Igual
que ocurre en la actualidad, las plazas de toros eran usadas muchas veces para realizar actos que poco tenían que
ver con el objetivo inicial de su construcción. Su gran aforo les hacían ser el marco ideal para actos
multitudinarios de todo tipo. Como ejemplo,
el 18 de abril de 1932, donde fue utilizada la plaza para la realización de un
mitin político que acabó en un enorme escándalo.
Republicanos, monárquicos, socialistas, sindicalistas, conservadores… empezaban a constituir un complicado caldo de cultivo y en la plaza de toros de Tomelloso se vivió aquella noche primaveral un episodio que presagiaba lo que pronto se cernería sobre todo el país.
A lo largo de estos años también fueron frecuentes las becerradas donde algunos jóvenes aficionados de la localidad exhibían sus condiciones taurinas. Normalmente estos espectáculos se realizaban por algún motivo benéfico. Como ejemplo la de Julio de 1932, cuya recaudación era “beneficio del Paro Obrero”.
El día 11 de septiembre de 1932, el programa de ferias anunciaba el siguiente cartel taurino:
Otro hecho que rompió con el guion normal de cualquier festejo
taurino tuvo lugar el Domingo 16 de abril
de 1933, cuando se celebraba una becerrada popular. Según testigos presenciales, “antes de haber muerto el último
becerro, gran número de jóvenes saltaron al ruedo con el fin de arrancarle las banderillas. Unos cuantos números de la flamante Policía Municipal intentaron
desalojar a los intrusos, pero al encontrar resistencia
hicieron uso de las porras de goma”. Parece ser que la reacción de las fuerzas del orden fue entendida por desmesuradas y así “el
público de sol se indignó
por el apegamiento, y comentó a lanzar piedras a la Policía, ocasionando
algunos heridos”.
Cuando todo presagiaba una batalla
campal total los miembros de la policía se retiraron urgentemente. Sin embargo, los ánimos del público asistente
en el coso no decrecieron y, momentos después,
se organizó una multitudinaria manifestación que se presentó
ante las puertas
del Ayuntamiento requiriendo que “les entregasen los guardias” que
estaban resguardados allí. El alcalde tuvo que salir al balcón y, no sin grandes
esfuerzos, consiguió aplacar
y disolver a la turba indignada.
El viernes siguiente, 21 de abril, se trató en Sesión Plenaria urgente los hechos acaecidos y se acordó abrir expediente a los guardias que utilizaron la porra para averiguar en virtud de qué orden habían actuado.
En septiembre de 1933 un nuevo cartel histórico es el plato fuerte de las fiestas
de la localidad. El día 12 los espadas Joaquín
Rodríguez Ortega “Cagancho” y Manuel Bienvenida, con ganado de Domecq, ante un lleno espectacular en la plaza de
toros, ofrecieron su arte aunque con
suerte dispar. Cagancho, que escuchó dos avisos en su primer toro, terminó su actuación entre ovaciones y aplausos,
mientras que Bienvenida en su segundo
toro obtuvo el premio de dos orejas y entre ovaciones fue sacado a hombros por los
aficionados.
Los
actos principales en las fiestas de este año fueron además de esta monumental corrida de toros: los conciertos
de la Banda Municipal y la Banda de Infantería de Marina de Cartagena, una verbena de la Hierba
Buena a beneficio de “la Asociación de señoritas del Ropero local”, concurso de bailes típicos regionales,
carrera provincial de bicicletas, … Durante
esos días se repartían panes a los pobres en el Ayuntamiento y en la Casa de la Cruz Roja. Como se indicaba en el programa
de fiestas “en cuando terminen los días de feria empezará
la recolección de la uva, que, aunque buena no se presenta
la cosecha tan abundante del año pasado”.
En el mes de julio de ese año, 1933, se había realizado otra
tradicional novillada donde los
participantes Natalio Sacristán Fuentes, Joselito de la Cal y “el Niño del
Barrio” (triunfador el año
anterior) arrancaron los aplausos de los aficionados.
