 31 de Diciembre del 2025
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