Parece ser que en 1862 tres editores iban a dar a la luz tres
lujosas ediciones del Quijote. El ya nombrado de Gorch en Barcelona; el de
Dorregaray en Madrid, en la imprenta nacional, y el de Rivadeneira que se
imprimiría en Argamasilla, en la casa de Medrano, recientemente adquirida por
el infante don Sebastián.[1]
No
tenemos claro de quién partió la idea de imprimir en dicha casa en Argamasilla,
el Quijote, o, mejor, los dos ejemplares
del Quijote, que llevaría a cabo Rivadeneira. Según unos del infante, según
otros, del editor, según alguno, de Hartzembusch, según otro, del argamasillero
don Ramón de Antequera. Lo cierto es que se decidió realizar la referida
impresión, a cuyo efecto Rivadeneira, contando con la debida autorización del
nuevo propietario y la colaboración de D. Juan Eugenio Hartzenbusch, al que
confió la dirección de ambas ediciones, se traslado a Argamasilla con todo lo
necesario para montar la imprenta que lo llevara a cabo. En cuanto a medios
técnicos, “El Contemporáneo”[2]
daba cuenta de haber llegado a Argamasilla don Manuel Rivadeneira “con la
imprenta y demás necesario para la edición…el papel es muy superior; la máquina
es nueva, traída esprofeso de París, y los tipos muy lindos. Todo el
material…pesa 350 arrobas, por lo que se han necesitado seis carros para
trasladarlo desde la estación a la villa.” Además, Rivadeneira desplazó a
los operarios procedentes de diferentes ciudades y países: D. Ramón Simón y
Badía, Regente (de Barcelona); Miguel Claros (de Alicante); Pascual Canal (de Vich);
Antonio Briones y Maximiliano Palomino (de Argamasilla de Alba); Luis Godron
(de París) y Césareo Fernández (de Madrid).
Mientras
tanto, el Sr. Dorregaray viajó también a Argamasilla, con personas del país
para adquirir noticias que ilustren su Quijote y con fotógrafo y dibujante
reputados con el fin de sacar reproducciones de la casa y del pueblo para regalar
a sus suscriptores.[3]
Todo
preparado, va a ser el 23 de octubre de 1862, cuando con la mayor solemnidad,
se celebre el acto de tirar el primer pliego del Quijote revisado por don Juan
Eugenio Hartzenbusch, “en la casa en que fue escrita la inmortal obra”.
De dicho acto se levantó acta de la que dan textual noticia diversos medios de
comunicación. Por su interés reproducimos la publicada por La Época[4]:
ACTA. «En la villa de Argamasilla de
Alba a veinte y tres de octubre de mil ochocientos sesenta y dos, a la una de
la tarde; convocados por el señor alcalde D. Antonio Millán, se reunieron en la
casa de Ayuntamiento el primer teniente de alcalde D. Vicente Parra, los
regidores D. Manuel Añover, D. Antonio González, D. José María Briones, D.
Ramón Antequera y D. Polonio Lucendo; el síndico D. Marcelino Montalbao y el
secretario D. Joaquín Palomino y Salillas, el señor cura párroco D. Juan Pedro
Parra, don Manuel Sanz y Barrilla, comandante graduado capitán de infantería
retirado y D. Pablo Garrido y Osorio, maestro de primera enseñanza. El señor
alcalde manifestó á los concurrentes que habiendo venido de Madrid el señor
impresor editor D. Manuel Rivadeneira, como era notorio, a imprimir en esta
villa dos ediciones de la insigne obra de Cervantes titulada el Ingenioso
Hidalgo D. Quijote, la una en tamaño pequeño y de dos mil ejemplares, y la otra
en octavo mayor y de solo doscientos, se había dirigido el Sr. Rivadeneira al
señor alcalde pidiéndole se sirviese autorizar con su presencia y la de las
personas que tuviere por conveniente invitar, la tirada del primer pliego del
Quijote, que en el día de hoy debía verificarse, y considerando el señor
alcalde ser conveniente y justo que por acto y acta formal y fehaciente se
hiciere constar el día en que se imprimió por primera vez en esta villa, había
dispuesto reunir á las personas que se hallaban presentes para que lo viesen y
diesen fe de ello. Adhiriéndose todos unánimes a lo dispuesto y manifestado por
el señor alcalde pasaron en seguida á la calle de Cervantes, casa señalada con
el número siete, llamada de Medrano, propia hoy del Sermo. señor infante D.
Sebastián, en la cual, por concesión de S. A., tiene establecida su imprenta D.
