Opinión

De mi memoria adolescente V. Aquellas romerías

Juan José Sánchez Ondal | Sábado, 24 de Abril del 2021
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Leo en este periódico, que también este año, como el anterior, a causa de la pandemia del COVID 19, la romería será virtual. “Romería, sí, pero en casa.” Ello me ha movido a elaborar estos recuerdos reforzados.

La romería de Tomelloso ha sido elevada a tesis doctoral por el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Alejandro de Haro Honrubia con el título de «Símbolos, metáforas y religiosidad en torno a la festividad de la Romería de Tomelloso (Ciudad Real): un análisis etnográfico», y publicada, como libro, con el de  'La romería de Tomelloso. Tiempo de Fiesta en el medio rural'.

No vamos a hacer aquí una recensión o crítica de la obra, sino, a aportar algún que otro modesto recuerdo, lejano ya, difuso, de la romería que conocimos en aquellos años de adolescencia. En este caso apoyados por algunas muestras gráficas que conservamos y que dentro de poco, tal vez, desaparecerán del baúl de los recuerdos en que se hallan.

Mi primera romería fue la de 1952. En donde había residido hasta entonces no se celebraban romerías y para mí fue una gran novedad. Y la novedad comenzó por la invitación de mis compañeros de colegio, y  ya amigos, a preparar el vehículo en el que trasladarnos al santuario  de la Virgen de las Viñas,  patrona de Tomelloso, y  participar en el concurso que con tal motivo se celebraba.  ¡Con que ilusión, a la salida del colegio, nos reuníamos, ¿en qué “cercao” o corral?, para engalanar el modesto carro, tirado por un asno -que tampoco recuerdo quién los proporcionó-  sobre cuyos varales levantamos un castillo, no de naipes, sino de papel de estraza e ilusiones,  con sus torres y  almenas!  A la vista, ahora, de la fotografía, nuestros conocimientos de arquitectura de fortificaciones quedan en evidencia  si tenemos en cuenta que lo que debería ser una estrecha aspillera o redonda tronera, nos permitía asomar a su través nuestras no pequeñas cabezas.                          

Por entonces no se había comenzado a redactar el Diario municipal que pudiera ayudarnos a completar los vanos de la memoria, y no hay crónica  o constancia escrita de la celebración  de aquella romería o, al menos, no la he encontrado. Se celebra el último fin de semana del mes de abril. Por tanto debió tener lugar el día  27,   domingo, ya que entonces los fines de semana no comenzaban los viernes y los sábados, salvo festividad, eran laborables.


En la foto, asomamos la cabeza, por estribor, Víctor Bolós y el que esto escribe, no pudiendo reconocer a quien la asoma por babor. De aquella mi primera romería conservo, además de esta fotografía, otras con amigos de entonces y para siempre, Ramón Serrano,  algunos ya desparecidos: Cristóbal  García  y Víctor Serrano Sánchez.

De la del año 1953, que tuvo lugar el domingo, día  26 de abril, sí nos da ya información el Diario municipal, al que nos remitimos. No conservo recuerdo de ella, tal vez porque  no participáramos  con ningún carro o galera, no pasando de ser mero romero “romero solo que cruza/ siempre por caminos nuevos” que escribió el poeta León Felipe. Tal vez por ello, por no haber participado ese año -en el concurso de carruajes, me refiero- (permítanme la broma), el Diario municipal consigna que el traslado al santuario tuvo lugar  en “carruajes engalanados, en menor cantidad y con menos arte que otros años” Y hoy me atrevo a añadir: ¡Y que el siguiente!

Esta circunstancia, el vernos más crecidos y ayudados por gran número de jóvenes y bellas tomelloseras,  motivó que, al año siguiente, decidiéramos ascender de carro a carroza y abordáramos la presentación de una galera que engalanamos, no sé si a modo de barraca valenciana.

