Opinión

Murciélagos

Manuel Sánchez Patón | Jueves, 29 de Agosto del 2019
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Los murciélagos no pasan por el mejor momento de su historia evolutiva. La transformación del hábitat, la destrucción de sus refugios naturales, los plaguicidas y la enfermedad del hongo blanco de la nariz los han puesto contra las cuerdas.

Todos los murciélagos están protegidos. En la península Ibérica hay catalogadas 35 especies, de las que 22 se encuentran en Castilla-La Mancha. De ellas, 13 tienen la consideración de vulnerables y 9 la catalogación de interés especial. En la provincia de Ciudad Real aún quedan reductos con un puñado de especies en el Valle de Alcudia, el Campo de Calatrava y en las Lagunas de Ruidera.

Uno de los cometidos a los que se entregan los amantes de estos inofensivos, valiosos pero incomprendidos animales - biólogos, educadores ambientales o conservacionistas - pasa por desmitificar su mala fama. No tiene base real, ni científica, el temor que suscita entre la población su hipotética relación con la transmisión de la rabia.

Para ir empezando, no atacan a los humanos ni a ningún vertebrado. Sólo si son manipulados inadecuadamente pueden defenderse profiriendo un mordisco (reacción lógica hasta en nuestras mascotas). El sentido común aconseja no coger ni capturar nunca un animal silvestre (no sólo murciélagos), por no hablar de que la legislación lo prohíbe.

Hay que saber que la rabia puede presentarse y transmitirse no solo en los murciélagos sino en casi cualquier mamífero. Menos del 1 por ciento de los murciélagos sanos son portadores del virus de la rabia. Por otra parte, el virus de los murciélagos no tiene nada que ver con la rabia terrestre de los cánidos. Nunca se ha visto a un perro infectado por lisavirus de murciélago. En los últimos treinta años únicamente una persona ha fallecido a consecuencia de una mordedura de murciélago en Europa. No se conoce ni un solo caso en nuestro país.

Los murciélagos, los únicos mamíferos voladores, cumplen una función ecológica primordial. Mantienen a raya a las plagas de insectos en bosques, campos, cultivos y asentamientos humanos, algunas tan dañinas como las que tienen de protagonista a la procesionaria. Un ejemplar de Murciélago enano llega a alimentarse de 3000 insectos en una sola noche. Además, son agentes polinizadores, favoreciendo la biodiversidad vegetal. Estamos hablando de un orden de mamíferos (el de los quirópteros) aliado de la agricultura y la salud pública.

Sería encomiable que los ayuntamientos fomentaran la provisión de refugios con el fin de facilitar la recuperación de pequeñas colonias en el medio urbano. ¿Cómo? Pues conservando los árboles maduros sanos y colocando cajas refugio específicas en parques públicos, jardines y en viviendas particulares. No sólo se trabajaría en la conservación de la fauna amenazada, sino que la adopción de medidas como las descritas, de bajo coste e interesante proyección educativa, redundarían en entornos más saludables, al evitar o disminuir la aplicación de pesticidas contaminantes, con el consiguiente ahorro a las arcas públicas.

Recuerdo los atardeceres de verano de mi lejana infancia sentado en el poyete de la casa de mi abuela. Entonces, podía adivinar las inverosímiles acrobacias de una decena (o más) de murciélagos en plena cacería celeste… Una clase de ciencias naturales al aire libre, un espectáculo ahora impensable.

Misteriosos, espectrales, silenciosos, benefactores, bellos… su futuro está en nuestras manos.

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