Su presidente, Rafa Millán, asegura a La Voz de Tomelloso que “hoy es un día extraño, me falta algo. Y ya no me refiero solamente al mágico momento del desfile, sino también a ese estrés de los preparativos que he echado mucho de menos. En esos días de diciembre, enero y febrero que es cuando  se prepara todo, no vives, pero el carnaval es todo para nosotros y aceptamos de buen grado ese sacrificio de estar soldando hasta las tantas, quebrarnos la cabeza con las cuentas o estar ensayar un baile al aire libre con un frío que cala los huesos”.

Como no puede ser de otra manera, Millán acepta y comprende al cien por cien los motivos de la suspensión del carnaval. “La salud es lo más importante de todo y el carnaval no podría celebrarse al tratarse de una fiesta de masas, de participación de muchas personas que se mezclan y se relacionan. Solo cabe desear que esta pandemia que tan terrible que estamos viviendo pase de una vez y  podamos ir preparando con ilusión el carnaval del próximo año con la normalidad, ganas e ilusión de siempre”.

El máximo responsable de la peña se acuerda de esas personas que ya no están con nosotros, del sufrimiento de las familias que han perdido seres queridos o que vivieron con preocupación cuando uno de sus miembros cayó enfermo. “Poco a poco fuimos viendo claro que el carnaval no podría celebrarse. Hubo un momento, cuando los datos mejoraron en primavera y principio del verano, que albergamos algunas esperanzas, pero no pudo ser. En la vida de la peña es fundamental la financiación para poder costear el carnaval y esos mese sin fiestas, sin teatro, sin romerías, sin ningún evento, nos han afectado de lleno. Esta pandemia se ha llevado por delante vidas y toda la actividad social”, lamenta.

Una de las opciones que barajó Harúspices, en el caso de que se hubieran podido celebrar los carnavales, era repetir algún tema de años pasados o  la mezcla de varios, “porque hacer uno nuevo resultaba totalmente inviable en las circunstancias por las que estábamos atravesando”, indica Rafa Millán que también confiesa sentir algo de pena y rabia por el buen tiempo que está haciendo en estos días. “Hubiera sido un carnaval maravilloso con este tiempo tan bueno”, dice.

Se pone en la piel de todas esas personas que viven de trabajos relacionados con las fiestas. “Para nosotros, al fin y al cabo, esto es un hobbie, pero esa gente que tiene bares, restaurantes, salas de fiestas, carpas, empresas de autobuses o tiendas de disfraces, por poner unos cuantos ejemplos, ha perdido mucho dinero. El carnaval genera economía. Me acuerdo mucho de ellos porque le deben estar pasando francamente mal”.

Al final, Millán nos cuenta, el bonito intercambio de recuerdos, fotos e imágenes que están protagonizando los miembros de la peña estos días. “La nostalgia se está apoderando de nosotros cuando vemos esas fotos de años anteriores. A mí me ha llegado una del año 87 y otras con momentos de los que ya ni me acordaba. Es una manera de mantener viva la ilusión por nuestro carnaval”, concluye.