Manuel Rivadeneira, donde hallaron al dicho D. Manuel, a D. Juan Eugenio
Hartzenbusch, que en el mismo día había llegado de Madrid, y a los operarios de
la imprenta D. Luis Godon y D. Cesáreo Fernandez, prensistas; D. Manuel Lardies
y a D. Miguel Glayo, cajistas; D. Eleuterío Navascue y Capdet, mecánico, y D.
Ramón Simó Badía, regente. Vistos por el señor alcalde y demás personas que le
acompañaban la forma dispuesta y preparada para la tirada del pliego y la
prensa en que había de tirarse, D. Manuel Rivadeneira rogó al señor alcalde y
al regidor D. José María Briones se sirviesen tirar por sus propias manos un
pliego, y enterados brevemente de la operación, don José María Briones dio
tinta y el señor alcalde dio pliego a la prensa y resultó tirado el primer
pliego de la obra, el cual comprendía treinta y dos páginas en tamaño pequeño,
conservado el pliego fue puesto aparte para unirlo a esta acta. Dadas espresivamete
las gracias por D. Manuel Rivadeneira al señor alcalde y demás señores que con
él habían presenciado el acto, salieron todos de la pieza donde estaba la
imprenta al patio de la casa, y colocados bajo el corredor de la mano derecha
dando frente a la entrada de la pieza donde, según tradición constante en esta
villa, estuvo preso Cervantes e ideó el Quijote, el regidor D. Ramón Antequera,
a instancia del señor alcalde y varios concurrentes, leyó
un sencillo
escrito, en el cual, principalmente, aparecen anunciados los puntos siguientes:
Que el alcalde de Argamasilla, por
influencia de D. Rodrigo Pacheco, había tenido preso a Cervantes en aquella casa porque no había entonces otra
cárcel en Argamasilla. Que el dicho D. Rodrigo era el caballero cuyo
retrato y el de una joven sobrina suya se ven en la iglesia parroquial de esta
villa, en el cuadro que ocupa el centro del retablo de Nuestra Señora de la
Salud. Que de la inscripción puesta en dicho retablo debajo
del cuadro se debe inferir que el D. Rodrigo Pacheco tendría la razón
perturbada; por lo cual pudo haber poco o ningún motivo para la prisión de
Cervantes; y así, ni él debe ser considerado como delincuente, ni D. Rodrigo
como responsable de una manía o acto accidental de demencia. Que por lo mismo
tampoco se debe considerar El Quijote como una venganza que tomó Cervantes en
D. Rodrigo, porque ningún cuerdo se venga de un loco. Por último, que debiendo
considerarse la prisión de Cervantes como una desgracia irremediable que le dio
ocasión para escribir una obra inmortal, la villa de Argamasilla, completamente
agena a aquel contratiempo, aunque debía mirar con respeto y compasión el lugar
donde estuvo encarcelado nuestro gran escritor, podrá digna y
desapasionadamente solemnizar el momento en que se reproducía por medio de la
prensa la obra cuyo pensamiento había nacido en la incómoda mansión cuya
entrada tenían á la vista los concurrentes. Con esto, el señor alcalde dio por
terminado el acto, advirtiendo que todas las personas que habían asistido a él
podían, si tenían gusto en ello, firmar este documento, de todo lo cual yo el
secretario certifico.»
Juan
Eugenio Hartzenbusch
Con
tal motivo y para despedirse de Argamasilla de Alba, de su ayuntamiento y
vecindario, D. Juan Eugenio Hartzenbusch leyó las siguientes redondillas
compuestas para la ocasión:
“Ha
cabídome por lote/ un Quijote revisar, / y he venido a saludar/ la cuna de don
Quijote. / Mal lo pasó en esta villa / el autor de aquella historia, / que no
quiso hacer memoria / del nombre de Argamasilla. / Por fortuna para mí, / muy
otra mi suerte fue / yo siempre recordaré/ la acogida que hallo aquí. / Dábase
aquí a Barrabás / Cervantes cada momento; / yo me voy con sentimiento / de no
detenerme más./ Cervantes, por un descuido, / puesto en la trena se vio;/ tan
solo estoy preso yo/ de un afecto agradecido. / Mas de uno y otro viajero/
tengamos el fin en cuenta: / yo vine a ver una imprenta, / y el vino a sacar
dinero./ Y si dar crédito es bien/ a lo que dice el lugar, / de camino que a
sacar / probó a sonsacar también. / Que, según razón se da / de sus prendas y
sus tachas, / le gustaban las muchachas / al Manquito de Alcalá. / Y claro
aparece ahora / que era excelente su gusto, / según el retrato en busto / que
hay de la linda Melchora; /pues cualquiera que lo vea, / dirá del Miguel
travieso: /”Si estuvo por ésta preso, / ¡caramba! Que no era fea.”/ Mas fuese
la causa tal, /o fuese otra la ocasión, / Cervantes en su prisión/ creó su
libro inmortal. / Y a repetirlo anhelantes / vinimos al aposento/ que engendró
el gran pensamiento / de la mente de Cervantes. / Por esto, favor honroso /
espera nuestra venida / de la patria esclarecida,/ del buen hidalgo ingenioso; /
Y bailará la muñeira/ de gusto con el favor/ el animoso editor/ don Manuel
Rivadeneira, / que quiso, porque esta villa / toda la tierra alborote, /
estrenar con el Quijote / la imprenta en Argamasilla. J. E. H.”
