Opinión

Mis amigos de cristal

Encarna Cabañas | Miércoles, 3 de Junio del 2020
{{Imagen.Descripcion}} Fotografía: M.Encarna Cabañas. Cut-out paper: José Luis Cabañas. Fotografía: M.Encarna Cabañas. Cut-out paper: José Luis Cabañas.

“¡Si mi alma lo llega a saber!” Decía mi madre cuando se lamentaba. ¿Qué sabían nuestras almas de aquello que les iba a doler? ¡A doler tanto y a tantos!

Solamente recuerdo apenas un interruptor, que no crees que se va a apagar por tanto tiempo, cerrar la puerta con llave, sin saber de la otra llave y de lo que está abriendo…

Recuerdo las caras de esos días, las caras tridimensionales y con tanta dimensión.

Debieron mirar atrás aquel día en la huida y se convirtieron en estatuas animadas que encerradas en una caja de cristal, sin olor, sin calor, sin mí, permanecieron mirándome, esperando todas estas mañanas inventadas.

Mis dedos tocan todo lo que ordena mi vida ahora, cuando  miro me muestra a golpe de palabras mágicas y con unos caracteres a veces de mal carácter, todo aquello que me separaba de ti, todo lo que me ordena, o me desordena ordenándome y encerrándome, pero me cuelo yo también a través de este espejo para verte.

Seguís encerrados aún para mí, mis amigos de cristal, mis interlocutores de estos días.

Ahora, escondidas entre carpetas de mi escritorio vuestras palabras, vuestras cartas sin sello que me llegaban durante este tiempo cuarentón y encanecido…me recuerdan que ya apenas nos queda tiempo para despedirnos de nuevo, para apagar esa luz que nos abría cada mañana una nueva conversación.

Cuando leo vuestros diarios, me cuelo en un retazo de vuestra alma, y ella tampoco sabía, pues estaba aprendiendo su lección, lo que iba conocer, y aprendo de vosotros, de vuestras vidas que me muestran lo que nunca yo os había enseñado.

Para esta sesión, me gustaría dejar la métrica por un metro de poema, cambiando los sujetos de la oración por una oración a los sujetos, y pensar en las manos que ya no se tocan, porque ahora no toca tocarse, pienso en las manos del pequeño, que cuando se apagó la última luz ya no le tocó volver o en aquel que en estos cambios le tocó el de su voz, para esconderse y que no le reconozcan todavía.

La métrica que nos medía el desaliento, cuenta ahora las silabas de las palabras que nos escribiremos, de las cartas sin sello que nos mandaremos para esta despedida, cartas que se abrirán sin abrecartas, solo con rasgar el sobre de mi pantalla de cristal.

Cuando se bajó la última persiana y se dejó allí la última tiza las imágenes se vinieron conmigo siguiéndome  hasta mi escondite, y ahora que mientras escribo no me ven, y antes de encender de nuevo la luz o subir la persiana, te lo diré, no sea que la emoción me delate y se sepa que he aprendido a mirarles por mi ventana de cristal. Aunque ya solo nos quede poner nota a nuestra accidental, visual y epistolar relación de compañeros en estos días separados por un tiempo complicado y cómplice, abriré una vez más la transparencia de mi pantalla, para decirte que yo siempre estaré detrás.

A mis alumn@s y compañer@s en esta nueva relación de EDUCACIÓN en la que se han visto envuelt@s  con mi admiración y agradecimiento.

María Encarna Cabañas Onsurbe.

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