Opinión

Romance de Ruidera

Ramón Serrano García | Viernes, 23 de Abril del 2021
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Para Ana Belén Núñez, por sus enseñanzas

y trato durante los cursos recibidos.


En esa Mancha española

vivida por D. Quijote,

tierra que los caballeros

cruzaban de sur a norte,

y también de norte a sur

los aldeanos y nobles,

hállase un grande paraje,

un lugar de mucho porte,

y de una enorme importancia,

pues este sitio supone

que no falte nunca el agua

por esas tierras y montes,

y además que nazca un río

que kilómetros recorre

hasta que llega a la mar

por el pueblo de Ayamonte.

Pero es a su nacimiento

al que quiero referirme, 

porque no es un manantial

en donde encuentra su origen,

sino que nace de varias

lagunas, joyas de cine,

hermosísimas paludes,

concretamente de quince,

aunque decir dieciséis

también sería admisible,

pues la séptima, la Taza,

se ha destinado a otros fines;

mas dejemos ese tema

para el que no soy proclive;

si lo soy para elogiar

la belleza del paraje

que hay en esos entornos

con tan hermosos paisajes,

formados por los arbustos, 

por las plantas y el follaje.

Y si me lo permitieran,

del lugar que voy a hablarles,

con un enorme cariño

como a mujer la citase;

pero mujer de bandera.

mucho porte y mucha clase,

teniendo tantas virtudes,

posee la mejor: es madre,

y madre de muchas hijas

que nombraré con detalle.

Es guapa como son ellas,

que todas tienen donaire,

y entre una y otras forman

un maravilloso enclave.

Recordaré así sus nombres

adosándoles detalles 

porque hablar de las lagunas, 

para mí es un gran mensaje.

En la Blanca hay salicarias;

en la Conceja espadañas;

tomillos en la Tomilla;

artemisia en la Tinaja;

rodeando a la San Pedro

hay sauces y doradillas;

olmos en la Redondilla;

junquillos junto a la Lengua;

pinos en la Salvadora;

cerca de Santos Morcillo

juncos, chopos y llantén;            

en la Batana jarillas

y a más también rabanizas;

ceriflores y acederas

conviven en la Colgada;

hay tarayes y torviscos

en la del Rey, tan preciada;

en la Cueva Morenilla

hay cardenchas, hay romazas

y espadañas también haylas;

en la Coladilla hipérico;

y al final, la Cenagosa,

gran error al bautizarla,

con consueldas y con bledos,

y unas aguas ya muy bajas,

unos ciento veinte metros

menos que los de la Blanca.

Y así va bajando el agua

silenciosa, a su manera,

que ahora no trae bullicio

pero antes era ruidera,

siendo agradable su son

a cualquier entendedera,

y además, muy importante,

del Guadiana cabecera.

Proclamo así la grandeza

de Ruidera, pueblo amable,

que además de su belleza

es en verdad entrañable

por sus sitios, por sus gentes,

por todo lo imaginable.

Si me perdiese algún día

ya sabéis donde encontrarme.

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