Llevan unos días los
agricultores fumigando las viñas para evitar enfermedades en las cepas y
asegurar la producción de uvas, que nos den vinos exquisitos, como todos los
años, incluso superando la producción y el refinamiento de sabores.
Y digo yo, que no nos
vendría mal una fumigación de sentido
común en alta definición a la sociedad, para evitar algunos comportamientos
tan postizos como falsos.
La dimisión del ministro
de Cultura Màxim Huerta es uno de los últimos síntomas, a mi modo de ver, de un
puritanismo estricto aplicado al comportamiento.
Nos sabemos de memoria las reacciones de los partidos políticos ante los casos de corrupción. Las acusaciones
de unos contra otros. Se nos produce una erupción mental, siempre que se
descubren noticias relativas a esos
mundos.
Immanuel Kant
Quieren depurar a los
demás, no a sí mismos. Y cuando descubren un renuncio en las filas del partido,
si lo denuncian, presentan el hecho casi como una heroicidad. Y esto me vale
para cualquiera de los partidos españoles o de Europa.
El puritanismo es un
movimiento religioso de los siglos XVI y XVII, se dio en Inglaterra y Escocia;
intentaba purificar la doctrina católica defendiendo una rigidez extrema y por
lo tanto las costumbres y comportamientos. También se habla de puritanismo
cuando se juzgan con escrupulosidad excesiva conductas privadas o públicas.
Me parece que el intento
de Friedrich W. Nietzsche (s. XIX) en su nihilismo, queriendo destruir los
valores del hombre civilizado, que habían defendido la moral, la metafísica y
la religión y que tan de moda estuvo en las universidades españolas en los años
setenta y ochenta, nos ha afectado de un modo especial en nuestros días. Es la
queja que surge de tantas bocas lamentando la pérdida de valores que sufre
nuestra sociedad.
Tal pérdida de valores
provoca toda una colección de desmanes de mayor o menor gravedad en cualquier
estrato de la sociedad. Ésto queremos corregirlo con jueces, cárceles,
denuncias y multas. Lo cual nos lleva a una represión de comportamientos, no a
una orientación y sanación de conductas equivocadas.
Friedrich Nietzsche
Saltan las denuncias en
los noticiarios como palomitas de maíz en la sartén. Y tras los juicios
mediáticos y legales, la sonrisa de los contrarios políticos contrasta con la rigidez facial del sentenciado pensando: “en otra ocasión serás tú”.
Se me ocurre que, dentro
de una asepsia religiosa, incluyendo creyentes y no creyentes; para llevar a
cabo “la fumigación con sentido común” podríamos echar mano de un filósofo
alemán llamado Immanuel Kant, quien en su libro “Crítica de la razón práctica”
estudia lo que él llama imperativo categórico.
Se trata de una norma que
nos ayudaría a todos en nuestras relaciones sociales, lo formula de diversos
modos, uno de ellos es: “Obra siempre
según una máxima que puedas querer que se convierta en ley universal”.
Es una norma puramente
formal, no dice qué hacer, sino cómo
obrar. Supera la otra norma más conocida en nuestra cultura de “no hagas a los demás lo que no queras que te
hagan a ti”. Tampoco dice lo que es bueno y lo que no. Llama a la
responsabilidad de cada uno, para elegir el criterio con el que actuar. Ese
patrón debe ser cumplido en primer lugar por el propio autor. Y será él quien
según los resultados de tal comportamiento lo desee para los conciudadanos.
No exige un puritanismo
falso como lo vive nuestra sociedad y en especial nuestros políticos
nacionales. No se trata de buscar en qué punto de la vida de éste o de aquel
hubo algún hecho turbio para sacarlo, publicarlo y demostrar al mundo lo inepto
que es para tal puesto de gobierno. Exigiendo (no pidiendo) siempre su
dimisión.
Al final me invade el
pesimismo al pensar en los montones de basura, que ya hay y los que cada día se
van descubriendo, por el egoísmo de unos, por el afán de mando muchos y por el
hambre de dinero de todos.
Sin embargo me queda un
hálito de esperanza, creo que un mundo mejor es posible.
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Sábado, 3 de Mayo del 2025
Sábado, 3 de Mayo del 2025