Esta semana ha venido con la noticia del
encuentro del Padre Rafael Leiva con EL PADRE.
La cita sin retorno que desde la FE
puede suponer alegría pero desde
los sentimientos humanos son noticias
tristes. La contradicción en el sentir la vida se hace un poco más intensa en los
momentos de la muerte de alguien querido. Se va, sabemos que no nos deja, pero
ya no le vemos ni disfrutamos de sus conversaciones. Queda su testimonio, sus
consejos, su carisma. Un modo de vida
que se quiere emular.
La difusión de la noticia de su
fallecimiento nos ha congregado en ánimo a muchos de sus antiguos alumnos del
colegio Santo Tomás de Aquino de Tomelloso. Él ha propiciado que algunos de los que llevábamos años sin
contacto nos hayamos enviado el mensaje: “El padre Rafael ha fallecido D.E.P.”.
Se nos ha ido alguien importante en nuestros recuerdos.
Fue mi profesor desde los 14 años a los
16, en plena tontuna de la adolescencia. Llegó al colegio, con poco más de 26
años, con aires nuevos, con talante de
líder, con lenguaje cercano. Con el P. Rafael estudiamos Religión de 4º, Literatura Francesa en 5º (en
Francés) y Lengua y Literatura Españolas
en 6º. Asignaturas de siempre… pero de modo diferente. En 6º curso, del
entonces bachiller superior, complementó el texto de referencia con apuntes
sobre Bernanos, Sartre o Camus, autores que no se incluían en los temas del
libro. Él quería hacernos pensar y desde nuestro pensamiento
orientarnos en su idea de la
vida, en su compromiso existencial, en
la esencia de su compromiso religioso.
Acampadas y marchas, murales y reuniones
extraescolares, análisis de la realidad desde el compromiso religioso. Todo eso
que hoy se da como nota de calidad en las ofertas educativas lo tuvimos con el
P. Rafael hace casi 50 años. Y todo ello
dejó huella. En mis recuerdos siempre estaba viva esa forma de tratarnos.
En
los años posteriores los aconteceres propios de la vida dieron paso a otras
personas y otros referentes, especialmente teniendo en cuenta que corrían los
años desde 1975 a finales de los años 80.
Pero en los comienzos de la década de
los noventa, un día acompañando a mi abuela mientras escuchaba misa por TV, mi
corazón se llenó de alegría pues era el P. Rafael el que decía la misa que se retransmitía desde la Parroquia de Begoña. Me propuse visitarlo en mi primer viaje a Madrid. Así
fue, allí me presenté y tras la Eucaristía que él celebraba me atreví a pasar a
la sacristía, me presenté, me recordó y
me permitió saludar al P. Ramón y al P. Ambrosio que también habían sido profesores míos.
Ya no perdí el contacto. Vino a
Tomelloso a predicar y celebrar las Novenas de la Virgen del Carmen y se alojó
en nuestra casa familiar. Pregonó la
Semana Santa de Tomelloso hablando de María
en la Pasión de Jesús.
En circunstancias un poco complicadas
para mí me recibió en Sevilla, el último
domingo de junio de 1999, me mostró la
Iglesia del Buen Suceso, me dio una auténtica lección de historia y arte
mientras nos mostraba, a Mercedes y a
mí, el templo de los PP. Carmelitas en
la capital andaluza. Luego el encuentro en Roma, en pleno “ferragosto” de 2006, con mis hijas y mi esposa.
En
cada momento, desde aquel 1971 hasta la última vez, hace un año, que tuve la oportunidad de compartir charla
con él por su llamada de pésame y
consuelo tras el fallecimiento de mi madre, siempre me daba la sensación de ser hombre de Dios.
Hombre de Dios en la realidad de cada
momento. Iluminar cada circunstancia personal y social desde el mensaje y
testimonio de un hombre decidido a vivir para Dios.
Gracias P. Rafael.
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
Sábado, 20 de Abril del 2024
Sábado, 20 de Abril del 2024
Sábado, 20 de Abril del 2024