Un
año, aproximadamente, había pasado desde que el infante adquirió la casa de
Medrano y acogió la idea de Rivadeneira de imprimir en ella dos ediciones del
Quijote, una de lujo y otra económica, cuando se desplazó a Argamasilla para
ver la casa y participar en el final de la edición del Quijote que se estaba
imprimiendo. De su visita se levantó también acta de la que sacamos que «A las seis de la mañana del sábado 9 del
corriente, [mayo de 1863]… llegó á la
villa de Argamasilla de Alba, con el noble objeto de visitar la casa llamada de
Medrano, que, según tradición constante, sirvió de prisión á Miguel de
Cervantes Saavedra. Acompañaban á S. A. R. en su coche los señores don Ramón
Serrano y Serrano, gobernador de esta provincia de Ciudad-Real, [el señor
Cisneros había pasado a desempeñar el Gobierno civil de Alicante], el Excmo. señor don Gabriel de Aristizabal,
jefe de la casa de S. A., y don José Montalban, alcalde constitucional de la
mencionada villa. En otros carruajes venían también los señores don Juan
Eugenio Hartzenbusch, individuo de número de la real Academia española y
director de la Biblioteca Nacional; don Manuel Cañete, individuo también de
número de la misma real Academia; don Narciso Colomer y don Luis Ferrant, de la
de san Fernando; don Víctor Manzano y don Basilio Sebastián Castellanos,
bibliotecario de S. A. y director de la Escuela normal central de primera
enseñanza. La población entera, que esperaba ansiosa la llegada de S. A., se
agolpó á recibirle á la entrada de la villa, vitoreándole con el mayor
entusiasmo… Después de unos breves instantes de descanso en la casa de don
Manuel Añover, administrador de S. A., el Sermo. señor infante, con todo su
acompañamiento, al que se unió el numeroso concurso presente, pasó á la iglesia
parroquial de la villa, donde oyó misa mayor… Desde la iglesia se trasladó… á
la casa dicha de Medrano,… El impresor don Manuel Rivadeneira suplicó á S. A.
le dispensase la honra de tirar por su augusta mano el primer pliego de la
edición mayor, reservado al efecto. Accediendo bondadosamente S. A., tiró uno,
declarando en seguida que se proponía presentárselo á S. M. la reina. Otros
tres, además, tiró S. A., uno para la real Academia española, otro para sí y
otro para el editor… La prensa estaba adornada de flores y el suelo cubierto de
yerbas olorosas. …don Juan Eugenio Hartzenbusch, pidió… permiso, y después los
señores don Manuel Cañete y don Basilio Sebastián Castellanos, para leer unos
versos alusivos al acto. S. A., en un breve y sentido discurso, declaró que el
pensamiento de adquirir la casa donde en aquel momento se hallaba se le había
ofrecido muchas veces, y que había aprovechado solícito la primera ocasión de
realizarlo; cabiéndole la mayor complacencia de que hubiese servido para dar
una muestra de su amor á las letras españolas, y señaladamente al mayor ingenio
que ellas reconocen. S. A. recorrió en seguida toda la casa y sus dependencias,
consultando con los artistas don Narciso Colomer, don Luis Ferrant, don Víctor
Manzano y otras personas los reparos y reformas que se proponía mandar ejecutar
en ella. Manifestó su deseo de que se estendiese una sencilla relación del
acto, ofreciendo para ella su firma, e invitando a los presentes a que también
pusieran las suyas. Esta circunstancia nos impide detenernos en espresar el
vivo interés y gozo con que todos los vecinos de Argamasilla habían visto y
acompañado a todas partes a S. A. Argamasilla de Alba 9 de mayo de 1863. » [5]
He aquí algunos versos de que se hace
mérito en el acta que antecede, dados a conocer en “Escenas Contemporáneas” y
en “La Epoca” citadas.
