Cuevas

Gran conservación y una larga contramina en la cueva de Francisco Martínez y Manuela Ortega

Carlos Moreno | Sábado, 21 de Mayo del 2022
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Varias semanas después, La Voz de Tomelloso retoma sus visitas a las cuevas de la ciudad. La número 104, la encontramos en la calle Santa Quiteria esquina con Raimundo Cepeda. Una casa que adquirieron hace más de veinte años, Francisco Martínez Díaz, que nos recuerda su apodo de “El colorao” y su esposa, Manuela Ortega. El anterior propietario era Valentín “El delicao”. La cueva se construyó en torno a 1940 y nunca albergó tinajas de barro. 

Bajando los primeros peldaños de la escalera, atisbamos la limpieza y buena conservación de una cueva que alberga diez tinajas de cemento, cinco con una capacidad de 450 arrobas y el resto de 350 arrobas. La cueva tiene también la tinaja del gasto y aprovecha el espacio con otras pequeñas tinajas que están cubiertas con un muro de cemento. El techo, en tono terroso, se encuentra en la tosca y todavía sin bajar del todo, nos llama la atención la largura de una contramina que conduce al jaraíz. Uno de esos pasadizos que tienen cierto aire mágico. Tiene una especie de acequia en uno de sus laterales que era por donde los vinateros lanzaban las gomas de trasiego del mosto.

El balaustre es uno de los elementos mejor conservados. Policromado en verde y sanguina da realce a una cueva que cuenta con dos lumbreras, dando una de ellas al jaraíz. Álberga este una antigua destrozadora y en otro lugar encontramos un ventilador. Junto al balaustre aparece también una lograda moldura. 

El suelo de cemento está bombeado en su parte central y en las tinajas observamos los diferentes agujeros a distintas alturas que permitían extraer distintas calidades. Según José María Díaz la cueva apenas presenta humedad y disfrutamos de una construcción que guarda el encanto de su origen. El techo no es recto del todo, tiene algo de corvatura y cuando andamos por el empotrado casi roza nuestras cabezas.

 Los propietarios nos despiden con ese espíritu bonachón que caracteriza a los tomelloseros. El adelantado verano de este mes de mayo provoca que el contraste de la temperatura de la cueva con el exterior sea mucho mayor. 


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