Ángel Olmedo Jiménez ha obtenido el Premio “Félix Grande” de
las Fiesta de las Letras 2021 con “Rant. Antes y ahora”. Un relato, escrito con
la prosa brillante y certera a la que nos tiene acostumbrados el autor, que
protagoniza un “rider”, uno de esos repartidores en bicicleta, en el que
cualquiera nos podemos reconocer.
Olmedo es veterano en recibir premios en la Fiesta de las
Letras de Tomelloso, lo mismo en relato que en artículo periodístico. Colabora
con La Voz de Tomelloso (no tanto como nos gustaría), además de en High Cycling
y durante mucho tiempo, veinte años, escribió en la revista Pasos. Un texto de
nuestro entrevistado ha sido premiado este año en el Certamen de Relatos
Eróticos de Lamucca. Siempre es un placer hablar con Ángel Olmedo y mucho más
si es para celebrar sus éxitos.
—A pesar de su juventud, usted ya es veterano en recibir
premios de la Fiesta de las Letras, ¿se ha emocionado también con este?
—Usted, amigo Francisco, es que
me mira con buenos ojos, pero a los cuarenta años, uno, en el mejor de los
casos, lleva más de la mitad del camino andado, así que lo de joven es una
mentira piadosa que aceptaré, del mejor de los grados, por venir de quien,
amistosamente, la recibo.
Sea como fuere, que Tomelloso (el
lugar que es mi seña y bandera, mi patria chica, mi coso tabú) vuelva a
reconocerme con uno de sus premios en la Fiesta de las Letras, supone un hondo
privilegio que, en suma, desembocará en una cierta inquietud (por causa de la
responsabilidad) al subirme a las tablas del Teatro Marcelo Grande, Dm, el
próximo 30 de agosto. Intentaremos controlar las emociones, pero no prometo
nada…
—Hay una generación de escritores y artistas de
Tomelloso, a la que usted pertenece, que ya ha dejado de ser promesa para
convertirse en realidad…
—Es demasiado pretencioso
considerarme dentro de esa gran generación a la que usted alude y que, de un
modo u otro, se dedica profesionalmente al arte. Afortunadamente, Tomelloso
cuenta con un más que hondo y cuidado escalafón de artistas que, gracias a su
denodado esfuerzo y trabajo, están obteniendo la posición que se merecen en la
siempre complicada arena de lo cultural.
La Fiesta de las Letras siempre
ha servido como una especie de catapulta para los talentos locales, puesto que
les anima y estimula a mantener sus inquietudes y sus coqueteos con las
inspiraciones.
A veces no reparamos en la
grandeza de que unos juegos florales como éstos de la Fiesta de las Letras
pervivan ya (con todas las mejoras que podrían procurársele, especialmente en
lo que concierne a su acto de entrega o en la figura del Mantenedor) en su
septuagésima edición.
—Usted que es abogado, ¿cómo compagina el lenguaje
jurídico con el literario?
—Si he de ser sincero (y vamos a
tratar de serlo en este medio que siempre es tan cordial), mal. Partamos de la
base de que uno odia releerse y de que, además, jamás es capaz de obviar el
distinto repertorio en uno y otro plano.
Por lo tanto, los textos
jurídicos hay que depurarlos, porque, en ocasiones, se alzan como demasiado
literarios. Y, en los literarios, es complicado obviar algún gañafón de ese
rituario y árido lenguaje jurídico.
—“Rant. Antes y ahora”, habla de un rider, un repartidor
autónomo, como tantos, que trabaja en precario. El relato, además de estar
escrito con la virtuosa prosa a la que usted nos tiene acostumbrado, tiene una
gran carga social.
—Rant “utiliza” a un “rider”.
Pero, en el fondo, Rant somos todos aquéllos que, de un modo u otro, hemos de
ofrecer nuestros servicios a cambio de una contraprestación. Rant no es un
santo (nadie lo somos), pero, en el relato, es un personaje que nos arrebata
cierta ternura porque, de alguna manera, nos podemos reconocer en él.
