El visitante que pasea por las calles de Tomelloso y se topa repentinamente con la chimenea de una antigua alcoholera, se asombrará, sin duda, de la altura y majestuosidad de unas torres que embellecen el paisaje de la ciudad. Esta foto enfoca su objetivo hacia estas chimeneas rectas que sobrepasan los veinte metros de altura, que se van estrechando desde su base, construidas desde dentro por esforzados tomelloseros que ladrillo a ladrillo iban dando forma a estos tótems urbanos, respiraderos de la industria del vino que venían a ser los símbolos de una ciudad que vivía y sigue viviendo al abrigo del fruto de la vid.
Muchos años después, algunos de estos constructores contaban con cierta nostalgia, y tirando del rico léxico de la tierra, que a medida que iban subiendo para construir la chimenea “te tragabas el miedo a almorzás”, pero nada se le resistía a aquellos héroes anónimos, que lo mismo llegaban a las profundidades de la tierra a base de pico y pala para construir una cueva, que tocaban el cielo alzando triunfantes estas bellas chimeneas.
En ellas acampan las cigüeñas para formar sus nidos y, aunque a primera vista parecen todas iguales, no lo son. Destacan elegantes las de la calles Domeqc, Julián Besteiro, explanada del Teatro Marcelo Grande y otras muchas, así hasta una veintena que sobrevivieron. La ciudad llegó a tener más de cien y son el vestigio de una industria alcoholera pujante que relanzo la economía de Tomelloso.
Muchas veces con mi cámara fotográfica busco el contraste de las chimeneas con los inmaculados cielos azules, o cuando están cargados de nubes, también la evocadora atmósfera de un día de llueve. Y siempre emergen bellas, altas y orgullosas.
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Domingo, 11 de Mayo del 2025
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