Opinión

En un mundo inmenso

Fermín Gassol Peco | Sábado, 16 de Marzo del 2019
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Siempre que imaginamos las dimensiones del Universo acabamos metidos en un mar de incertidumbre que nos envuelve y supera. Que el mundo es grande, muy grande, enorme, gigantesco, es algo que presumimos de manera indeterminada pues a la mente humana le resulta muy difícil idear algo que no tenga límite. Cuando miramos al cielo, sobre todo si es de noche, la impresión que obtenemos es que estamos en medio de un descomunal espacio oscuro y demasiado vacío; tan solo unas diminutas lucecitas quiebran la negra monotonía celeste.

Esta apreciación de legos en la materia sobre la grandiosidad y vacío del universo está siendo respondida por los astrónomos con nuevos descubrimientos que van conformando, dimensionando y llenando de contenidos astrales, siderales y planetarios, esa enormidad que todos ya digo imaginamos;  porque de vacío, nada. Que sepamos ya en la Vía Láctea existen cientos de millones de estrellas y todas ellas con mundos a su alrededor. 

En esos otros mundos los astrónomos descubrieron los llamados “exoplanetas”, planetas fuera del sistema solar que giran alrededor de otra estrella y en un número sobrecogedor, unos cuatro mil; y esto es solo el principio. Entre ellos existen una veintena que poseen parecidas características a las del nuestro, si bien aún no han dado con otro idéntico a la Tierra. Pero lo cierto es que cada puntito que vemos de noche en el cielo es el centro alrededor del cual giran millones de planetas, algunos parecidos a la tierra. Si existe un número tan inmenso de estrellas y todas ellas tienen su “sistema solar” propio, la conclusión es que la Tierra es como una gota en el océano y cada uno de nosotros ni les cuento.

“Un cambio de paradigma", "un paso de gigante en la búsqueda de vida en el universo". Así cifraban hace un par de años Emmanuël Jehin, de la Universidad de Lieja y Julien de Wit, del Instituto de Tecnología de Massachussetts, el hallazgo de los tres primeros “exoplanetas” situados más allá del sistema solar, con gran parecido a la Tierra y potencialmente habitables. 

Pues bien, hace unas fechas los diarios se hacían eco de otra noticia relacionada con el tema y que supone un pasito más en esta rama de la ciencia que puede llegar a enloquecernos. Unos astrónomos españoles dicen haber descubierto un exoplaneta al que han bautizado con el nombre de Barnard b, por estar girando alrededor de Barnard una de las “enanas rojas”, denominadas así por ser estrellas más pequeñas y frías que el Sol. Llamarlas así tiene su aquel.

Lo importante del hallazgo es que esta “supertierra”, llamada así por tener una masa tres veces superior a la de la Tierra, está solamente a seis años luz de nosotros, en el segundo sistema solar más cercano al nuestro y tiene unas características aproximadas a donde nosotros vivimos. 

Pero creo que llegados a este punto es momento de no seguir escribiendo sobre este apasionante pero mareante tema tan en serio, así que me permito terminar haciendo unas reflexiones en otro tono menos grave.

La existencia de otros planetas iguales al nuestro haría picarnos la curiosidad y preguntarnos un montón de cosas, por ejemplo: ¿Estarían realmente habitados? Si es que sí, ¿En qué estado de evolución se encontrarían sus moradores, en la era secundaria, en un momento parecido al nuestro o en el siglo mil quinientos veintitrés, o veinticuatro? 

Porque a decir de los astrónomos hay planetas que dada su proximidad a su estrella, el año dura solamente once días lo que nos dice que teniendo la misma edad, deben estar ya por esos siglos. Lo cierto que es aún es muy pronto para dar contestación a estos interrogantes, pero si algún día se confirmaran estas hipótesis, los viajes a “otras tierras” serían un punto y aparte en la historia del hombre, dejando los de la luna como quien va ahora a Madrid en AVE.

Pero si el primer interrogante resulta apasionante no lo es menos el segundo porque para poder visitarlo el planeta gemelo habría de encontrarse en un momento suficientemente acogedor; ¿Se imaginan que hiciéramos el viaje y nos encontráramos con dinosaurios por todas partes? Para saberlo, no tendríamos más remedio que acercarnos en un viaje de prospección tal y como hacen los extraterrestres con nosotros.

La cosa sería mucho más positiva y agradable si las “tierras bis o tris” estuvieran en un momento de la evolución parecido al nuestro, sería emocionante saludar a “los parientes” y ver cómo les ha ido por allí, si han superado eso de matarse unos a otros, si han conseguido erradicar la pobreza, gozar de bienestar en todo el planeta, en definitiva como han logrado ser mejores terrícolas, no sabemos si también humanos. 

En todo caso y de momento para nosotros, la existencia de Barnard b y demás exoplanetas constituye un tema apasionante, que de momento nos sirve, además de saber un poco más de nuestro entorno, especular festivamente con lo tratado.

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