Los jueves por la noche la Banda Municipal tocaba en la plaza, y Plinio, como todos los socios del Casino, se sentaba en la terraza a escucharla. Entre árboles de la glorieta jugaban los chicos y la gente del campo se agolpaba en torno al tablado que se alzaba, pintado de verde, junto a la puerta del Ayuntamiento. Por las aceras de las calles que desembocan en la plaza paseaban las señoritas y sus galanteadores. Los curas se sentaban en la puerta de la sacristía, junto a un velador de madera del cercano Casino. Era un estar y no estar en el Casino; un estar y no estar en la iglesia.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Historias de Plinio. El carnaval.
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Viernes, 26 de Abril del 2024