No todas las tinajas se construyeron al mismo tiempo. Nuestro experto, José María Díaz, reconoce la mano de su padre en las tinajas y detalla que unas se construyeron en la década de los treinta y otras en los cuarenta.

La cueva tuvo otra entrada diferente y Francisco nos señala el lugar donde se emplazó la primitiva escalera. La construcción presenta forma rectangular con los desgarres de las lumbreras de forma trapezoidal muy bien trazados. Por el desgarre se puede observar el gran espesor de tosca. La cueva tiene unos 9 metros de altura; 6,5 de  ancho y unos 16  de largo. El empotre de cemento antes fue de yeso y los constructores excavaron un pasillo junto a la pared para poder acceder a él. 

La cueva es más antigua que las tinajas. Antes albergó tinajas de barro que se introdujeron por la escalera. Hay muchas tapas de anea  y varias cubas en algunos rincones. Nos fijamos en otros elementos como la pozata y la canaleta que socorrían al vinatero en caso de derrame. El techo está en la pura tosca y está enjalbegado. El tono blanco de la cal se combina con los tonos terrosos de la cueva. Cueva vetusta, pero muy auténtica la que acabamos de visitar. Una cueva de “picholero bueno” sentencia José María tirando del léxico tomellosero.