Opinión

¿Qué medidas concretas proponen los expertos para mitigar el choque climático y reducir la dependencia energética?

Martín Ruiz | Miércoles, 1 de Junio del 2022
{{Imagen.Descripcion}} La reutilización es una de las medidas propuestas La reutilización es una de las medidas propuestas

El grupo de científicos que estudia las modificaciones verificadas del clima, el IPCC, ha emitido a primeros de abril su último informe, consensuado con los gobiernos de 195 países. Se centra en la reducción del uso de combustibles fósiles, entre otros,  para alcanzar el objetivo de sujetar el calentamiento global a 1,5 grados más de temperatura para 2050. El documento contiene una advertencia clara: si las emisiones globales no alcanzan su máximo y empiezan a disminuir como mucho en tres años -para 2025-, será muy difícil evitar catástrofes climáticas a repetición: la ventana de actuación ha quedado ya muy disminuida. Pero no es demasiado tarde, depende de nosotros reducir drásticamente nuestras emisiones de forma rápida y sostenible: "Las decisiones que tomemos ahora pueden asegurar un futuro habitable. Tenemos las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento”, afirma el presidente del IPCC. "Si mañana redujéramos las emisiones a cero, probablemente el mundo dejaría de calentarse… es una cuestión de política y economía”. Hay que arrancar con fuerza ya. 

Los anuncios de neutralidad de carbono en 2050 no tienen ningún valor si no van acompañados de un plan preciso y de medidas radicales a corto y medio plazo para conseguirlo. Asumida la necesidad de mitigar el cambio climático, ¿qué medidas proponen los expertos y se estudian en Europa?:

- Racionamiento y aplicación de cuotas de consumo de combustibles fósiles. El sistema europeo de cuotas de CO2 para la industria ya es una especie de racionamiento. Esto va a pasar por responsabilidad medioambiental y por  justicia social (no es normal que los pobres se vean privados del acceso a la energía por los despilfarros de los muy ricos).  Hay muchas buenas razones para racionar el petróleo: los trastornos climáticos producidos por la quema loca de combustibles fósiles, la gestión a largo plazo del recurso (en lugar de quemarlo todo y no dejar nada para África o para las generaciones futuras), la reducción de la contaminación atmosférica...

El racionamiento asusta a los muy ricos, que prefieren subidas de impuestos al combustible, que ellos pueden pagar sin problemas, pero que machacan a los más pobres: el racionamiento es igualitario y el recurso se está agotando.  

-Menor uso de energía: Un mundo con menos energía necesita más personas que trabajen con sus manos. En pocos años en España pueden sobrar más de 100.000 empleos en las factorías de coches y talleres. Habrá que fabricar otros productos como bicicletas, la mayoría eléctricas: fabricarlas, mantenerlas, usarlas para los repartos. Construcción de vías y trenes, renovación energética de los edificios….con menos gasoil la maquinaria agrícola se usará pocas horas y sólo para trabajos muy concretos: serán necesarios muchos más trabajadores en la agricultura. 

-Eliminar las subvenciones a los coches eléctricos de gran potencia y trasladarlas a los coches pequeños, de poco peso, poca potencia y tamaño reducido. Con escasez de petróleo el combustible debe guardarse para aquellos que lo necesitan para su trabajo u otras obligaciones. El desplazamiento en coche por ocio va a ser imposible en muy poco tiempo. Las máquinas altamente consumidoras de energía (de cualquier tipo), como los aviones, los yates o los coches de gran potencia tendrán un futuro oscuro. 

- Viajar menos, ir a menos sitios y más cercanos; utilizar un vehículo más ligero: pasar de un coche grande a uno pequeño, de un coche pequeño a una bicicleta y viajar a un ritmo más lento. Reducir la velocidad máxima a 100-110 km/hora reduce mucho el consumo y aumenta enormemente la seguridad vial. También se estudia suspender los vuelos que puedan realizarse en tren y encontrar el encanto de los viajes a lugares menos lejanos.

