La incertidumbre al inicio de la campaña del melón y la sandía de La Mancha, este año marcada por el escenario de pandemia y el riesgo de la movilidad para los trabajadores en las explotaciones y los almacenes, se empezó a disipar desde las primeras cortas a finales de julio.

Las cotizaciones han marcado, semana a semana, una tendencia en positivo, hasta las consignaciones de la última sesión de la lonja de 5 céntimos al alza el kilo de estos frutos para las categorías más cualificadas (entre 34 y 37 céntimos el melón extra, y entre 38 y 42 céntimos la sandía negro de primera sin pepitas). Son precios dignos que cubren los costes de producción y que los cultivadores esperan se mantengan en su recta final hasta primeros de octubre.

Hasta ahora la campaña, al 75% en el melón y al 85% en sandía, “está siendo redonda”, opina Cristóbal Jiménez, presidente de la Interprofesional del Melón y Sandía de Castilla-La Mancha, consciente de que “puede dar la vuelta en cualquier momento” porque las temperaturas caigan y la demanda baje.

Está siendo una recolección con precios estables, destaca Jiménez, y “pocos dientes de sierra” en las cotizaciones, que suelen lastrar la rentabilidad en las operaciones en origen.

El también presidente de la Lonja del Melón y Sandía de Castilla-La Mancha destaca el espléndido comportamiento de la sandía, que es la que “está tirando de la exportación”. El 45% de las ventas de su producción está siendo absorbido por países como Francia, Alemania, Reino Unido y Holanda.

El melón la sigue de cerca con valores equilibrados y más presencia nacional, y en conjunto ambas frutas enfilan el último cuarto de recolección con la esperanza de mantener la evolución favorable en precios y operaciones.

Los márgenes de las ventas del melón y la sandía, destaca Jiménez, son los que justamente corresponden a los agricultores, al igual que los titulares de “cualquier empresa” obtienen por sus productos o servicios. Son beneficios que se deberían garantizar cada año, a tenor de la calidad de melones y sandías y la de la “tecnología punta” que se utiliza en el manejo del cultivo.

Además este año, por la pandemia de la Covid-19, los costes de producción se están encareciendo, al apenas manipular los alimentos en el campo, y con el desarrollo de medidas extremas para “cumplir a rajatabla” los protocolos sanitarios e higiénicos contemplados para las actividades agrarias.

Con una reducción en las superficies, la producción estimada de melón y sandía es de unas 220.000 y 210.000 toneladas, respectivamente.

Sin retenciones de género

Igual de positiva ha sido la valoración de José Ángel Serrano, presidente de la cooperativa ‘Santiago Apóstol’ de Tomelloso, que, con prudencia, ha tildado la campaña de “buena”.

Con más del 70% de la campaña superada, Serrano ha señalado que, tras los primeros compases de incertidumbre en este inusual año, “los precios han acompañado”.

“La sandía empezó mal”, ha recordado, al igual que las partidas de melones se solaparon con las de Murcia, aunque, en general, la cosecha  está siendo buena y cualificada.

Como todos los años, este en especial, la trazabilidad, ha señalado Serrano, se ha cumplido a rajatabla, tanto en el campo, como en los almacenes y en sus transportes.

En concreto, “hemos sido exigentes con las medidas entre el personal” para evitar riesgos y brotes. En la cooperativa tomellosera “hemos restringido las entradas, los agricultores no se bajan del tractor, y también hacemos las descargas”, ha especificado Serrano.

Las salidas de melón y sandía de la cooperativa se han sucedido de manera dinámica, “sin muchas retenciones de género y precios aceptables, por encima de los costes de producción”.

A la recolección del melón y sandía “le falta un 30%” sobre los 16 millones de kilos melón verde y amarillo, y entre 5 y 6 millones de kilos de sandía, previstos .