Su incipiente curriculum de escritor cuenta ya con más de una decena de volúmenes publicados: relatos cortos, alguna novela y un libro de poemas y versos. En todos ellos, editados por la plataforma de autopublicación “Mibestseller” asoma la graciosa coletilla “Cosas de cuando el diablo no tiene nada que hacer”,  con el que Huertas intenta deja claro que no es escritor. “Mi universidad ha sido la de la vida. Los libros me  los editan por pedido y se los envío a mis amigos al precio de lo que a mí me cuesta editarlos. No tengo ningún afán de negocio y sí mucho pudor porque sé donde están mis limitaciones y nadie me ha repasado lo que estoy haciendo, pero por otro lado el cuerpo me pide escribir, me divierte mucho.”, explica.

Félix Huertas asegura que lo que escribe no es premeditado. “Se me va ocurriendo sobre la marcha, lo hago un poco sin saber por qué y por este motivo todo lo que hago es muy dispar y diverso”, señala al tiempo que nos enseña los libros editados. Tiene una serie que se llama “Relatos cortos sin fuste ni fundamentos”, relatos de ficción en los que demuestra gran soltura para narrar e imaginar curiosas historias.  Trata de no ser excesivamente largo  “con el fin de que los libros sean agradables y a la gente no le de pereza leerlos. Mantener la tensión de una historia larga es algo complicado”.

En la gestación de cualquier escritor, antes está la lectura. Huertas, que disfruta pletórico de su jubilación, cuenta que con el trabajo apenas disponía de tiempo para leer, “llegabas cansado a casa, lo justo para cenar, sentarte y quedarte durmiendo. Pero en los últimos año he leído muchísimo. Cuando estoy con un libro, me disciplino y me busco horarios. Leo de todo. El último ha sido “Quercus” de Rafael Cabanillas, escritor toledano, que me ha gustado muchísimo, también me ha impresionado “Patria” de Fernando Aramburu, “Sapiens” que es un libro increíble de un egipcio que te abre mucho los ojos; “Homo Deus” que tiene mucha metafísica, también cosas de Pérez Reverte, García Márquez y los clásicos que tenía a mano en casa. Pero ahora lo que más me gusta es escribir. Es como si estuviera soñando despierto, no es nada premeditado, como esos escritores que si tienen clara la historia que van a contar”.

Asegura que está aprendiendo mucho escribiendo. “En un momento dado, tienes que consultar cosas, comprobar datos, no puedes ir a lo loco. Pero insisto en que el círculo de personas que me lee es muy reducido”.

“La pintura me generaba mucha responsabilidad”

El periodista lamenta que este agradable encuentro de Félix Huertas con la escritura haya sido a costa de abandonar la pintura. El artista explica el proceso. “Cuando llevas mucho tiempo pintando la gente te reconoce y eso te crea una responsabilidad. Ahora que estoy en mi jubilación no quiero tener responsabilidades ni presiones, quiero disfrutar. Yo simplemente quiero aprender, pero sin presión. Con la pintura creo que toqué techo y escalar más me producía una tensión brutal. Perdí un poco la motivación. Además, tengo mucha obra de pintura y escultura y lo que no descarto es hacer una exposición, pero cuando todo esto pase”.

Tenemos la oportunidad de leer algunos fragmentos  de lo que va escribiendo Félix Huertas y su prosa tiene buena pinta por la sencillez del lenguaje, la abundancia de frases cortas que responden al seguro  esquema de sujeto verbo y predicado. Describe bien, intercala amenos diálogos, enseña los rasgos psicológicos de sus personaje e invita a reflexionar. Resulta muy agradable de leer. “Huida al infierno”, “Los milagros de zarzalate”, “La excursión”, “El tesoro de la isla del Toro”, “Cinco días con un ángel”…son algunos de los títulos que como expresa en la solapa de los libros “son pequeñas historias, que sin orden ni semejanza, he escrito para mi propio disfrute y entretenimiento y he querido editar para todo aquel que tenga el atrevimiento de perder su tiempo en leerlas. Entre tanta paja, algo de grano sacará quien los lea”. Otra vez aparece la humildad y modestia de un tipo fascinante.

Al final hablamos de su feliz incursión en el mundo del humor con José Mota, aunque ahora por la pandemia esta faceta tiene aparcada. “Sigo en contacto con Jose. Está elaborando un guión para una película y me ha pedido que colabore con él. Ya le estoy preparando algunas cosas y trato de hacerlo lo mejor posible porque Jose es una persona tremendamente exigente. Pero me hace ilusión trabajar con él y me obliga a hacer cosas. Ya llevamos treinta años haciendo cosas juntos”. Aunque la entrevista tenía como motivo principal la escritura, acabaremos recalando en su maravilloso estudio de pintura y escultura donde también guarda una curiosa colección de instrumentos musicales. Otro momento agradable con un hombre que no para de sorprendernos.