-Cambiar los hábitos alimentarios: consumir menos carne, sobre todo de vacuno, acompañado de la reducción a la mitad de la cabaña ganadera, sobre todo ganadería intensiva. La cabaña ganadera mundial incluye 1.500 millones de cabezas vacunas y emite una cuarta parte de las emisiones mundiales de metano, gas de efecto invernadero muy potente. El 60% de la agricultura mundial se dedica a cultivos para alimentar el ganado. Al dividir por 2 la cabaña ganadera muchas tierras que ahora se cultivan para alimento animal pueden pasar a cultivar verduras legumbres, frutas, … proteína vegetal, más sana. Habrá que potenciar la ganadería extensiva, por la limpieza del suelo que realizan los animales y porque los pastos capturan mucho carbono. Pero la ganadería intensiva con miles de animales enjaulados, cebados con cereales importados, y atiborrados de antibióticos tiene mal pronóstico.

-Pagar incentivos muy altos a los agricultores para que planten legumbres: Esto permitiría regalar 20-30 kg kilos al año a cada persona y sustituir proteína animal por proteína vegetal: ¿Cómico? Pues mejora la salud de las personas, se ayuda a los más débiles y se evitan muchas emisiones de GEIs.  El asunto de los incentivos agrícolas es mucho más amplio, por ejemplo los agricultores deberían ser pagados generosamente para que proporcionen servicios ecosistémicos, como la plantación y el mantenimiento de cubiertas vegetales y árboles.

-Renovar las viviendas vacías o mal aisladas: Aquellos empresarios de la construcción que preparen sus empresas y formen a sus trabajadores en renovación térmica, acústica y energética tendrán trabajo asegurado. Los mayores puntos débiles son la calefacción y el consumo eléctrico: La UE ya está subvencionando la sustitución de las calderas de gas y gasoil por bombas de calor; también la instalación de placas fotovoltaicos, así como la renovación energética de los edificios. En Flandes la renovación térmica de las viviendas más antiguas va a ser obligatoria.

-Reparar mejor que comprar nuevos productos. Arreglar la ropa o el calzado cuando se deterioran se ha hecho históricamente. La locura de acopiar en los armarios decenas de camisetas, pantalones, vestidos y zapatos de calidad ínfima es insostenible. No hay recursos en el planeta para soportar esa presión. Comprar menos y de mejor calidad es mucho mejor. Para fabricar un pantalón vaquero se precisan entre 2.100 y 3.000 litros de agua: Insoportable.

Entre marzo y abril Apple, Samsung, Microsoft y Google han anunciado que sus productos podrán ser reparados a partir de finales de 2.022. La presión de consumidores y de legislaciones en marcha han dado sus frutos. Suecia acaba de aprobar una ley con reducciones fiscales para los servicios de reparación. La Conferencia Ciudadana sobre el futuro de Europa ha propuesto al Parlamento Europeo medidas en el mismo sentido: Reparar mejor que renovar.

-Reutilizar: Los millones de botellas y recipientes de cristal y plástico que arrojamos al vertedero a diario deben reutilizarse como antiguamente. Es absurdo y despilfarrador  triturar los recipientes de cristal usados y fundirlos a más de 1000 grados para fabricar nuevas botellas: un simple lavado desinfectante y pueden volver a utilizarse.

-Empresas más pequeñas: La abundancia de energía ha permitido la creación de multinacionales y empresas muy grandes que, a veces, tienen más poder que los propios gobiernos; la sobriedad energética conducirá a lo contrario. La economía globalizada es intensiva en energía, aunque sólo sea para mover los barcos de contenedores. El acortamiento de las cadenas de valor supondrá un verdadero problema para un país como el nuestro, que no tiene petróleo ni gas y pocas materias primas de tierras raras. Tendremos que decidir de qué extranjeros depender.