De esa romería y del éxito obtenido en ella, con todo lujo de detalles, da fe el Diario municipal del domingo 25 de abril de 1954. Tras  consignar las características del tiempo del día (Temperatura muy elevada, con nubosidad variable y ligero chubasco a las 18 horas.) pasa  a dejar constancia de la celebración de “la tradicional Romería de la Virgen de las Viñas, a la que asistieron el Gobernador civil, Delegado de Hacienda, Teniente Coronel de la Guardia Civil, Secretario de la Comisaría de Abastecimientos del Ministerio de Agricultura” y un largo etc. Continúa el Diario recogiendo que “A las 10 horas, la comitiva, precedida de la Banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja y seguida de la Banda municipal de Música, se dirigió desde la Plaza de España a la Ermita de Pinilla, donde, a las 12 horas, se celebró una Misa oficiada por el Cura Párroco, Don Eliseo Ramírez y sermón a cargo del P. Vicente Rubio, realizándose, seguidamente, la imposición de medallas”. Y, tras la comida,  “a las 17 horas, se inició el traslado de la Virgen, a hombros del vecindario, a la población, en cuya Plaza de España fue instalada, para desfilar ante ella carruajes y romeros, quemándose al final una traca.” Y finaliza, tras hacer mención de algunos pequeños accidentes,  dando los resultados del concurso de carruajes: “ganaron los premios los siguientes: Galeras y carrozas, 500 ptas., Rafael Negrillo Martínez; [la nuestra] carros con reata, 300 ptas., José García y carros modestos, 200 ptas., Tomás Sevilla.

Quinientas pesetas de entonces, equivalentes a unas 20.000 del año 2.000, fue el premio de esta galera de la fotografía, que figuraba a nombre de Rafael, que aparece, de pie,  en la parte delantera, cubierto de gorra visera,  junto a Luis Sánchez Magro y Miguel Bolós. Viniendo hacia ellos, con los brazos en jarras, Víctor Bolós; y arriba, en la proa, con visera, asoma la cabeza el que suscribe y, en la popa, con gorra de visera y gafas oscuras,  Ignacio Carretero Rosado; los dos únicos varones del grupo que podemos dar fe de aquel acto, ya que los demás nos dejaron, aunque nosotros no los dejamos, pues permanecen en nuestro recuerdo afectuosísimo y entrañable. De las féminas, mi memoria se pierde en nombres e identificaciones y sólo recuerda y reconoce a algunas. Como no quiero hacer distinciones,  callo a todas. 

¿Cómo establecimos contacto con aquellas jóvenes que eran  algo mayores que nosotros y con las que, después hicimos una excursión a Aranjuez, de la que tenemos múltiples fotografías, tal vez para emplear el producto del premio? No lo recuerdo. Ahora me lo pregunto intrigado,   pues aunque la atracción de los adolescentes era hacia las jóvenes mayores, -los enamoramientos románticos primeros solían elegir jóvenes en su plenitud-  éstas no solían hacer el más mínimo caso a los que, imberbes, aún lucíamos bozo.   Pues tal vez fuera el canto.

Así, como ellas tenían la gracia del ritmo y el baile regional,  y participaban en las danzas de la Sección Femenina, nosotros teníamos la voz: los coros del colegio.  Y algunas actuaciones conjuntas llevamos a cabo. Por ejemplo, tengo constancia documental de haber cantado, el 20 de mayo de 1955, en el Hospital-Asilo de San Víctor, en el que la mayoría de las monjitas eran valencianas, el himno “Valencia canta a la Virgen de los Desamparados”.

Tal vez el haber alcanzado ese año el primer premio, pensando que la suerte no suele llamar dos veces a la misma puerta, hizo que al siguiente año, último que, mermados, cursamos en el colegio, no participáramos en el concurso de aquella romería y, por ello, no conservo recuerdos de la misma. Pero el Diario municipal del domingo 24 de abril de 1955, da noticia de ella, que fue pasada por agua  pues “Casi todo el día estuvo lloviendo, algunas veces con mucha intensidad” circunstancia que  impidió el lucimiento de nuestras amigas “jóvenes de la Sección Femenina, [que] en tablado levantado al efecto, inició unos bailes regionales, que tuvieron que suspenderse, por lluvia muy intensa”.

