Cuevas

La cueva blanca de Consuelo Carretero

La Voz de Tomelloso continúa su recorrido por las cuevas de la ciudad

Carlos Moreno | Viernes, 8 de Junio del 2018
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Más de una docena de cuevas hemos visitado desde que La Voz de Tomelloso hiciera su aparición. Hoy hemos visitado dos; la cueva de Consuelo Carretero que amablemente nos ha enseñado su hija Consuelo Montañés. No nos cansaremos de agradecer la gran hospitalidad de los vecinos de Tomelloso que nos acogen en sus casas como si nos conociesen de toda la vida a los periodistas, también a nuestro experto  en cuevas, José María Díaz y la arquitecta, Ana Palacios, que nos ha vuelto a acompañar para admirar estas dos joyas arquitectónicas.

La Cueva de Consuelo Carretero, en la calle Carboneros, llama la atención por la blancura de sus paredes y el techo. “La enjalbegaron hace poco”, dice la amable anfitriona que baja con nosotros por una escalera que divide en dos la fresquera. El motivo es que anteriormente la cueva tuvo una entrada diferente a la actual. De hecho, observamos el hueco tapiado de la entrada original.

Nuestra primera pregunta se refiere, como casi siempre, hace alusión a la fecha de construcción de la cueva. Consuelo nos habla de un cuaderno particional del año 1906 que nos da la pista de que pudo construirse en los primeros años del siglo XX o incluso antes. La cueva contiene doce hermosas tinajas de barro, de una capacidad de 350 arrobas, que fueron introducidos por la lumbrera que viene a estar ubicada en el centro del techo esculpido en la tosca.  

Es una cueva de tamaño mediano que, a diferencia de otras, no tiene canaleta. Nos fijamos en el empotrado y unos agujeros condenados que en su tiempo sirvieron para ventilar la fresquera. Y es que la gente que construía las cuevas estaban en todos los detalles para que fueran lo más prácticas y funcionales posible.

El suelo es de tierra, si bien posteriormente fue recubierto con una pequeña capa de cemento que se ha ido cuarteando con el paso del tiempo. Y como siempre José María nos invita a percatarnos de un detalle; algunas de las tinajas se elevan sobre una base de cemento con el fin de nivelarlas por las bocas y  producir un mejor efecto estético. Nos fijamos un hueco que tiempo atrás estuvo ocupado por una tinaja más pequeñas, al final hay un tonel y el socorrido pocillo que se utilizaba para los caldos y por si reventaba alguna de las tinajas. Los peldaños de la escalera están rematados con listones de madera con el fin de que no se esportillaran los escalones . Cuando subimos arriba, Consuelo nos invita a pasar a una habitación donde hay dos prensas, la de primera y la de segunda, una destrozadora, el ventilador y una bomba, elementos indispensables en la vida de los antiguos bodegueros.


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