-Ciudades más pequeñas: las metrópolis que no producen alimentos a nivel local, necesitan un transporte de larga distancia para traer alimentos, ropa, muebles, aparatos electrónicos, medicamentos… energía. Uno de cada tres camiones en España transporta algo que se come. Esos alimentos necesitan embalajes,  plástico, metal, madera... energía para darles forma. La gran ciudad es totalmente dependiente de suministros exteriores: insostenible. Pervivirán las ciudades cuyo radio de dependencia sea cada vez menor. Alrededor de la ciudad deben crearse granjas productoras de alimentos. Las comarcas con monocultivos tendrán que diversificar su producción para conseguir autonomía alimentaria. La fabricación de electricidad solar en tejados de viviendas y edificios públicos permitirá más autonomía de los hogares. Sus necesidades de transporte se reducirán y, con pocos combustibles fósiles y pocos coches eléctricos de poca autonomía, el ferrocarril será imprescindible.

-Aumento radical de la red ferroviaria que pasara a ser la espina dorsal de la movilidad: a partir de un número de habitantes (10.000, quizás 5.000) todas las localidades deberán estar integradas en la red ferroviaria. La movilidad (media o larga distancia) de la mayoría de mercancías y de personas se realizará en tren. Francia con una  red ferroviaria mucho mayor que la española, piensa duplicar su red de ferrocarril...                                                                 La subvención a los combustibles con 20 céntimos/litro no desincentiva el consumo de hidrocarburos, mientras que no hay subvención para el transporte por ferrocarril. Esa subvención debe reducirse solo a coches pequeños y furgonetas necesarios para el trabajo. Hay que dedicar mucho dinero a la extensión de la red ferroviaria, eléctrica y apenas emisora de CO2. Será esencial el desarrollo de una red europea de transporte público basada en precios asequibles, en la que se prioricen los ferrocarriles y con incentivos para su uso (modelo de “climatiket” austríaco).

-Restricción en el espacio público de la publicidad de productos altamente consumidores de energía (yates, coches de alta cilindrada, vuelos de avión…). Restricciones publicitarias para productos que dañan el medio ambiente o para productos alimentarios insanos, con exceso de embalaje o vendidos en envases muy pequeños. La gran publicidad se dirigirá a estimular la compra de alimentos sanos y a granel (beneficios para la salud y el medio ambiente).

 -Impuestos altos para los alimentos ultraprocesados. para desalentar su consumo Los fondos recogidos  irán a alimentos saludables de cultivo ecológico. Para reorientar el comportamiento de compra la opción menos virtuosa será más cara: cualquier alimento saludable debe ser más barato que su equivalente ultraprocesado o altamente emisor de CO2. Se ahorrarán miles de millones en tratamientos de enfermedades relacionadas con comida basura.

-Planificación frente a competencia salvaje.  La competencia sin control acorta los horizontes temporales y multiplica el consumo de recursos. Un ejemplo es la fabricación de vehículos, con centenares de  miles de coches y camiones nuevos, de diferentes marcas, almacenados ahora en las fábricas. En un mundo con recursos limitados y en emergencia climática la planificación supera a la competencia. Cuando hay un incendio, los gobiernos no piden a los bomberos que redacten proyectos de extinción, que diferentes empresas presenten presupuestos, que resolverá una comisión técnica 3 meses después. Para gestionar en momentos críticos (como el actual de crisis climática y penuria energética), el estado toma decisiones en el plazo inmediato y planifica para el medio y largo plazo. Esto significa cuantificar las inversiones y proponer una política de adaptación de las infraestructuras al cambio climático, de formación de trabajadores, de investigación en  I+D+i, de desarrollo de capacidades industriales… pensando a 20 años vista. Todo ello con control democrático y consensuado entre las diferentes fuerzas políticas y económicas.

Las pequeñas “pérdidas de libertad” serán imprescindibles: Preguntemos a los camboyanos si creen que 2°C más es aceptable cuando la mitad de su país puede desaparecer. O a los fiyianos si estarían contentos de tener que mudarse porque los "liberales" occidentales van en coche a trabajar a menos de 2 km de su casa. Las restricciones que vamos a experimentar buscan un objetivo de supervivencia, movilizador, al tiempo que generan seguridad colectiva. ¿Perder la libertad de viajar en avión o tener calefacción en invierno? ¿Comer o conducir?: habrá que elegir.

En la próxima entrega se analizará el papel de alcaldías y diputaciones a favor de la transición energética y contra el cambio climático.

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