Como vamos viendo en Tomelloso a lo largo de estas primeras
décadas del siglo XX además de los festejos
taurinos que se realizaban durante las Ferias y Fiestas había dos novilladas más o menos fijas, la del
Corpus y la de Santiago (25 de Julio).
El 11 de septiembre de 1933 en el cartel de la Gran Corrida con
motivo de las fiestas, con la
presencia de los matadores Fermín Espinosa “Armillita”, Luís Gómez “El Estudiante” y Francisco Martín “Curro Caro”.
En el cartel podemos encontrar
un nutrido grupo
de empresas locales
que colaboran con los
gastos publicitarios del evento.
Fueron las firmas comerciales siguientes:
- Bar Medina.
-
Foto La Ideal
-
Aurelio Serrano (instalador de calefacción).
-
Bar Ideal
-
Amador López Espinosa (ebanistería y carpintería).
-
Almacenes Lassere
(muebles).
-
Peluquería El Fígaro.
-
Píldoras Pibha (contra
almorranas y varices.
-
Ferretería Viuda de Pedro Negrillo.
-
Garaje de Antonio
de Toro.
-
Casa Cepeda (sastrería).
-
José María Carretero (trajes).
-
Calzados Martínez.
-
Mercería Joaquín Díaz Cañadas.
-
Tejidos Vicente Pacheco.
-
Almacenes San Francisco (tejidos).
-
Imprenta Luís Osuna.
-
Vermouth Montañés.
Dentro de la organización aparece la recién creada Peña Bienvenida.
En 1934 la novillada de Julio tuvo como participantes a Atarfeño, Perete y Félix Almagro “que estuvieron valientes”. El ganado era de Don Luís Ramón de Izaguirre. Sin embargo, las expectativas de los aficionados estaban en la esperada corrida de la feria, pues en ella dos hermanos serían los espadas del gran cartel taurino.
Eran, nada más y nada menos, que los hermanos Bienvenida, Manuel y Pepe. Manuel ya conocía el coso tomellosero aunque fue el hermano menor el que cobró el mayor éxito con una faena formidable que le valieron los trofeos de las orejas y el rabo.
En 1935 y antes del paréntesis que la Guerra Civil provocaría en la actividad
habitual de la Plaza de Toros se celebraron los típicos festejos
anuales: una novillada en el mes de
Julio y los festejos correspondientes a la Feria (una novillada, dos corridas
grandes y una charlotada). En la
novillada veraniega actuaron Antoñete Iglesias y Magritas y fue considerada como aburrida, mientras que en
uno de los carteles importantes de las Fiestas
alternaron Sánchez Mejía, José Ignacio y Juanito Belmonte.
Pero si algo hay que destacar de los festejos de aquel año es otro drama que unir a la historia trágica del antiguo coso taurino de Tomelloso. Se trata de la cogida y muerte del novillero Cunill II, descrita con todo detalle por el insigne escritor Francisco García Pavón en su cuento número XVII de “Los Liberales”.
Este novillero, natural del Maestrazgo, al no tener familia, fue
enterrado en el mismo Tomelloso,
haciéndose cargo de su entierro la Peña Taurina de la localidad. Fue enterrado en un nicho del Señor Cuadrado, que era el presidente de la
Peña Taurina. Sin embargo, tres años
más tarde se produjo la exhumación del novillero tras el siguiente luctuoso suceso que se describe a continuación.
Durante la Guerra Civil, el Teniente Republicano José María Cuadrado Sánchez- Perales, natural de Tomelloso, murió en el frente de combate. Era hijo del presidente de la Peña Taurina que cedió en su momento la fosa familiar para depositar el cadáver del novillero Cunil II. Ante el trágico e inesperado suceso se planteó un conflicto legal para mover al enterrado y poder enterrar al hijo del propietario.
Al final no hubo voluntarios para acoger el cuerpo del novillero por lo que fue sepultado en la fosa común del cementerio.
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Miércoles, 28 de Febrero del 2024
Sábado, 23 de Diciembre del 2023