El señor Hartzenbusch, leyó las siguientes
redondillas:
“A
la visita hecha por el Sermo. señor infante don Sebastián a la casa, llamada
antes de Medrano, donde estuvo preso Cervantes en Argamasilla, casa que es hoy
propiedad de S. A. y en la cual se imprimen actualmente dos ediciones del Don
Quijote.”
“La
voz de la tradición, / Ya por siglos venerada, / Cuenta que en esta morada/
sufrió un ingenio prisión. / Fue un soldado aventurero, / A quien hizo astro
sañudo / Manco sobre tartamudo, /Cautivo y alcabalero. /Adornado con las galas/
De un talento singular, / Apenas supo sumar/ ¡Buen cobrador de alcabalas!/ No
la noticia dudéis/ Mas de una crítica pluma /Le notó al manco una suma, / Donde
uno y medio son seis. / Hay tareas, que no son/ Para un aliento gallardo: / Un
pollino lleva un fardo, / Y no lo lleva un león. / A esa prisión, aquí dan/ Por
causa hombres y mujeres / Cierta falta de poderes, /Con licencias de galán. / A
la historia se demande, / Si esta opinión se desdeña: / Cosa quizá bien
pequeña/ Una produjo muy grande. / Instó á la prisión sonada/ Quijada, un
hidalgo, loco: /El preso Miguel , á
poco/ Hizo Quijote al Quijada. / No sé si al loco le vote/ Gracias por su
instigación: / El dio nombre y ocasión/ Al libro de Don Quijote. / Libro que,
en parte verdad, /Y en parte cuento festivo, /Pasmo cada vez más vivo/ Infunde
á la humanidad, / Y por donde alumbra el sol/ Seres á Dios semejantes, / Hace
aclamar á Cervantes/ Rey del ingenio español. / Donde echó hierros al sabio/ Un
alcalde de lugar, / Hoy le viene á visitar/ Un príncipe en desagravio. / A
ciegas debió escribir/ Su libro el genio
gigante, / Donde hoy Apolo anhelante/ Se asoma á verlo imprimir. / El nombre
que su desmán /Le atrajo al manchego insano/ Se lo estampa de su mano/ Un gran
prior de San Juan, / Por quien en plácida unión/ Letras y artes convocadas/
Saludan entusiasmadas/ Esta mísera mansión. / Resucitarán ufanos/ Modernos
Fidias y Apeles/ Al prisionero de infieles/ Y cautivo de cristianos, /Y
ofrecerán por do quier /Las paredes tan desnudas/ Telas que celebren mudas/ La
desgracia y el saber. /En letras insigne tanto/ Miguel, de infortunio ejemplo, /
Vendrá á ser la cárcel templo/ Del malherido en Lepanto. / Rápidas corriendo el
mundo/ Las hojas de gracia inmensa, / Donde ha fijado esta prensa/ La voz de
aquel sin segundo, /Traerá de país lejano/ La fama viejos y mozos/ A los negros
calabozos/ De la Casa de Medrano. / Preguntarán como yo, / Y alguno responderá:
/«Aquí el manco de Alcalá/ Su cabeza reclinó.»/ ¡Gloria al Señor, cuya vara/
Todo en ley justa lo mide!/ Si hay generación que olvide, / Llega en pos la que
repara. / ¡Honor y gloria incesantes/ Al gran ingenio se den! / ¡Honor y gloria
también/ Al que honra tanto a Cervantes! “
A
continuación leyeron sus composiciones los señores Manuel Cañete y D. Basilio
Sebastián Castellanos:
“Al
Sermo. señor infante D. Sebastián Gabriel de Barbón, con motivo de su visita a
la casa donde Cervantes imaginó y se cree que empezó a escribir en Argamasilla
de Alba la primera parte de su historia del ingenioso hidalgo D. Quijote de la
Mancha. Improvisación.
