Un año, en nuestra Mancha, es eso: lluvia tardía o “tempranal” cercano. Sarmiento bodeguero o cepa que sueña en emparrado. Lagar antiguo o tinaja vendimiada con “lías” de secano. Madrugadora esperanza del verano. Otoño que se acerca, con abril, pegado a su costado. Un invierno, con cien marzos, para sembrar la nieve en los majanos. En el aire, la redondez del “bombo” horizontado y una pedriza que se duerme jugando a ser cercado.

Un año pasa pronto. La memoria en los dedos se enfría meditando. Las ferias son distintas si las cuentan o contamos, y la vida es igual y diferente, cuando algo vamos estrenando.

Un año pasa pronto. Las calles del pueblo terminan en el campo. ¿Dónde empiezan los juguetes de los niños? ¿Por qué, para los hombres, no son iguales los juguetes que vemos y aquellos que soñamos?

Un año pasa pronto. Si digo amores y esperanzas, os estoy ya llamando. Y si os digo ilusiones y vientos, “yo me llamo”. También si os digo pena y soledad y paisaje que se asombra, me estoy rememorando.

Un año pasa pronto. Vosotros, sin saberlo, me decís muchas cosas preguntando. Y por las noches, al sereno, sin que nadie me vea yo tengo mi sonrisa madurando.