El texto, quizá, evidencia, que
las consecuencias de nuestras conductas, en este mundo, no son iguales para
todos. Y que existe un espacio en el que habitan coches con lunas tintadas,
guardaespaldas, protección y separación. Y otro en el que, para bien o para
mal, solo se cuenta con nuestro propio cuero. En el primero, las facturas las
acostumbran a pagar otros. En el segundo, nuestras deudas son personales e
intransferibles.
Desconozco si Rant es una
narración social, pero sí que puedo decir que es el relato en el que, quizá, me
haya apartado, de una forma más notoria, de ese “yo”, para utilizar un
personaje que es un “nosotros” (o que, al menos, podría serlo).
Rant es ese torero que ha sufrido
una cogida que le lleva a la enfermería en una situación cataclísmica pero que,
incluso en la peor de las derrotas, saldrá (si sale) a volver a colocarse entre
las astas del toro porque, en puridad, no le queda otra.
—Hemos tenido que hacer muchas concesiones para malvivir
simplemente, ¿no cree?
—Usted me va a perdonar todo el
error de la generalización en esta respuesta.
Si las hemos hecho (y, sí, las
hemos hecho) somos los únicos responsables. Estamos demasiado acostumbrados a
mirar al Estado (o a otro costado) como una especie de paraguas protector y
España solo cambiará cuando se percate de la necesaria influencia y fuerza de
la sociedad civil.
Todos contamos con una
responsabilidad social y, hasta la fecha, esos “héroes de bar” (que pontifican
y resuelven acodados al mármol de los veladores y trasegando un carajillo) no
han salvado Patria alguna.
—¿Es cierto que los jóvenes de ahora van a vivir, están
viviendo, peor que sus padres?
—De nuevo, voy a excusarme por el
yerro de la generalización.
Nuestros padres (los míos al
menos [a los que les debo tanto que faltaría entrevista para reseñar]) fueron
(seguro) menos egoístas que nosotros (se independizaron antes, con menos
medios, dispuestos a no tener vacaciones, a no haber vivido eso que ahora
llamamos “experiencias”).
Mi generación (gran parte de
ella) va a ser una de las primeras que no va a conocer (por una mera cuestión
de orden temporal) a sus nietos.
Es una cuestión de prioridades y
de expectativas. Las primeras han variado (con un enfoque más personal, más
hedonista, más inmediato). Las segundas continúan, como siempre, siendo muy
altas pero, quizá, se defraudan con mayor facilidad porque se entiende que han
de verse cumplidas (vivimos en una sociedad que acostumbra a valorar al dictado
del “like” y, quizá, haya de preguntarse si lo primero no es obtener algo que
se pueda evaluar).
Con todo, estamos en manos de
esos jóvenes. Ellos son los que han de sostener un mundo que, seguramente, no
les hemos entregado en las mejores condiciones.
—Siempre ha estado unido a la prensa, ¿escribe en algún
medio?
—Desde muy joven (quizá demasiado
joven, con apenas quince años), Pablo Ortiz (Pablo Pasos) me dio la alternativa
y me permitió escribir en su revista durante más de veinte años (hasta que me
corté la coleta sin que la sangre manchara el albero). Lo compaginaba con otras
colaboraciones en Cuadernos Manchegos, en La Tarjeta Blanca o en Ciclo21 (estos
dos últimos, relacionados con el ciclismo), entre otras.
El “articulismo” (periodismo, de
nuevo, sería demasiado pretencioso) siempre ha sido una afición.
En la actualidad, me publican en
La Iberia y en High Cycling (un periódico digital sobre ciclismo). Y, en
ocasiones, me dejo caer por La Voz de Tomelloso (gracias a la condescendencia
mostrada por usted y el bueno de Carlos Moreno.
—¿Cuáles son sus proyectos literarios?
Éste ha sido uno de esos años que
viene con reconocimientos, como éste de Tomelloso y el del Certamen de Relatos
Eróticos de Lamucca, así que mejor no vamos a pecar de aspirar en exceso cuando
Presidencia ya ha sacado el pañuelo blanco.
Pero, como yo soy muy taurino,
usted me entenderá al señalar que conviene no hablar del porvenir por aquello
del mal fario.
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Martes, 12 de Julio del 2022
Domingo, 5 de Septiembre del 2021
Jueves, 28 de Marzo del 2024
Jueves, 28 de Marzo del 2024
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