Pues sí, sí que lo ponen complicado estas gentes del
Globosonda cuando eligen los temas a desarrollar cada mes. Para este marzo que
acaba de empezar han propuesto así, como si tal cosa: "Paraíso
ahora". Qué graciosos, con la que está cayendo, podían haber sido más
benévolos y agarrarse a los tradicionales tópicos sobre el mes de marras; ya
saben, marzo ventoso y esas cosas, asociar pandemia y tempestad que puede dar
mucho juego, o echar mano de la primavera que se avecina, escribir sobre la
floración anticipada de los almendros, esos árboles inmaduros que andan
desquiciados por el cambio climático. Podían ponerse normales como hacen los
medios serios como la tele, la radio y los periódicos que nos sugieren sobre
qué debatir, porque sus sesudos creadores de opinión eligen las cuestiones que
deben interesar a la mayoría y rehúsan los temas espinosos diciendo que eso no
toca.
Pero no, estos juntaletras van de sobrados, de raros y
excéntricos, que es lo que mola, desean salirse del tiesto proponiendo materias
insólitas.
Les comento a mis compañeros por el wasap que estoy
bloqueado, que tengo la pantalla en blanco y no sé cómo meterle mano al asunto.
Por eso me recomiendan que escuche la canción "Paraíso ahora" del
cantautor Pablo Guerrero que tiene el mismo título que la propuesta. Me pongo a
la tarea a ver si escuchando lo que dice este hombre me da alguna idea para
rellenar una página al menos. Cojo papel y me hago un esquema para ver si me
aclaro un poco. Atento, presto oídos a la melodía y escribo: Paraíso igual a
imaginación, a sueños, a ideales frente a la realidad de la vida. Lugares,
islas, playas paradisíacas, y nada, utopías a tutiplen.
Para serles sincero, y como ya tengo una edad, la
palabra paraíso me sugiere bienestar, pero del mismo modo me transporta a mis
años escolares de primaria, que entonces era la EGB y sus enciclopedias.
En la asignatura de religión el edén alude más a la
vergüenza y la culpa. Habitualmente suelen mostrar con unos sencillos dibujos
la expulsión de Adán y Eva de aquel frondoso vergel, figuras con los ojos
entornados y tapándose sus cosas con hojas de parra o de higuera al gusto del
dibujante, y por supuesto la malvada serpiente y su lengua bífida con esa
manzana tan roja, tan brillante, tan apetitosa. Menudo disgusto nos trajo aquella
mala decisión de nuestros primeros padres, como dicen en un libro que he leído
recientemente: "Las decisiones se toman en un instante y sus consecuencias
las soportamos toda la vida" y vaya si llevamos tiempo con este castigo.
Pero bueno, al menos tenemos cosas que contar y que superar o arreglar, que si
no sería todo muy aburrido como la vida de los súper-ricos.
Me pongo a cavilar y creo que esta historia que me
aprendí como cualquier escolar de la época me resultaría muy complicada de
explicar a los críos del siglo XXI, que nacen ya sabiendo. Sería difícil
convencerles de que aquel vergel situado entre los ríos Tigris y Eúfrates es
ahora un desierto, aunque siempre podremos volver a recurrir al cambio
climático y que todo ha cambiado mucho, y añado, aunque otras muchas cosas no
han cambiado nada.
Pero dejémonos de zarandajas, seamos generosos
aceptando la historia del pecado original como una bonita leyenda y concedamos
a la ciencia la racionalidad de la
teoría de la evolución por la selección natural de las especies de
Darwin. Así quedamos bien, una de cal y otra de arena, ficción y realidad a
partes iguales.
A propósito, y como me estoy liando o yéndome por los
cerros de Úbeda yo tengo una particular
teoría o un paralelismo entre el paraíso y las nuevas tecnologías.
En confianza, tengo la sospecha de que el actual
paraíso está en el brillo de una pantalla. Desde este lugar y moviendo el dedo
puedes acceder a casi todo, esa posibilidad es más fácil de explicar a los
niños de ahora, o al menos les resulta más creíble. En una pantalla puedes
visionar paisajes increíbles, en un instante puedes contemplar maravillosas
playas y montañas de cualquier lugar del planeta etc. Como en los anuncios de
cremas y maquillajes donde las modelos lucen sin una arruga, ni un grano, qué
piel tan inmaculada que sin poder tocarla me sugiere suavidad. Pues eso, que a
estos parajes preciosos les deben poner un filtro igual, les deben hacer un
retoque porque hay que ver, qué campiñas tan inmaculadas, sin basura ni
vertederos o "quiñones" como decíamos en mi pueblo.
Bueno, con estos artilugios tecnológicos puedes
acceder a mil cosas más, puedes escuchar música, jugar, pagar la cuenta del
súper, hacerte fotos y vídeos o hablar por teléfono entre otras muchas más
aplicaciones. Esto sí que es un ingenio multiusos y no aquellas navajas llenas
de muelles con sacacorchos.
Pero si algo tengo claro de este paraíso virtual es
que el protagonismo de la serpiente seductora se lo encasqueto al algoritmo,
ese método numérico que calcula y te propone, ese factor tan abstracto y
desconocido como efectivo.
Aceptarán conmigo que si miras colchones en la red al
momento en el Facebook te salen cien mil ofertas, las diferentes calidades y
los lugares donde puedes comprarlos y qué se yo cuantas cosas más. Y eso pasa
con todo, si te demoras unos segundos viendo un vídeo de aviones, al rato te
proponen ver como despegan o aterrizan las aeronaves más modernas, te ofrecen
todo lo que puedas imaginar y la tentación es su mejor baza porque, como el ojo
de dios, saben casi todo de nosotros, es algo tan terrible como maravilloso.
El otro día me cuenta un amigo que su hija le ha
regalado a su anciana madre un asistente virtual, un robot que habla y le
aconseja aparte de hacerle compañía, así que la buena mujer está encantada por
lo bien que se porta esa voz que está atenta a todo, que le recuerda cuando
tiene que tomarse las pastillas y le responde a cualquier cosa, vamos que la
ocurrencia de la nieta ha sido un gran acierto porque, aunque a ratos, ese cacharro
hace feliz a su abuela. Al final terminaremos todos así, viendo la vida a
través de una pantalla y hablándole a un robot, es el paraíso del futuro, si
tienes recursos claro está.
Bueno voy a terminar que me he liado un poco. El paraíso como el Dorado no existieron
nunca, ni antes ni ahora. El edén siempre es una fantasía, una utopía, una
quimera, un espejismo o un sueño, pero nunca debemos renunciar a este delirio
porque los sueños deberían cumplirse.
Globosonda: Texto para la Caja Negra del mes de marzo
del 2021
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
Sábado, 20 de Abril del 2024
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