Hace unos días, habiendo
transcurrido gran parte de la mañana,
sonó el timbre de la puerta de mi casa. Pensé que era alguna persona pidiendo
limosna, lo que me enfada mucho, porque gente sin escrúpulos explota a personas para hacer negocio;
casi siempre mujeres y en algún caso jóvenes e incluso niñas, que no se
conforman con algo de comer o ropa de
abrigo. En ningún caso aceptan la invitación de llegar a Cáritas, puesto que
ahí van a intentar solucionar su problema, remediando el hambre o el vestido,
pero eso no cubre las exigencias de la explotación del degenerado que las envía.
Otras veces es solo el modo de vida (la mendicidad) para no trabajar.
Cuando abrí la puerta
encontré a una señora rondando los cincuenta y tantos años, bien vestida y
decorosamente arreglada, con peinado moderno de peluquería y una tablet en la
mano. Me dio “los buenos días” con
sonrisa de vendedora de perfumes. De inmediato pensé que me ofrecería
alguno de sus exquisitos productos, o tal vez un suscripción a la última y
exclusiva edición escrita o en ibook del diccionario de Esperanto.
Pues también erré. La
señora indagaba sobre mi conocimiento y lectura de la Biblia. ¿Conoce usted la
Biblia?, me dijo. Bueno, un poco, le respondí.
¿La ha leído?, insistió. Pues sí, de joven me propuse leerla entera
desde el primer libro al último y lo conseguí, le contesté.
A estas alturas ya me
percaté de que se trataba de una testigo de Jehová, aunque me despistaba que no
llevara acompañante; posteriormente pensé que su nivel de preparación y
valentía testimonial podrían sustituir la presencia del segundo testigo.
Pero –volvió a atacar la
testigo señora- ¿entiende usted lo que lee? Respuesta: Creo que sí, aunque a veces los escritos son tan
enrevesados que necesito releerlos y para entender algo. Evidentemente yo me
refería a cualquier texto que cayera en mis manos, pero ella creyendo que me
refería a la Biblia se ofreció para iniciarme en su lectura y estudio.
Le adelanté que tal
estudio me interesaba mucho. Lo practico casi a diario, estoy en un grupo
parroquial donde leemos y analizamos
algunos libros de la Biblia y me ayudo
con mis conocimientos de Latín y Griego.
En este punto de la conversación
la testigo lanza su dardo más mortífero: ¿Cómo interpreta usted los textos que
lee? No sé si la inquisidora quiere que yo le explique en la puerta de la calle
los textos de los 73 libros, que contiene la Biblia. Ante mi impotencia para
explicarle todos los textos en unos instantes, me insiste afirmando que en todas las biblias dice lo mismo. Lo mismo
sí, añado, pero con expresiones distintas. Según las traducciones, pero el contenido es el mismo,
le digo. Lo que no la convence.
Me espeta de pronto, que
nosotros (creo que se refiere a los cristianos católicos) no respetamos el
nombre que da La Biblia a dios: Jehová, y le hemos puesto otro nombre: “Ja”. Mi
asombro es mayúsculo, nunca he leído ese nombre en ningún texto bíblico, así se
lo comunico. Pero no se apea del burro. Insiste con la misma afirmación dos,
tres, cuatro veces.
Se me va tensando el genio.
Le comunico que “dios” es un nombre genérico (Zeus lo llamaban los griegos y
Júpiter los romanos) que lo llamamos de distintos modos según culturas para
entendernos, de acuerdo a nuestras tradiciones y creencias; que es simbólico. Poner
nombre a alguien es, bíblicamente, tener dominio sobre él y me parece que no
estamos por encima de Dios. Sigue en su terquería: Pues si Dios no tiene nombre
¿cómo santifican ustedes su nombre?
Ya no puedo más. Despido a
la señora insistente con toda la educación que tengo, le deseo buen día y
cierro la puerta.
Pienso: Cuánta incultura
tenemos en temas de religión. Qué poca modestia para tapar nuestra ignorancia.
Qué atrevimiento publicar las simplezas que nos han inculcado sin contrastar la
certeza de tantas afirmaciones. Qué
descaro ir por las calles y casa por casa intentando convencer de idioteces tan
grandes. Asombra el cinismo de utilizar aulas o centros catequéticos, para
imbuir como verdades de fe lo que solo son afirmaciones culturales y costumbres
de un tiempo pasado.
No, no estoy refiriéndome
sólo a la señora visitadora y al grupo que la respalda. También incluyo a
muchos catequistas, profesores de religión, sacerdotes y un número muy alto de
responsables de tantas religiones. Y desde luego en el grupo de los necesitados
de conocimientos y estudio yo estoy muy cerca de la cabeza.
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Martes, 23 de Abril del 2024
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