La de 1956, ya en Madrid, no la presenciamos. El Diario recoge su celebración el domingo día 29 de abril y a él, de nuevo,  remitimos a los lectores.

Para terminar, quiero hacer mención de la más larga romería que haya encabezado la Virgen de las Viñas y que tuvo lugar aquel año, en la que no participé.  No desde la parroquia a Pinilla y de Pinilla a la parroquia,  sino de Pinilla… ¡a Barcelona y regreso!

En efecto, aquel año de 1956, tras la inauguración de la feria, el martes 28 de agosto, con la quema de “una función de fuegos artificiales”, y la celebración al día siguiente, en la iglesia parroquial, de la “función religiosa en honor de la Stma. Virgen de las Viñas, con asistencia de autoridades y jerarquías”,  viajó la imagen a Barcelona.

 El 9 de septiembre, se iba a celebrar la primera fiesta de la vendimia en dicha capital con una serie de actos  organizados por el Sindicato Provincial de la Vid, Cervezas y Bebidas. Como informaba al redactor de Hoja oficial de la provincia de Barcelona del 27 de agosto de 1956, p. 3, el señor Tarrats, Secretario provincial de tal sindicato,  los festejos patronales de ese año iban a tener un relieve especial: “en España solo hay una imagen de la Virgen de las Viñas que recibe veneración en Tomelloso, Ciudad Real. Esta imagen será traída a nuestra ciudad y presidirá los actos que en su honor celebraremos.”

Y allí viajó la imagen de la Virgen y allí fue venerada, siendo depositada hasta la terminación de las fiestas, en la parroquial basílica de Santa María del Mar, templo en el que el día 10 se celebraría un  solemne oficio religioso en el curso del cual el Obispo Auxiliar don Narciso Jubany pronunciaría una plática.

 

Así fue. Como detalladamente figura en la Hoja oficial de la provincia de Barcelona: del 10 de septiembre de 1956, p. 2,  “Acompañando a la imagen se desplazaron a nuestra ciudad [invitados oficialmente] el alcalde de Tomelloso señor Montero, párroco del Santuario y Junta en pleno de la Cofradía de la Virgen de las Viñas, así como también los “Coros y Danzas”, de Tomelloso.”

Instalada la imagen en un templete de la Plaza de Cataluña y flanqueada por las más altas autoridades, le fue ofrecido el primer mosto de la cosecha de  las cepas de la comarca catalana “estrujado de la uva a la vista del público” en una prensa instalada a los pies de la Virgen, tras su bendición por el vicario general doctor Serra, por un grupo de  niñas, dentro de una gran copa artística cedida por el Museo del Vino de Villafranca del Panadés. Finalizó la ofrenda con la actuación de gaiteros de la Casa de Galicia, rondallas aragonesas y Coros y Danzas de la Sección Femenina de Tomelloso  y una “Mascletá”.

 

 Y tras la solemne función religiosa del día siguiente, regresó a Tomelloso, el miércoles 12 de septiembre, a las 24 horas, “con las Comisiones oficiales, que la acompañaron, la Stma. Virgen de las Viñas, que fue trasladada la semana anterior a Barcelona, para presidir la primera Fiesta de la Vendimia organizada por el Sindicato Provincial de la expresada capital. Por venir dentro de una caja y ante lo elevado de la hora, se dejó en la casa de Doña Dolores González.” siendo trasladada al día siguienteA las 20'30 horas, desde la casa de la calle de Don Víctor, nº 24, de Doña Dolores González, en procesión presidida por las autoridades,… con manto de estreno, verde, rameado en bordado de oro, cantándose un rosario, a la Iglesia Parroquial, en donde se cantó una Salve y dirigió la palabra a los fieles el Cura Párroco, Don Manuel Sánchez-Valdepeñas.” como nos informa el Diario municipal.

Como en esta ocasión no acompañamos a la Virgen ni a nuestras amigas de los Coros y Danzas a Barcelona, esta  última “romería” no es fruto de mi memoria, en  la que quedaba un vago recuerdo, sino, como decimos, de la información periodística citada.

Vale.

Madrid, 24 de abril de 2021

 

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