“Bien
vengáis, príncipe augusto. / Bien vengáis á esta morada/ Que adquiristeis
generoso, / Rindiendo al ingenio parias. / En el humilde recinto/ Que hoy
recibe honra tan alta, / Sufrió Cervantes un día/ Rigores de la desgracia. /
Cárcel fue la que hoy es templo/ Que consagráis á su fama; /Pero cárcel que dio
cuna/ Al Hidalgo de la Mancha. / ¡Dichosa edad, y dichoso /Siglo para nuestra
patria/ El que ve lo que ahora vemos/ Llena de placer el alma! /Aquí engendró
el manco-sano/ La Historia que al mundo pasma, / Donde resume y compendia/ Toda
la existencia humana; /Y aquí, de agenos errores/ Con primor purificada, / La
estampa el émulo insigne/ De Aldos, Bodonis e Ibarras./ ¡Feliz quien sus altos
timbres/ Cual vos, príncipe, realza. /Quien da aliento al entusiasmo/ Y rinde
al ingenio parias! Manuel Cañete.”
Y
D. Basilio Sebastián Castellanos dedicó la siguiente “Al príncipe de los
ingenios españoles, el inmortal Cervantes en el solemne acto de tirar el primer
pliego de la edición del Quijote S. A. R. el Sermo. Señor infante D. Sebastián
de Borbón, en Argamasilla de Alba, en la misma sala que sirvió de prisión al
famoso manco de Lepanto (y en la que escribió este su citada obra), propiedad
hoy de S. A. “
Levanta la cabeza. / Genio inmortal de la nación hispana,
/ Y admira tu grandeza, / Cuyo brillo y pureza/ El mundo siempre en aumentar se
afana. / Aquí donde yaciste/ Enfermo, pobre, preso y desgraciado, / Y en
situación tan triste /A escribir te pusiste/ Ese libro inmortal tan admirado;
/Aquí, donde a ti un día/ Se quiso hacer del crimen escarmiento/ Con infame
osadía, / Y tú con valentía/ Te labraste un eterno monumento. / Hoy un príncipe
augusto, /Protector de las letras,/ Con su ejemplo/ Viene, en tributo justo,/ A
convertir con gusto / Esta pobre mansión del genio en templo. /Levanta la
cabeza, /Vencedor de Lepanto, / cuya gloria/ Siempre de nuevo empieza, Y admira tu grandeza/ Que hoy regia mano
escribirá en la historia. /A tu nombre otro nombre/ Eternamente irá desde hoy
unido; / Y tu inmortal renombre/ De Príncipe, no de hombre, /Con el suyo será
ya repetido.”
S.
A. contestó con un corto discurso en elogio de Cervantes. Pasó después con el
arquitecto Sr. Colomer a acordar las obras que han de hacerse para embellecer y
conservar aquella célebre casa, y encargó al Sr. Ferrant pintar un cuadro de
una escena del Quijote. De todo lo cual levantó acta el secretario del
ayuntamiento. Entretanto el excelentísimo señor D. Gabriel Aristizabal entregó
de orden de S. A. 3.000 reales para que se distribuyesen entre los pobres de
Argamasilla; satisfizo los gastos de la iglesia y gratificó a los
operarios de la Imprenta del Sr. Rivadeneira, recompensó a los guardas del
campo y a todos los que habían prestado algún servicio. S. A. dio una opípara
comida-almuerzo a los vocales del ayuntamiento, gobernador civil y personas
distinguidas de la población y salió de Argamasilla entre las bendiciones y
aclamaciones del pueblo, á la una de la tarde, dejando gratos recuerdos a los
argamasilleros.
La
edición de este Quijote, recibida con expectación, fue luego bastante
criticada, no solamente por la Pardo Bazan de la que dijo que “se han de
cuidar ligerezas como la edición especial del “Quijote” que en dicha casa de
Argasmasilla se hizo en 1863…”, sino por los cervantistas. Véase, por todos,
la realizada por Nicolás Díaz Benjumea en “La Libertad” de los días 28.11.1863
y 2.12.1863, en la que por lo que a la labor de Hartzenbusch
se refiere, la considera como una
reconstrucción de la inmortal obra, hasta el extremo de calificar como apócrifo al mencionado Quijote.
Madrid, septiembre de 2021
[1] “El museo
universal”: periódico de ciencias, literatura, artes, industria y conocimientos
útiles 1862 mayo 25, pp. 1,2.
[4] “La Época”
(Madrid. 1849), 4/11/1862, página 4.
[5] “Escenas
Contemporáneas”. Revista política, literaria y de ciencias, artes, comercio,
agricultura y teatros. Tomo I. Madrid. Imprenta del colegio de sordo-mudos y de
ciegos. 1863, pp. 134 y ss. y “La Época” (Madrid. 1849). 13/5/1863,
nº 4.667, página 4.
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Jueves, 1 de Mayo del 2025
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