Los carreros han iniciado la faena a las nueve la mañana en la Huerta Marquina en una mañana de niebla en la que el frío no apretaba demasiado. Para la labor han utilizado tres pares de mulas y se ha realizado la siembra con esa destreza, habilidad y oficio de antiguamente. A pesar de los muchos años que han pasado, los carreros siguen teniendo bien presentes los secretos de un oficio que mamaron desde niños. Después de las últimas lluvias, como suelen decir los labradores, la tierra estaba buena y los trabajos se han realizado a la perfección.

Contemplar el trabajo que han realizado esta mañana los carreros nos trasladaba a una estampa de otro tiempo y han sido muchas las personas que se han acercado para ver de cerca esta antigua tradición. Después del trabajo ha llegado el momento de reponer fuerzas, gracias a un completo almuerzo  gachas, tocino, aceitunas, queso y vino que los asistentes han compartido desde una agradable conversación”.

“Ha hecho buena mañana y la verdad es que se ha podido sembrado bastante bien, -nos ha comentado Nicomedes Marquina-, uno de esos tomelloseros tercamente empeñados en que no se pierdan las tradiciones de Tomelloso-. “A lo largo del año tratamos de revivir antiguos oficios, costumbres y tradiciones  para que no se pierdan y los puedan conocer generaciones más jóvenes”.

Nos despedimos y muchos de los carreros nos desean unas felices Navidades. Las mulas descansan tranquilas después del trabajo. Nicomedes Marquina sigue departiendo con todo el mundo y recitando algún que otro verso. La niebla no acaba de abrir, pero la mañana es agradable, mucho más en compañía de estas buenas gentes de Tomelloso.