Jaime explica la curiosa historia  que guarda la cueva. “Mi tío Basilio tiene mucho merito porque cuando decide comprar esta parte de la casa a la familia, hizo su museo flamenco y consideró también oportuno remodelar la cueva.  Pero cuando me casé con  Anastasia este verano nos pusimos a limpiar, enjalbegar, eliminar algunos trastos que ya no servían y darle un toque más acogedor. Mi madre nos ayudó mucho. La cueva la construyó mi bisabuelo, Faustino Valenciano, con la ayuda de mi abuelo Pedro José y su hermano. Mi tío hacía aquí sus elaboraciones y ha ido pasando de generación en generación y finalmente hemos recalado aquí mi hermano Carlos y también Anastasia y yo”.

El apego por las tradiciones y las raíces de la ciudad llevaron a Jaime a conservar una cueva, donde prima el color blanco, combinado con algunos detalles en rojo burdeos. “Anastasia y yo trabajamos en Altosa y nos dedicamos al mundo del vino y quizá por esto le damos el valor que tiene. El pasado verano dedicábamos todas las tardes a trabajar en la cueva. Nos ha supuesto mucho esfuerzo, pero ha merecido la pena. Tenemos una vida social bastante intensa y solemos compartir vinos con amigos en esta cueva. Nos ha hecho mucha ilusión poder recuperar esta cueva”, cuenta.

Jaime también destaca la reacción que produce la cueva en algunos de los visitantes. “Tenemos amigos de muchos sitios de España, incluso del extranjero  como Polonia o Alemania, y no dan crédito que debajo de una casa exista una bodega”. 

De las tinajas solo se puede ver la parte de arriba, porque el propietario hizo un relleno de gravilla en la parte más baja de la cueva. Las cuevas de cemento son de 400 arrobas de capacidad. El techo aparece en la pura tosca, horadado por dos desgarres trapezoidales que permiten la entrada de un chorro de luz natural que se agradece y que contribuye a embellecer la cueva que guarda también un pozo en su interior.  En el jaraíz, Jaime y Anastasia han ido colgado una colección de aperos  de antiguos oficios que fueron recuperando. Algunos son realmente curiosos por la antigüedad y el uso que tenían.

Al final compartimos un Verum y un queso deliciosos que permiten alargar la conversación sobre estas maravillosas construcciones. Jaime formula numerosas preguntas sobre las cuevas a José María que va respondiendo con su paciencia y sabiduría.