Tomelloso

“El mundo de la danza es muy sacrificado”

Agustina Gallego dirige desde hace treinta y dos años una Escuela de Danza en Tomelloso que es ejemplo de profesionalidad y buen hacer

La Voz | Viernes, 29 de Junio del 2018
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Casi treinta y tres años, que se dice pronto, lleva funcionando en Tomelloso la Escuela de Artes Marciales y Danza que dirigen Cristóbal Orea y Agustina Gallego. Ella es la protagonista de este reportaje justo después de la Gala de fin de curso que tuvo lugar el pasado miércoles y que fue un rotundo éxito. Durante estas tres décadas, Agustina Gallego ha ido modelando bailarinas y personas, con una entrega y profesionalidad reconocida por todos. La Voz de Tomelloso ha entrevistado a un mujer que vive por y para su trabajo.

-¿Quedó satisfecha del resultado de la Gala del otro día?

-Muy contenta. Participaron unas 75 niñas, fueron dos horas muy intensas de actuaciones y el público que llenó el teatro se lo pasó bien. Lo más importante de todo es que la Gala fue a beneficio de la AECC, algo que ya es tradicional en todo el tiempo que llevamos en Tomelloso. Nos gusta apoyar a asociaciones y ONGs que trabajan por los demás.

-Mantener la Escuela abierta más de treinta y dos años es todo un éxito, ¿no cree?

-Sí, es cierto. Después de tanto tiempo me siento como una tomellosera más. Soy de Villarrobledo, allí tengo abierto otro estudio, pero Tomelloso nos ha acogido muy bien. Una Escuela privada que sigue contando con el respaldo del público, con esa ilusión, es para mí un orgullo. 

-Además el mérito es mayor si tenemos en cuenta la creciente competencia de gimnasios y academias de baile…

-Sí claro, nosotros fuimos pioneros pero a lo largo del tiempo, como es lógico y natural, han ido apareciendo más proyectos, cada uno con su forma de trabajar el mundo de la danza. Creo que sobrevivir a esta creciente competencia es todavía más motivo de orgullo. Nuestra escuela es pequeña, no nos gusta el modelo de macrogimnasio, porque preferimos un contacto personal y cercano con la gente. Ofrecemos muchas cosas, pero nos centramos en el taekwondo, la danza clásica y la danza española. Ofertamos algo de danza urbana, de salón también, pero más como complemento.

-Usted siempre ha defendido a ultranza la danza clásica, ¿Por qué?

-Me dicen que soy muy purista en este sentido, pero creo que el bailarín o bailarina que atesore una buena formación de danza clásica, cuando toque otro estilo, ya sea moderno, español o contemporáneo, le vendrá de maravilla haber tenido esa formación porque la danza clásica es la madre, es la base, unos cimientos 

-¿Es muy sacrificado para las niñas  el mundo de la danza?

-Es bastante sacrificado. Empiezan a los tres años, quizá, porque les gusta a ellas y también a las mamás. Cuando van creciendo algunas lo van dejando, porque la danza exige muchas horas de ensayo. También preparamos exámenes oficiales y también hemos implantado la Royal Academy de Londres, con sus examinadoras que vienen aquí a nuestro estudio. Preparamos también para el acceso a los conservatorios españoles. Es algo similar a lo que sucede en las carreras de música o en el deporte. Es duro, pero compensa porque también tiene sus salidas laborales.

- Las niñas entran en la escuela siendo muy pequeñas, pero… ¿hasta qué edad suelen estar?

-El problema es cuando cumplen 18 años y se tienen que marchar fuera. Es el inconveniente que surge al estar en un pueblo o una ciudad pequeña que se corta todo. Compañeras mías que están en grandes ciudades siguen siempre con sus clases, porque a sus alumnas les gusta, lo llevan en la sangre. A mí esa continuidad me da mucha envidia.

-En cualquier caso, las alumnas permanecen mucho tiempo y deben ser muy grandes los lazos afectivos que se generan, ¿no es así?

-Por supuesto. Siempre que se van a estudiar fuera no podemos evitar las lágrimas, al fin y al cabo, son como mis hijas, después de tanto tiempo. Ahora tengo hijas de otras alumnas mías o gente que da clases por ahí, que también han sido mis alumnas. Voy por la calle y la gente me saluda y me recuerda vivencias que pasaron en la escuela. Lo más bonito de todo es que cada niña tiene una personalidad diferente, tienes que ir luchando con ellas, y eso genera unos lazos de amistad muy grandes, con ellas y también con las madres. Ellas vienen y, con toda la confianza del mundo, me dejan aquí a sus hijas para que trabaje con ellas, eso para mí es lo más importante de todo.


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