Opinión

Alcaldes, elegir alcalde (fin)

Salvador Jiménez Ramírez | Jueves, 15 de Julio del 2021
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Con la Constitución de 1812, se extingue el régimen municipal de la Monarquía absoluta y se abroga o invalida al  “Señor Corregidor”. El “alcalde del crimen” de las chancillerías de Valladolid, Granada y de algunas audiencias del reino, actuaría hasta el siglo XIX.

  En base al principio de división de poderes, los alcaldes quedan apartados de casi todas las funciones judiciales, encomendándoseles la gestión político-administrativa de los bienes o intereses locales del Municipio, como representantes del gobierno; una vez creados los Juzgados de Paz, por Real Decreto de 22 de Octubre de 1858.

  En los tiempos que corren, (¡vuelan!) la legislación contempla que los actuales “Corregidores-Corregidoras”, que presiden los ayuntamientos como jefes de la administración municipal (y en su caso la Comisión Permanente), son delegados del gobierno del municipio, salvo en los casos exceptuados por la Ley. Teniendo, no obstante, todas las atribuciones inherentes al presidente de un órgano colegiado; siendo, al mismo tiempo, ejecutor del propio órgano… En determinados territorios de España, suelen pervivir alcaldías o alcaldes de barrio, en barriadas y zonas distanciadas de los cascos urbanos o poblados, no constituidas en Entidades Locales Menores, que actúan como auxiliares del alcalde. También el alcalde pedáneo; cuyo nombre proviene del uso y costumbres judiciales romanas, que no se sentaba junto al tribunal, sino en los sitiales inferiores, “a los pies” del pretor, actuando “de pie”; éste ejerce su autoridad en aldeas o zonas inmersas en términos municipales.

  Antiguamente, (según el procedimiento para Corregidores) los candidatos a alcaldes, entre otras condiciones, tenían que tener los siguientes valores: “…, prudentes…; amadores de la verdad, enemigos de la avaricia…; que no sean soberbios ni arrogantes; tampoco parlanchines ni jactanciosos…”. A pesar de que hoy en día las distintas experiencias, hacen sugerir diferentes valores, aquéllos habría que considerarlos como tales actualmente. Enumerada la profusa “nómina” de corregidores habidos a través de la historia; omitidos ciertos “ejemplares” por su nula relevancia como impulsores de la “maquinaria” local; entre la colectividad de alcaldes-alcaldesas actuales, equitativos, ecuánimes y bienhechores, la mayoría de ellos-ellas, conviene reparar en un nuevo tipo de edil: el ayuntador-ayuntadora “pelele-pegote”, figurones y empingorotados…; pero eso sí, elegidos por sufragio universal… Este “gachó-gachona” fácilmente manejables…;  hábiles manipuladores de la “debilidad social…” de su entorno, (gracias por la frase, Santiago) son insertables en pequeños y medianos municipios; perteneciendo, según la jerarquía de las clases sociales, a la modesta… Y como diría el etnógrafo, es miembro (¡cautivador!) de grupos cuya capacidad es de unos quince sujetos mayores de edad, mancomunados, a la vez, en un diagrama familiar más amplio; implicados todos los individuos, en mayor o menor medida, en acciones o actividades realizadas por cualquiera de los miembros del “clan”…

  En aquel año de 1979, yo era un joven ruidereño, treintañero, al que le preocupaban sinrazones y cosas, que hoy, escarmentado ya, me hacen cavilar en exceso… Con gran esperanza e impaciencia, escuchaba a aquellos politiquillos neófitos y ambiciosos que, hasta callejeando mitineaban con estallidos de ira; prometiendo “mapas” cargados de signos y símbolos mágicos… ¡Me lo creí y “piqué”…!  Pero en realidad poco les importaba la peliaguda situación de las gentes más humildes, como se vería  más tarde y si sus martingalas y “delirios de grandeza…”. Lo  que no puede realizarse, no debe prometerse…  Hoy, aquellos que no materializaron ni legaron ningún fin noble sobre el Patrimonio Histórico y  medioambiental de estos territorios; que no obraron con sinceridad y por tanto no serían dignos de que, para bien, se les mencionara; (pero  bien que “acotaron sus islas”), ya no recuerdan lo mal que hicieron los “deberes” ni las decepciones y  dolorosas sensaciones que dejaron en ciertos ciudadanos…     

  Analizada la táctica política empleada por los diferentes partidos, para que sus listas salgan beneficiadas al máximo, vemos que, al aproximarse las elecciones, (municipales en este caso) entre los sujetos reclutados para incluirlos en sus filas como cabeza de lista a las alcaldías, abundan los cautivadores y ladinos, sin que, previamente, se hayan hecho las debidas consideraciones sobre los valores humanos del candidato o si éste aprecia o tiene en alta estima lo que va a representar o defender, incluida la propia democracia, sin dar prioridad a  intereses particulares y de partido, obrando de buena fe, sin distinción de talantes y categorías sociales… No obstante, lo importante es “barrer votos para nuestra era” y al respecto son hartos los casos por los que resultan electos… Pero para gobernar los pueblos con equidad e integridad moral, no es  honesto y justo conformarse con “pillar” los votos de los afectos y de los “camelados”, contentándolos con simplezas, para después convertirse en un alcalde “pelele-pegote”, absolutamente superfluo, malintencionado  o en un “ordeno y mando…”.

  Los ciudadanos debemos premeditar mucho, sobre las cualidades y valores de los postulantes a las alcaldías de nuestros pueblos (la abstención no la soportan), porque un ser humano cargado de rencor y envidia; sin valores o sin conciencia, jamás podrá establecer “relaciones” armónicas con el mundo que le rodea, de manera inteligente, satisfactoria y justa.


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