Opinión

Sentimientos y Emociones

Fermín Gassol Peco | Viernes, 29 de Mayo del 2020
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Si algo puede definir de una manera profunda, muy profunda a una persona son sus sentimientos y emociones. Los sentimientos son como la expresión de aquello que se cuece en las entrañas y que las distintas experiencias y avatares de la vida hacen aflorar y crecer de manera espontánea, escapando al control de la inteligencia y voluntad.

Si nos preguntaran porqué “somos así”, porqué nos comportamos, reaccionamos de una determinada manera tendríamos que responder con un escéptico encogimiento de hombros: no lo sé y además no sé cómo evitarlo en caso de disentir con ello. 

Sentimientos de odio y de venganza, de irascibilidad e irritabilidad ante lo que acontece, presenciamos y nos afecta o al contrario, de bondad, comprensión tolerancia o afirmación. Todo o casi todo depende de no entendemos qué, de algo que no sabemos ni como se llama.

Cierto es que la vida nos va domando o haciendo más salvajes en la expresión de los sentimientos. Quizá sea debido al grado de triunfo o de fracaso con que pasamos por ella o al nivel de conflictos a los que hemos de hacer frente. Que no todos los sentimientos residen en los mismos lugares de nuestras conciencias. Existen aquellos de andar por casa, los cotidianos con que afrontamos las circunstancias del día a día, ante todo en nuestra relación con los demás, quizá con nosotros mismos. Sin embargo hay dos que están anclados en lo más profundo de nuestro ser: Los sentimientos políticos y religiosos, aquellos que afectan a la totalidad de nuestra edificación más emotiva; sobre todo los segundos por ser los que interesan a nuestra faceta más íntima y esperanzadora, también la más peligrosa a la hora de ejercitarla, ser criticada o contestada. 

Se podría decir en fin, que los sentimientos son como bombas incontroladas de emociones que en la mayoría de las ocasiones, por distintas circunstancias activamos sin querer, explotando muy a menudo dentro de nosotros mismos.

Sentimientos y emociones, resulta difícil, así a bote pronto, distinguir entre sentimientos y emociones; y no porque apelemos a ellas con frecuencia de manera bastante común, que normalmente cuando nos expresamos no nos vemos obligados a afinar tanto como para definir académicamente cada extremo, en este caso aquello que nos conmueve íntimamente; al fin y al cabo ambas hacen referencia a nuestra afectividad, a nuestra capacidad de repeler o empatizar con situaciones, acontecimientos o personas. Pero es cierto que si las analizamos existen bastantes diferencias entre ambas porque responden a unas sensaciones con orígenes, espacios y consecuencias diferentes.

Los sentimientos son sensaciones que nacen como una fuerza en nuestro interior hacia algo o alguien y que suelen permanecer prisioneras en nuestro corazón por bastante tiempo, dependiendo en gran parte de nuestra forma de ser. 

Las emociones sin embargo son siempre aceptaciones al reclamo que desde el exterior algo o alguien también nos ofrece, las respuestas apasionadas a esas realidades cósicas o personales que nos envuelven, (ya sean artísticas, estéticas, religiosas, creativas, humanitarias o de mero comportamiento), que hacen estremecernos, vibrar, que nos alteran y encandilan. Nadie tiene emociones de alegría, llanto o éxtasis si no contempla, si no percibe la presencia de ese algo o alguien que le conmueve. 

Las emociones fuertes llegan a desestabilizar nuestro siquismo, mientras que los sentimientos hacen lo propio con el comportamiento, por eso estos últimos pueden llegar a controlarse en alguna medida con más facilidad que las primeras.

Las emociones además son más fugaces que los sentimientos porque no llegan a permanecer en el corazón por mucho tiempo que de lo contrario éste estallaría o infartaría; penetran en él como un alfiler para salir al momento e instalarse en el estado de ánimo; por ello suelen disiparse cuando el reclamo desaparece, o el estado de ánimo cambia.

Los sentimientos y emociones son a modo de componentes líquidos y gaseosos de nuestras afectividades. Los primeros siempre abarcan los mismos espacios aunque cambien de forma y dependen mucho de nuestra visceralidad; las emociones sin embargo tienen más de altruismo y son tan imprevisibles e indeterminadas que pueden llegar a envolvernos por completo. 


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