Opinión

Falsos gastadores

Fermín Gassol Peco | Sábado, 25 de Mayo del 2019
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Durante aquella época algo lejana ya, en la que mi vida profesional estuvo relacionada con el mundo del dinero, tuve la ocasión de comprobar  cotidianamente el comportamiento tan variopinto de los clientes que se acercaban a la entidad para la que trabajaba tanto a pedir prestado como para colocar el dinero ahorrado. Aunque el dinero ya no es hoy lo antes era, seguirán existiendo aquellos que prefieran realizar su operación financiera sabiendo de antemano lo que tienen que pagar o lo que van a cobrar, lejos del menor sobresalto o vendaval económico, los que cuando llega la noche quieren que la luz se apague en todos los rincones de su vida y poder dormir así a pierna y conciencia suelta; y en la esquina contraria de ese virtual cuadrilátero monetario continuarán los clientes más inquietos, aquellos que prefieren pedir o colocar los dineros en préstamos o inversiones a interés variable y por lo tanto sometidos a los aires más o menos turbulentos de las acciones o del Euribor, para lo bueno y para lo malo.

 Pues bien, de estos dos ejemplos o talantes podríamos colegir los correspondientes comportamientos que los humanos mantenemos con las inversiones que la vida nos ofrece. Los hay que caminan por ella tomando decisiones protegidos siempre por el parabrisas de la seguridad y aquellos que caminan a pecho descubierto y a ideas vanguardistas. Son los dos extremos, las dos maneras de enfocar la vida. Los que no llegan a saborearla en su plenitud ni en su frescura porque no quieren equivocarse nunca y los que a base de hacerlo en grado sumo reciben todas sus inclemencias y durezas, pero también su pureza. 

De los primeros guardo cierta desafección porque son personas calculadoras, defensivas, de retaguardia, acostumbradas a ver las espaldas y los movimientos de los que van delante. De los amantes de los excesos tengo mejor concepto aunque sólo sea porque son los que rompen el hielo de las autopistas y pueden decir eso de que gracias a ellos los demás han podido circular después por ellas. De los primeros cabe decir que ven la vida solamente en las repeticiones, nunca en directo; que se suben al carro de los problemas una vez que los hechos han pasado, los que se afanan en hacer dormir a las ideas para que otros madruguen y las despierten. 

 De los que, por el contrario, hacen de su vida un ariete, de aquellos que saborean los primeros albores de cada día, aquellos que se atragantan y a veces se atoran por los excesos, de estos mi opinión es más comprensiva y positiva.  

Pero existen otros seres menos nítidos y fiables. Son aquellos que aparentan ir delante de la marcha pero que siempre van al rebufo, apenas “medio metro” detrás de los que de verdad la abren. Aquellos que tienen la rara y difícil habilidad de aparecer como los “gastadores” ante cualquier situación pero siempre por imitación de otra que han visto con anterioridad y en otra parte. Los que pretenden hacer de las repeticiones actuaciones en directo habiendo eliminado antes los errores y riesgos que conlleva, sabiendo lo que va a suceder ya de antemano y calculando siempre el final feliz. Aquellos que sin invertir en “la bolsa de la vida” quieren obtener también sus “dividendos”.

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