Opinión

Intelectualismo moral y voluntad

Joaquín Patón Pardina | Sábado, 25 de Marzo del 2023
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Cualquier día del año una gran mayoría de personas nos preocupamos de nuestro comportamiento en sociedad, es decir, de nuestra relación con las personas que tenemos en nuestro entorno y a la vez con nosotros mismos; fines conseguidos, sueños que se van haciendo realidad a lo largo de nuestros días, etc.

Si además esa persona practica alguna religión, su análisis de comportamiento vital podría ser más exigente, porque ella misma lo desea o  porque las autoridades religiosas pertinentes invocan la necesidad de revisar  vida y hábitos. La conclusión será hacer ver la necesidad de acercarse a recibir el Sacramento de la Penitencia con verdadero arrepentimiento y compunción de los pecados cometidos.  Habrá que enumerarlos y en algunos casos detallar aquellos lagunas considerados con necesidad de aclaración para el confesor.

Uno de los problemas más propios en este ambiente consiste en que la persona penitente en el sacramento de la confesión descubre que siempre tiene los mismos pecados o idénticos puntos de arrepentimiento, lo cual lleva a una rutina repetitiva de pecados-contrición incurable a lo largo de la vida; es como si la fábula de Sísifo se repitiera en la actualidad y con cada uno. 

Recordando: Sísifo es un personaje de la mitología griega, al que los dioses condenaron a subir una gran piedra hasta lo alto de una montaña. Ejecutaba su trabajo y cuando había conseguido con un esfuerzo agotador el mandato, la piedra caía rodando a lo largo de la colina, hasta abajo. Con lo cual el condenado se veía obligado a repetir el ascenso hasta la cima. Y así indefinidamente a través de toda su vida. Cualquiera alcanzamos a descubrir la evidencia de la inutilidad del trabajo de aquel desdichado.

El reto de cualquiera de mis artículos, has observado tú leyente de ellos, consiste en hacer pensar. No pretendo convencer, menos vencer. El intento consiste en ejercitar el pensamiento y la reflexión. La evidencia nos confirma que tal ejercicio siempre es productivo y aporta bien estar y satisfacción a quienes lo llevan a cabo, por eso continúo dándote pistas en el de hoy.

En el siglo V a. C.  Sócrates, considerado a lo largo de la historia por los intelectuales como uno de los más importantes filósofos de la Grecia Clásica, habló de lo que se ha de nominado como “Intelectualismo Moral”.  Sin pretender dar aquí una lección de Ética, sí es necesario recordar o saber en qué conste.

Sócrates explica que no hay hombres malos, también mujeres (debemos añadir ya nosotros en el S.XXI) sino ignorantes. Tal afirmación para cualquier mentalidad actual resultaría incomprensible, si no absurda. La experiencia nos demuestra a diario la práctica del mal y a veces la condenable conducta de infinidad de seres humanos.

No es que el sabio Sócrates no vea la aparente realidad mostrada en esos casos. Tampoco intenta actuar de abogado defensor, queriendo justificar lo injustificable. Su postura es: las personas que actúan mal, según la ética y la moral de la sociedad, no es por amor al mal, sino por desconocimiento del bien. El conocimiento es virtud, por lo tanto deseable siempre. Por el contrario su ignorancia lo engaña, de modo que se confunde en el momento de sus acciones. Alguien  conocedor, en profundidad, del bien común, no solo del individual, del propio de todos y cada uno de los humanos, actuará siempre correctamente. La razón última está en alcanzar la felicidad, esta sí del que se comporta correctamente. 

Por todo lo dicho podríamos concluir que la IGNORANCIA, que me invade podía ser la causa de mis errores en el comportamiento o incluso el fundamento de los pecados que debería confesar en el confesonario. 

Otra clave muy importante en el comportamiento humano y para mí muy relacionada con la que acabamos de recordar, pudiendo ayudarnos en la tarea de diferenciar errores o malos  comportamientos, incluso para los cristianos practicantes (ocasiones o acciones reconocidas como pecados) es la “VOLUNTAD”.

Permaneciendo en el campo de las posibles causas del mal  comportamiento de las personas, nos surge otra línea esencial y posiblemente aclaratoria en el tema que nos ocupa. 

Según la Real Academia Española (RAE) la palabra Voluntad tiene doce adopciones, elijo la que más se ciñe al asunto que nos ocupa: “Facultad de decidir y ordenar la propia conducta”, también añade en otra denominación el “acto”.

Es tal cualidad humana la que nos ayuda a elegir lo que nos conviene en una inmediatez o en un futuro lejano o próximo. Elegimos siempre pensando en lo que nos conviene. 

Sería demencial optar por aquella determinación que me trajese algún daño o perjuicio a mí o a las personas que me rodean, entre las que se encuentra mi prójimo querido o simplemente cercano, con el que convivo, trabajo o me divierto. 

Es por ello, que entre dos o más posibilidades elegiré siempre la que me aprovecha más, la que más beneficio pueda aportarme como persona incluida en una sociedad concreta. La que me sirve para realizarme como persona mejor y más perfecta. Aquella que hace progresar. La voluntad me hará decidir siempre lo positivo, lo que se me presenta como más provechoso. 

Es evidente que aquí no hablo de lo puramente crematístico: dinero, riquezas, posesiones. 

Estoy refiriéndome evidentemente a la persona en concreto, en sí misma.

Por tanto si mi voluntad me muestra la conveniencia de seguir este camino y no otro, es por el beneficio que me aportaría, incluyendo el bien común, aprovecharía a la comunidad o sociedad con la que me codeo. Si en ese momento mi decisión es en otra dirección y termino cometiendo un error perjudicial para mí o la sociedad, quiere decir que me he equivocado. Nadie en su sano juicio y con pleno conocimiento elegiría una mala actitud. So pena de no haber tenido una correcta información al respecto. 

Concluyendo: Si mi voluntad me hace decidir la opción más provechosa y en verdad no la es, la causa sería una mala información, desconocimiento o formación engañosa en las distintas etapas de la educación personal y colectiva.

¿Se podrían aplicar estas ideas a la Moral Católica y a otras religiones presentes en nuestros ambientes? Si la respuesta es: No. Evidentemente no hay más que hablar. Si por el contrario la respuesta fuera: Sí. Se estaría perdiendo el tiempo para poner manos a la obra.

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