Opinión

Cosejas y versetes XIV. Carácter alemán

Juan José Sánchez Ondal | Jueves, 23 de Junio del 2022
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A La memoria  de mi hermano Luis (q. e. p. d.) que compartió conmigo aquellos años en Tomelloso.

Ir buscando con tiempo nuestra estrella

y dirigir los pasos hacia ella.

………….

¡Buscad la propia luz!

La propia sombra

ya nos sigue fatal,

constantemente.

…………..

Hay desapariciones como hay presencias ciegas.

y hay ansiados reencuentros que ya jamás suceden.

…………… 

Hacia la mitad de la carrera, en el verano de 1962, mi hermano Luis (q. e. p. d.) solicitó ir a un campo de trabajo a Alemania. Se lo concedieron y partió hacia allí en tren, cruzando Francia. El campo de trabajo estaba cerca de Colonia, a algunos kilómetros. Cargado con su equipaje y siguiendo las indicaciones que le dieron, se dirigió hacia él. Tenía que atravesar un bosque y había oscurecido. Comenzó a llover y, ya dudando si se habría perdido, después de mucho andar, descubrió una luz hacia la que orientó sus pasos. Era un barracón, al parecer de obreros, ya que cerca estaban unas obras. Llamó en la puerta con la duda de si se haría entender y podrían orientarle hacia el campo de trabajo, y le abrieron. Dentro había media docena de trabajadores preparando la cena. Mostrando el plano que llevaba preguntó:               

-Campo trabajo estudiantes, estudiantes, campo.

 Todos a una, exclamaron con gran regocijo: ¡Eres español, nosotros también!

Contaba que fue como si en aquella  noche oscura y lluviosa, de pronto,  hubiera salido el sol. Le invitaron a cenar y después uno de ellos le acompañó hasta el campo de trabajo que se hallaba cercano. Luego, en el tiempo  que estuvo allí, los fines de semana, se acercaba a verlos y a departir con ellos.

Pero no es esto lo que quería contar sino otra anécdota reveladora del carácter español y del alemán, de nuestra impaciencia y de su precisión. En uno de los fines de semana acudió a conocer la ciudad de Colonia. Me lo contaba así:           

-Para volver tenía que tomar el tren y desorientado, empecé a preguntar por la estación de ferrocarril. No me entendían y se me acercaba la hora de salida del tren, hasta que topé con un señor que, hablando en castellano, me indicó cómo llegar. Estaba un poco lejos y, más o menos parecido a esto, me dijo:

-Siga esta calle hasta la segunda que la cruza, tuerza a la derecha y continúe hasta llegar a una plaza. Allí tome la calle que sale a la derecha, en perpendicular a la que llevaba y gire a la izquierda en la tercera; atraviese una plaza y continuando por la misma calle, la primera a la derecha le deja  en la estación, que se ve al fondo. ¿Me ha comprendido?

Nosotros acostumbrados a retener las dos primeras indicaciones o referencias y volver a preguntar de nuevo las veces que sean necesarias, le respondí:

 -Sí, muchas gracias por la indicación. Y el señor me dijo:

- ¿Sí…? No… ¡repita!

Le tuvo allí hasta que se lo aprendió de memoria y fue capaz de recitárselo, pero la verdad es que se lo agradeció, porque a ver dónde volvía a encontrar a otra persona que pudiera entenderle e indicarle.

….

Astillaron los gritos

el oscuro cristal de aquella noche,

y  en el cielo nacieron las estrellas.

….

Me aferro al mástil del recuerdo tuyo

pero el viento le azota hasta quebrarle.

 

Madrid, 22 de junio de 2022.

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