Como cada 25 de noviembre desde hace 20 años,
reivindicamos la eliminación de la violencia contra las mujeres como la
más clara manifestación de la desigualdad que sufrimos la mitad de la
población y como una clara vulneración de derechos humanos.
Este año está siendo especialmente difícil
debido a la pandemia provocada por la COVID-19. El confinamiento ha
complicado la situación de mujeres y niñas que sufren maltrato al tener
que convivir con el agresor, sin poder encontrar cobijo en redes
familiares. Las llamadas al número regional de atención a las mujeres
víctimas de violencia de género, 900 100 114, se incrementaron un 30%,
alcanzando un pico del 60% en las semanas más duras de la pandemia.
El machismo mata. En lo que llevamos de este
terrible 2020 han sido asesinadas 41 mujeres a manos de sus parejas o
exparejas. Estos datos representan solo una parte de la violencia
estructural contra las mujeres que se produce en nuestra sociedad e
impide que puedan desarrollar una vida plena en condiciones de igualdad.
En Castilla-La Mancha, hemos sido pioneras en
la lucha contra la violencia de género, gracias a la prioridad y el
compromiso de los gobiernos socialistas: en el año 2001 con la Ley de
Prevención de Malos Tratos y Protección a las Mujeres Maltratadas; en
2010, con la Ley de Igualdad entre Mujeres y Hombres de Castilla-La
Mancha, y la última aportación legislativa fue en 2018, la Ley para una
Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha, que recoge
todas las manifestaciones de violencia de género contempladas en el
Convenio de Estambul para garantizar recursos y protección a todas las
mujeres víctimas de todo tipo de violencias de género, como es la
mutilación genital femenina o la trata con fines de explotación sexual
entre otras.
Ahora, más que nunca es necesario continuar con
este compromiso contra la violencia machista en Castilla-La Mancha, y
hay que hacerlo desde todos los ámbitos. Prueba de ello, es la
aprobación de una declaración conjunta en el último pleno de las Cortes
regionales, donde los tres grupos parlamentarios con representación en
la Cámara condenábamos todo tipo de violencia contra las mujeres y nos
comprometíamos a trabajar desde la unidad parlamentaria en la
articulación de medidas encaminadas a la eliminación y prevención de la
violencia contra las mujeres, una unidad poco frecuente en estos tiempos
tan convulsos.
La violencia machista es una realidad y la
amenaza de quienes la niegan y abogan por el retroceso en la conquista
de derechos de las mujeres, es un hecho. Ejemplo cercano lo tenemos en
la concejala de VOX en Tomelloso, que en el último pleno justificaba y
legitimaba los asesinatos a mujeres y niñas. Me indigna que cualquier
persona pueda justificar la violencia, pero que una mujer lo haga con la
violencia machista, me repugna. ¿Acaso 41 mujeres asesinadas a manos de
sus parejas o exparejas no son razón suficiente para tomar conciencia?
A pesar de los discursos negacionistas de la
ultraderecha, hemos avanzado mucho en la lucha contra la violencia de
género, y no podemos permitirnos como sociedad perder estas conquistas.
Hace apenas 30 años, España despedía el año con sketches de humor de “mi
marido me pega” y sus risas enlatadas. Hoy, contamos con un Pacto de
Estado contra la violencia de género que cumple 3 años, fruto del
compromiso político para aportar soluciones a una situación realmente
dramática, poniendo a disposición 1.000 millones de euros en 5 años para
el desarrollo de políticas transversales y con perspectiva de género.
En Castilla-La Mancha, se ha invertido en
mejorar lo que ya estaba en funcionamiento, como la mejora de la red de
centros de la mujer y recursos de acogida para que ninguna mujer que lo
necesite quede desatendida, en la asistencia psicológica a menores o en
la puesta en marcha de nuevas medidas como las ayudas a huérfanos por
violencia de género.
Gracias al esfuerzo en educación, campañas de
sensibilización y concienciación, hemos decidido que no queremos una
sociedad desigual, donde mujeres y niñas sean víctimas de violencia
física, psicológica o sexual, que no queremos que exista la mutilación
genital femenina, ni los matrimonios forzados a edades tempranas, ni la
trata con fines de explotación sexual, ni acoso en el trabajo, ni
asesinatos a mujeres solo por el simple hecho de serlo.
Al menos, una inmensa mayoría así lo queremos.
Si tú también, implícate.
Charo García Saco.