Con el título de “Flamencos, clásicos y otras influencias”,
el Teatro Municipal de Tomelloso acogió este miércoles el soberbio concierto
que ofreció Lorenzo Moya, Flamenco Trío.
El recital fue el primero de los espectáculos musicales programados
dentro del III Ciclo que de Música Clásica de Tomelloso que organiza la
Asociación Manchega de Amigos de la Ópera, Amao, en colaboración con el
Ayuntamiento de Tomelloso.
Se puede decir que estamos en familia en el Teatro
Municipal. Seguramente no lleguemos a las cien personas. El dilema cuando uno
acomete la crítica es siempre el mismo: ¿me centro en el espectáculo o en las
circunstancias que lo rodean? El hecho de que haya poco público, hable una
señora, llore un niño, no se oiga un micrófono, se apague un foco, la función
empiece tarde o tosa hasta el apuntador —que no fue el caso de anoche—, ¿es más
importante que lo que ocurra en el escenario? Si me centro en las anécdotas,
¿desvirtuaré el trabajo de los artistas?
Andábamos en esas reflexiones cuando aparece Lorenzo Moya,
el músico se sienta al piano y se arranca con una pieza flamenca. Es una
granaina de Paco de Lucía arreglada por él. Y, milagrosamente, este periodista
se deja llevar por la música, es Miércoles Santo, mañana (hoy) es fiesta,
estamos en una época complicada, las obras de la plaza, la permanente campaña
electoral, las listas a las locales, las procesiones, la cercana Romería… La
música del conjunto es como un bálsamo que, al menos, durante una hora, nos
aleja de las circunstancias cotidianas.
El trío al completo toca la siguiente pieza. A Lorenzo Moya, un excelente y reputado pianista y director de orquesta natural de Villanueva de los Infantes, le acompañan dos grandes músicos (como va a quedar demostrado a lo largo del concierto), Kostan González al bajo eléctrico y Bandolero a la percusión. Los músicos atacan “Sacromonte”, de Turina, arreglada por Moya. La pieza es alegre, con el espíritu del barrio granadino y nos hace mover las piernas en el asiento.
La siguiente pieza se llama “Nina”, de Rafael Sanz. Se trata de una balada jazzística con aires
flamencos de mar, espuma y sal. Kostan González destaca con el bajo en la
interpretación del número. Bandolero lo borda con las percusiones, es como un
hombre orquesta: sentado en el cajón, lo golpea, toca la caja y los platillos,
con las manos o las baquetas, tacón la… ¡Vaya trío!
“El collarcico de
oro” es la adaptación de Moya de un romance que su hermano escuchó a una
anciana de 101 años en Alcubillas. Una canción popular para que los niños no se
vayan con extraños pasada por el tamiz flamenco del músico, por soleas y
bulerías.
Lorenzo Moya, de nuevo solo, interpreta una pieza que suena
a copla desgarrada, o a tango (que, al final, suelen ser lo mismo). Cuando
acaba, el músico explica que es de otro gran guitarrista, Sabicas, “Farruca de
punta y tacón”.
La siguiente pieza “Saeta, folía y alegría” es un estreno,
compuesta exprofeso para este concierto. El redoble de la procesión y el piano
interpretando una saeta paran de golpe y dan paso a una folía luminosa y
tranquila. Ahora es el bajo el que canta. Y llega la alegría, los músicos se
gustan sonríen y nuestros pies no paran. La última pieza del programa son una
bulerías compuestas por Moya en honor a su madre, “La Maleno”. Es otro estreno.
El trío se recrea, hace gala de su virtuosismo; muestran al respetable su
brillantez.
La merecida ovación del público da paso a la propina
“Influencias” en la que quedan patentes los influjos de Lorenzo Moya en su
larga y exitosa carrera musical. Durante
una hora, la música prevaleció por encima de otra cosa, lo que es una suerte.
Como también lo es la gran oferta musical de Tomelloso.
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Viernes, 4 de Octubre del 2024
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