Compaginó su actividad laboral en la empresa familiar, a la que se entregó por completo, con su pasión por el deporte. Fue un buen jugador de padel y su pasión por esta disciplina alcanzó tales cotas que hasta se construyó su propia pista para jugar  en compañía de sus muchos amigos y conocidos.  Todavía dio un paso más y en una nave de su propiedad construyó un complejo de pistas, Padelfour, que siempre registró gran actividad. Fue organizador de numerosos torneos y cursos, muchos de ellos destinados a mujeres. La pistas de Codetosa fueron el escenario de algunos de esos torneos en los que participaron excelentes jugadores, posteriormente los haría en su propia instalación.

Últimamente estaba  muy implicado en el mundillo de las motos trail, otra de sus grandes pasiones deportivas, donde siempre exhibió su franca sonrisa, su nobleza y esa manera tan llana  y directa con la que se manifestaba con sus amigos. Para él, el deporte era uno de los mejores instrumentos para hacer amigos, que los tuvo en buen número y de verdad.