Jueves Santo por la tarde, pueblo manchego, una calle
por la que va a discurrir la Procesión, que llaman del Prendimiento. Comienza el
desfile procesional con distintas imágenes, bandas de música, señoras y señores
con velas en las manos, nazarenos de varios colores; aparece el paso de Jesús Nazareno con las
manos atadas y un chico con una edad en torno a los diez años pregunta: “Mamá,
ese señor que llevan en esta carroza ¿quién es? ¿Por qué lleva las manos atadas? ¿Ha hecho
algo malo?
Es un sucedido del que fui testigo. La curiosidad me
venció y necesité mirar con estupor al niño y a la mamá, que intentaba explicar
sin demasiado éxito la representación, al igual que no daba abasto a responder
las continuas e impertinentes (para ella) preguntas del “chavalete”.
Me asombra la falta de conocimientos de religión de nuestra sociedad. No hablo de
conocimientos de alta Teología, tampoco de dominar las enseñanzas de las
principales religiones. Me refiero a unos conocimientos normales, como… “de
andar por casa”, al mismo nivel de otros conocimientos que poseemos en
distintas materias y asuntos de la vida, sociedad, cultura, música, que en
muchos casos y en infinidad de personas son extraordinarios.
Tampoco me refiero a tener tanta ciencia en religión
como para competir con Tomás de Aquino, Von Balthasar, Karl Rahner o Hans Küng.
No, bastante menos.
Tengo la sensación de que existe en la sociedad como un
remolino de ideas preconcebidas, otras influidas por la moda, otras simples y
tontas como las cabezas que las paren engreídas, porque pueden contarlas a
otros, a los que consideran igual de lelos que él o ella mismos. Corrientes
de ríos revueltos y expuestas en las
cátedras de las televisiones de
programas ramplones, toscos y vulgares.
Entre esas ideas de moda mugrienta no tiene cabida por
supuesto lo que pueda enseñar la Filosofía, relegada por las leyes orgánicas de
enseñanza en los centros educativos a segundo orden, porque enseña y ejercita a
pensar y tomar decisiones responsables. A los ciudadanos se los gobierna mejor
con poca formación intelectual y menos juicio crítico sobre los aconteceres de
la existencia.
En ese submundo de ideas aireado en redes sociales se
menosprecia y ridiculiza lo que tenga que ver con la Religión Católica; no así,
si se trata del Islam, a ésta pienso, más por miedo a represalias de fanáticos
que por respeto y consideración que toda religiosidad merece. Tal actitud está
mantenida por gentes que se consideran políticamente de izquierdas. Con lo cual
demuestran una ignorancia supina. Siguen pensando, al igual que con otros
asuntos, que la Iglesia es franquista en su esencia. Por el contrario, debo
aseverar que, conozco gran número de personas con auténtica ideología y
compromiso de izquierdas, políticamente hablando, que mantienen, a la vez, un compromiso muy fuerte
de fe y de actividades religiosas.
Cuando hablo de incultura religiosa no me refiero a
saberse el santoral diario, ni a recitar de memoria el libro de los salmos,
simplemente saber moverse en este tema con cierta soltura.
Sigo aclarando. El hecho religioso es algo tan constatable
como cualquier hecho cultural, histórico y social, e ignorarlo o querer taparlo
es simplemente de una estulticia sin precedentes.
Tampoco se trata de apelar a que somos un país laico.
Muchos no diferencian entre un estado laico, profano, secularizado o
simplemente independiente y resumen la convicción afirmando que el gobierno de
una nación no debe relacionarse con la Iglesia. Creen que un estado laico es el
que mantiene una actitud de enfrentamiento o como mínimo de poca simpatía y
aprecio.
No saber de religión incluye el desconocimiento de
miles de años de historia del mundo, de nuestro país en concreto y la
ignorancia de la interrelación entre cristianismo y sociedad en el pueblo que
habitas.
El mundo del arte, de la pintura, de la escultura, de la arquitectura, de la literatura tiene
capítulos excepcionales, debidos a la religión, en sus obras y en las
maravillas que han conseguido en los lienzos, piedras y letras.
Concretando, poseer conocimientos sobre religión no es
ir a catequesis ni estar afiliado a cofradías y hermandades, solamente. Se
trata de disfrutar de cultura también en cuanto a lo religioso, del mismo modo
que disfrutas de tu sabiduría y preparación en distintos temas.
Esto deberíamos aplicárnoslo todos, seamos ateos, agnósticos, creyentes,
practicantes, fieles devotos o simplemente personas con ganas de saber, pensar
y conocer.
El saber nos hace observar el mundo que nos rodea con
más posibilidades de disfrutar y ser felices.
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Sábado, 4 de Mayo del 2024
Domingo, 5 de Mayo del 2024
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